?ric Vuillard: ¡°Recurrir a la ficci¨®n puede ser enga?oso¡±
El escritor franc¨¦s publica 'El orden del d¨ªa', cr¨®nica impresionista del ascenso de Hitler al poder, con la que se llev¨® el Premio Goncourt
Para ?ric Vuillard (Lyon, 1968), la historia es algo parecido a una lente de aumento. Al pasarla sobre el confuso paisaje del presente, las sombras se evaporan y las siluetas se vuelven m¨¢s n¨ªtidas. En sus libros, los hechos hist¨®ricos se travisten de literatura. O tal vez sea al rev¨¦s. Al autor no le parece especialmente novedoso, puesto que este v¨ªnculo endog¨¢mico se remonta a los tiempos de la Il¨ªada, que ya era un poema y un ensayo hist¨®rico a partes iguales. ¡°La historia y la literatura tienen una relaci¨®n muy antigua. En el fondo, casi podr¨ªamos afirmar que sus destinos se han confundido hasta la actualidad. Que hoy esa relaci¨®n se acent¨²e se debe al hecho de que la coyuntura es borrosa, imprecisa. El futuro es inquietante. La historia es un recurso en la relaci¨®n con la realidad que los escritores suelen mantener¡±, afirma Vuillard. El escritor franc¨¦s sostiene que nuestro pasado le permite ¡°buscar causas lejanas, intentar entender y dar con comparaciones imperfectas¡±.
As¨ª lo demuestra en su nuevo libro, El orden del d¨ªa ( Tusquets), que llega ahora a las librer¨ªas espa?olas. Es la cr¨®nica del ascenso de Hitler al poder a partir de esos detalles en los que suele esconderse el diablo. El relato de un lunes cualquiera de 1933. Un grupo de 24 industriales se re¨²nen a puerta cerrada en el Reichstag, en presencia de Hitler y Goering, que les exigen que financien su inminente campa?a electoral. Los empresarios aceptan sin rechistar. Quieren creer que as¨ª lograr¨¢n evitar el ascenso del comunismo y entrar¨¢n en una nueva era de prosperidad. Representan a empresas como Bayer, Agfa, Opel, Siemens, Allianz o Telefunken. ¡°Son nuestros coches, nuestras lavadoras, nuestros art¨ªculos de limpieza, nuestras radios despertadores, el seguro de nuestra casa, la pila de nuestro reloj. Est¨¢n ah¨ª, en todas partes, bajo la forma de cosas. Nuestra vida cotidiana es la suya¡±, reza un desgarrador pasaje al inicio del libro.
En el fondo, Vuillard pudo haber seguido trabajando en sus libros breves y punzantes, afiladas disecciones de cad¨¢veres hist¨®ricos de los que lograba vender algunos millares de ejemplares, en el sosiego de su modesto apartamento en una ciudad de provincias como Rennes, a la que se mud¨® hace cinco a?os por el trabajo de su esposa. Hasta que un d¨ªa de noviembre gan¨® el Goncourt, premio principal de las letras francesas, que lo convirti¨®, de la noche a la ma?ana, en una estrella literaria. En realidad, la obra que ha logrado sacarlo del anonimato se parece bastante a sus predecesoras. La historia ya ocupaba un lugar principal en sus libros anteriores, todos ellos in¨¦?di?tos en castellano, a excepci¨®n del reciente Tristeza de la tierra (Errata Naturae), donde narraba el reverso realista de la conquista del Oeste a trav¨¦s de Buffalo Bill. Tambi¨¦n explor¨® la ca¨ªda del imperio inca (Conquistadors), la expansi¨®n colonial (Congo) y la toma de la Bastilla (14 juillet).
Busco en la historia los puntos de ruptura. ?Qu¨¦ nos ha conducido adonde estamos hoy? ?Qu¨¦ ha llevado a la dominaci¨®n de Occidente?
