Rosa de la Cruz: ¡°Cuando compro una obra, pienso en mostrarla para que se disfrute¡±
La coleccionista es due?a de una de los conjuntos de arte contempor¨¢neo m¨¢s importantes del mundo
A mediados de los cincuenta, una mujer llamada Dolores Suero Falla encarg¨® un retrato a Salvador Dal¨ª. Tanto tiempo despu¨¦s, su nuera, Rosa de la Cruz, contin¨²a honrando aquella temprana vocaci¨®n de mecenas de un modo muy personal. Radicada en Miami junto a su marido Carlos, De la Cruz es due?a de una de los conjuntos de arte contempor¨¢neo m¨¢s importantes del mundo. Y su triunfo es tambi¨¦n, antes que la sucesi¨®n de virtudes que se le suponen a todo coleccionista, un triunfo de la voluntad.
La firmeza se adivina en seguida en su mirada, la misma singular mirada que le ha permitido reunir tantas obras de excepci¨®n. En su casa, y sobre todo en su museo, abierto (y gratuito) desde 2009 en el Design District de Miami, hay lugar para nombres tan diversos como Dan Colen, Kathryn Andrews, Ana Mendieta, Jim Hodges, Martin Kippenberger o Sterling Ruby.
Ante el viejo prejuicio que tiene a las fundaciones como meras fachadas para el lobby, la vanidad y la exenci¨®n impositiva, De la Cruz, que destaca por su franqueza en un mundo en el que la falsedad se confunde a veces con la diplomacia, propone un modelo alternativo. Porque, de hecho, su colecci¨®n no es una fundaci¨®n y no recibe ning¨²n tipo de ayuda financiera del Estado, excepcionalidad planteada deliberadamente por la pareja.
En una colecci¨®n, la palabra "l¨®gica" es m¨¢s importante que la palabra "amor"
¡°No me acuerdo c¨®mo comenzamos, porque siempre tuvimos inter¨¦s en el arte, pero la colecci¨®n, que empez¨® hace unos treinta a?os, es realmente de Carlos y m¨ªa, y aunque todo el mundo nos pregunta c¨®mo nos ponemos de acuerdo, la verdad es que de alguna forma u otra siempre lo logramos¡±, dice. Y aclara: ¡°Antes y despu¨¦s de que se inaugurara el museo, nuestra casa ha estado abierta para todo aquel que quisiera conocer la colecci¨®n¡±.
?Cu¨¢l es el secreto para formar un conjunto de obras reconocible, con una identidad y un sentido est¨¦tico que adem¨¢s est¨¦ a salvo del anacronismo? ¡°Sabiendo que coleccionar no es meramente acumular cuadros que sean fruto de distintos impulsos¡±, responde.
¡°Aunque podamos pagarlo, no compramos todo lo que nos gusta, sino que nos fijamos si la colecci¨®n admite esa obra y puede integrarla con coherencia. Y es imposible hacerlo de un d¨ªa para otro. En una colecci¨®n, la palabra ¡®l¨®gica¡¯ es m¨¢s importante que la palabra ¡®amor¡¯, y consideramos que para comprar debemos tener una disciplina estricta para no hacer un surtido ni perder el foco. As¨ª que, cuando creemos que un artista es adecuado, adquirimos un grupo de piezas suficiente como para hacer una exposici¨®n. Cuando compro una obra de arte, pienso en exhibirla para que el p¨²blico pueda disfrutarla. Si no puedo mostrarla, ?qu¨¦ sentido tiene? No me interesa almacenar¡±, razona De la Cruz, quien empez¨® a adquirir piezas de creadores como Mark Bradford, Ana Mendieta o F¨¦lix Gonz¨¢lez-Torres antes de que se convirtiesen en tendencia.
Art Basel Miami
No comparte la idea de que su visi¨®n del arte contempor¨¢neo sea m¨¢s arriesgada ahora que en sus inicios. ¡°Empezamos enfoc¨¢ndonos en el arte latinoamericano, que es m¨¢s cl¨¢sico, es decir, menos lanzado. Pero en determinado momento nos dimos cuenta de que hab¨ªa que comprar esas obras en subastas o a precios inaccesibles si aspir¨¢bamos a mantener cierta calidad. Y as¨ª fue como pasamos al arte contempor¨¢neo, que es una manera de entender lo que pasa en el momento actual, en lugar de investigar sobre lo que ya sucedi¨®¡±.
Sobre la pujanza en el arte de Miami, opina que ¡°Art Basel ha ayudado, pero por m¨¢s que la ciudad haya mejorado gracias a los museos y a las colecciones dedicadas al arte contempor¨¢neo, a¨²n tiene un problema muy serio, y es que no cuenta con galer¨ªas de jerarqu¨ªa¡±.
Tambi¨¦n le preocupa la desigualdad que se vive en una de las grandes ciudades estadounidenses. Por ello, el matrimonio De la Cruz destina dinero a trav¨¦s de algunas de las instituciones m¨¢s prestigiosas de Florida a proyectos educativos para ni?os sin recursos, aunque publicitarlas no forma parte de sus intereses. La filantrop¨ªa tiene una naturaleza definida e innegociable, que no necesita la propaganda. Es lo que personifica a los De la Cruz y lo que ha transformado a Rosa en una mujer especial en el mundo del arte. ¡°Lo que es nuestro, desde la electricidad hasta las obras de los museos, lo pagamos nosotros, y no debe ser deducible¡±, sentencia.
Y concluye: ¡°Cuando no estemos, no s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢ con el museo, porque nuestros hijos, a pesar de que les interesa este mundo, no viven aqu¨ª. No desear¨ªamos dejarles una carga ni una necesidad obligatoria de continuidad¡±.
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