Los tres osos polares que rompieron a hablar
Yoko Tawada inventa en una novela la historia de una familia de plant¨ªgrados con capacidades humanas
Eso s¨ª que son osos espabilados y no Yogui: la abuela se convierte en una autora de ¨¦xito con su autobiograf¨ªa; la madre, Tosca, escribe la biograf¨ªa de su domadora con la que realizan el impresionante n¨²mero de circo El beso de la muerte, y el hijo, Knut, una estrella en el zoo de Berl¨ªn, conversa con Michael Jackson. Parece imaginado por alguien que se ha tomado algo, ciertamente, pero son los tres osos polares protagonistas de la ins¨®lita y a ratos desconcertante novela de la japonesa afincada en Berl¨ªn Yoko Tawada (Tokio, 1960) Memorias de una osa polar (Anagrama), una obra inclasificable cuyos referentes, dice, hay que buscar en Kafka y no en Hanna- Barbera, Disney o los cuentos infantiles.
En la novela, la abuela osa tiene editor (el correoso Le¨®n Marino), convoca ruedas de prensa, reflexiona sobre la escritura, cita a Tolst¨®i y comienza sus memorias con un reconocible ¡°los matrimonios entre ping¨¹inos son todos iguales, mientras que cada matrimonio entre osos polares es distinto¡±. En el circo de la madre (que se ha formado en ballet cl¨¢sico), otros nueve osos polares, regalo de la URSS a la RDA, forman un sindicato y van a la huelga por sus derechos laborales, y la propia osa Tosca hace consideraciones sobre la Rusia sovi¨¦tica, el socialismo, la ca¨ªda del Muro y la reunificaci¨®n de Alemania. A Knut, el ¨²ltimo de las tres generaciones de plant¨ªgrados polares, se le insin¨²a una osa parda y un ministro se hace fotos con ¨¦l.
Demostrando gran sentido de la oportunidad, Yoko Tawada y su editorial han elegido el zoo de Barcelona para hablar de la novela. Lo l¨®gico ser¨ªa que la escritora posara para las fotos ante los osos polares, pero en el zool¨®gico, donde fueron emblem¨¢ticos, ya no hay desde hace a?os. Por otro lado, los osos pardos duermen. As¨ª que se retrata a Tawada junto a los ping¨¹inos que, desde luego son menos impresionantes. La conversaci¨®n sobre el libro se traslada luego al Aviario. Memorias de una osa polar trata, con humor, iron¨ªa y un punto de tristeza, de cosas que afectan a los humanos ¨Cpol¨ªtica, emigraci¨®n, identidad, maternidad, creaci¨®n- desde una perspectiva osuna, y los osos blancos protagonistas hablan, meditan y escriben sin que eso sorprenda a nadie como deber¨ªa.
En la novela, la abuela osa tiene editor, convoca ruedas de prensa, reflexiona sobre la escritura y cita a Tolst¨®i
¡°Me interesan y me gustan los osos desde ni?a¡±, explica la novelista de los tres osos, una Rizos de Oro de cabello lacio y negro y con una reconocida producci¨®n literaria en japon¨¦s y alem¨¢n que ha logrado diversos premios. ¡°A los ni?os en general les encantan los osos, no s¨¦ bien porqu¨¦, pero ah¨ª est¨¢n Winnie Pooh, Paddington o los tres osos del cuento. Yo tengo recuerdos de haberlos visto en el circo. Son animales que han estado tradicionalmente cerca de nosotros. Hasta no hace mucho se les hac¨ªa actuar como artistas callejeros¡±. Se les ten¨ªa por seres muy parecidos a los humanos, se les achacaba ser concupiscentes y promiscuos (de hecho, algunos como el famoso Pyros pirenaico son obsesos de la coyunda y se ha observado hasta sexo oral entre machos) e incluso se les acusaba de secuestrar mujeres y copular con ellas. ¡°As¨ª es, y en la Cristiandad se lleg¨® a prohibir el matrimonio con osos¡±. Tawada, en todo caso, pone distancia entre esas historias folcl¨®ricas y su familia de osos polares. ¡°Mis osos no tienen que ver con las leyendas ni con los cuentos y las f¨¢bulas tradicionales. Mi novela no es simb¨®lica, no es Esopo, es realista. No es una alegor¨ªa. Mis osos polares son personajes en toda regla, de pleno derecho¡±.