¡°Busco en la historia los puntos de ruptura. ?Qu¨¦ nos ha conducido adonde estamos hoy? ?Qu¨¦ nos ha llevado a la dominaci¨®n de Occidente, a vivir con tama?os desequilibrios o al movimiento emancipador que anima nuestras sociedades?¡±, se pregunta Vuillard. El autor cree que la crisis de 2008 alter¨® el clima social de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Tambi¨¦n provoc¨® una repolitizaci¨®n del oficio de escribir. ¡°El incremento vertiginoso de la desigualdad nos hace vivir en un mundo escindido. Y eso compromete a la propia literatura. Una forma literaria que no responda a esta cuesti¨®n es solo folclore. La novela, en el sentido m¨¢s tradicional, puede ser considerada insuficiente respecto a las necesidades de este tiempo¡±, argumenta. Su m¨¦todo de composici¨®n literaria es similar al que caracteriza al montaje cinematogr¨¢fico, actividad que tambi¨¦n ha practicado como director de dos pel¨ªculas, L¡¯homme qui marche y Matteo Falcone. ¡°El libro est¨¢ compuesto por materiales distintos: un diario, un v¨ªdeo de archivo, un noticiero, una imagen de ¨¦poca, una carta de Walter Benjamin¡ Todo eso conforma, de manera heterog¨¦nea y a la vez ligada, la idea que puedo hacerme de las premisas de la guerra¡±, se?ala.
Pese a recurrir a algunas de las argucias que permite utilizar la ficci¨®n, Vuillard no se inventa nada. Para el autor, los hechos siempre son los hechos. ¡°No s¨¦ c¨®mo podr¨ªa inventarme di¨¢logos para Hitler. Ser¨ªa indecente e incluso obsceno¡±, responde. ¡°El papel de la ficci¨®n cambia en funci¨®n del momento pol¨ªtico en que nos encontremos. Por ejemplo, cuando se vive en un periodo de fuerte autoridad, la ficci¨®n puede ser una manera de escapar a la censura. Hoy no nos encontramos en esa situaci¨®n. Recurrir a la ficci¨®n puede ser enga?oso. Como lector, me siento cada vez m¨¢s ¨¢vido de realidad, de obtener claves de comprensi¨®n¡±. En cualquier caso, la escritura del pasado siempre se hace en presente de indicativo. No parece anodina su elecci¨®n del acceso de los nazis al poder, si se observa el paisaje pol¨ªtico del continente. ¡°Se escriba lo que se escriba, siempre se hace a partir de hoy¡±, afirma Vuillard.
El libro apareci¨® en Francia entre las dos vueltas de las presidenciales que termin¨® ganando Emmanuel Macron, pero en las que Marine Le Pen lleg¨® a la recta final. A Vuillard, que parece partidario de una lectura marxista de la historia, el presidente franc¨¦s no le despierta entusiasmo. Pero tiene el m¨¦rito de suponer ¡°una clarificaci¨®n¡±: la convergencia de dos viejos partidos de derecha e izquierda que afirmaban tener ideas diferentes, aunque a ¨¦l le costara cada vez m¨¢s distinguirlas. ?Puede interpretarse su libro como un recordatorio de esas capitulaciones pasadas que podr¨ªan reproducirse en un futuro inminente? ¡°No s¨¦ si es una advertencia. Pero las capitulaciones ya han tenido lugar, manifiestamente¡±, responde Vuillard. ¡°Desde hace 30 a?os, todos los principios intangibles que aprend¨ª cuando estudiaba Derecho se desmoronan. La libertad retrocede en nombre de la seguridad. La igualdad tambi¨¦n recula. Es preocupante y nuestro punto de vista debe respaldarse en esa constataci¨®n¡±. Pese a la gravedad de lo que cuenta, al libro no le falta cierto sentido del humor. Vuillard no duda en comentar lo que relata, aunque lo haga a trav¨¦s de una primera persona menos vistosa que la de algunos correligionarios. En su libro, la guerra no es una superproducci¨®n hollywoodiense , sino una opereta marcada por el absurdo. Describe c¨®mo los tanques alemanes, supuestamente infalibles, se averiaron nada m¨¢s cruzar la frontera austriaca en 1938. Y tambi¨¦n la cena entre el premier Chamberlain y el ministro nazi de Exteriores Von Ribbentrop, actor frustrado, que alarg¨® una comida en Downing Street para evitar una reacci¨®n de los brit¨¢nicos frente al Anschluss. Ambas son dignas de una parodia dirigida por Tarantino y desvirt¨²an todos los mitos sobre la Historia en may¨²sculas. ¡°Solemos creer en las grandes decisiones y los grandes desgarros, cuando si miramos con precisi¨®n suelen ser una serie de telefonazos, amenazas, golpes bajos, bluffs¡ Eso tambi¨¦n era interesante: contar c¨®mo un cataclismo de aquella amplitud se anunci¨® de una manera bastante mediocre¡±.
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Autor: ?ric Vuillard.
Editorial: Tusquets Editores S.A (2018).
Formato: tapa blanda (144 p¨¢ginas)
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