En la novela, de todas formas, los osos polares se comportan bastante civilizadamente y no como los s¨²per depredadores que son. Uno no se pondr¨ªa a su alcance ni que te juraran que han le¨ªdo a Proust, o a James Curwood. Tawada admite que son fieros, pero a?ade: ¡°Un oso polar puede ser peligroso, pero nunca malvado, solo los humanos somos terroristas o psic¨®patas¡±.
De la vinculaci¨®n con Kafka (hay referencias directas a Informe para una academia en Memorias de una osa polar), la novelista explica: ¡°Admiro a Kafka, me gusta much¨ªsimo, es una excepci¨®n en la literatura europea moderna en su forma de incorporar a los animales. Encontramos en esa tradici¨®n cuentos para ni?os pero pocas historias para adultos. La primera parte de mi libro la protagoniza una osa que ha le¨ªdo (entre otros a Kafka, precisamente) y se ha formado y que escribe una novela autobiogr¨¢fica. Vemos como la tiraniza un editor que es un le¨®n marino. No he conocido editores as¨ª, pero los hay parecidos en Alemania que quieren historias de personas de la Europa del Este que se muestren como v¨ªctimas de esos sistemas y expliquen que se vive mejor del otro lado¡±.
La autora relata la relaci¨®n de Knut con sus dos cuidadores aut¨¦nticos y le inventa una intensa con Michael Jackson, ¡°suave y elegante como una pantera negra¡±
Tawada se?ala que ha tratado de buscar nuevas perspectivas y c¨®mo en su novela, por ejemplo, se habla del socialismo y su historia desde el punto de vista de un oso polar, lo que desde luego es novedad. Admite que hay otros autores como Orwell o Kipling y toda una tradici¨®n del comic que utiliza animales antropomorfos, como en el caso de los ratones jud¨ªos y los gatos nazis de Mauss, para hablar de nuestras sociedades. Pero recalca que lo suyo es diferente y se inscribe en una l¨ªnea en la que ¡°entre Las metamorfosis de Ovidio y Kafka no hay nada¡±.
La autora recuerda que dos de sus osos, Tosca y Knut, no as¨ª la innominada abuela literata, han existido de verdad. Knut, criado por humanos tras rechazarlo su madre (posiblemente por percibir que presentaba des¨®rdenes neurol¨®gicos de los que falleci¨® a los cuatro a?os), fue la estrella del zoo de Berl¨ªn. Tawada relata en la tercera parte de su libro la relaci¨®n de Knut con sus dos cuidadores aut¨¦nticos, Thomas Doerflein y Markus Roebke, y le inventa una intensa con Michael Jackson, ¡°suave y elegante como una pantera negra¡±, con el que encuentran muchas cosas en com¨²n, oso y creador de Thriller, en el terreno del arte.
La segunda parte de la novela, la historia de la osa Tosca y su domadora B¨¢rbara, que acaban confundi¨¦ndose al apropiarse la plant¨ªgrada el alma de la mujer, algo que, afirma, se dec¨ªa que pod¨ªan hacer los osos, transpira nostalgia por los viejos circos, como el Sarrasani y el Busch. ¡°No me gustan los circos pero no puedo negar que me producen profundas sensaciones. Por la vieja est¨¦tica, y por la tristeza y la soledad que destilan, que me parecen dos conceptos muy propios del arte, muy necesarios, y de los que el arte contempor¨¢neo adolece¡±. ?Ha visto n¨²meros como el que describe de los nueve osos polares con una domadora? ¡°Solo en You Tube¡±.
En cuanto a los zoos, considera que desde el punto de vista de los derechos de los animales ¡°no son correctos¡± y est¨¢ en contra, pero no puede dejar igualmente de que le gusten. ¡°No tenemos otra forma de ver a los animales directamente en nuestras vidas urbanas¡±, justifica.
Los osos polares, claro, permiten hablar de globalizaci¨®n, y cambio clim¨¢tico, se?ala la novelista. ¡°Son globales por naturaleza: se mueven libremente por las regiones ¨¢rticas con independencia de si est¨¢n en territorio de Canad¨¢, Siberia, Alaska o Groenlandia, pero por supuesto los amenaza el calentamiento¡±.
Babelia
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