Voluntad de Padilla y seguridad de Perera en la tercera de Castell¨®n
El franc¨¦s Juan Bautista estuvo discreto en una corrida de cuatro hierros diferentes

Seis toros y cuatro hierros diferentes; diferentes collares, pero la misma procedencia. Los de la familia Matilla (Pe?a Francia, Olga y Garc¨ªa Jim¨¦nez) de hechuras muy dispares. Tanto que mientras primero y segundo fueron como dos zambombos, el tercero fue un torillo muy terciado, protestado de salida, y el cuarto tambi¨¦n de escaso trap¨ªo por su escasa cara. Los dos de Marca, que cerraron la corrida, bien hechos. Con abultado morrillo y arm¨®nicos de todo, de cara y tipo.
A tanta desigualdad correspondi¨® la misma disparidad de juego. El grandull¨®n que abri¨® plaza, con 639 kilos sobre su cuerpo, fue noble, dulce, pastue?o. Un bomb¨®n. A este toro le hizo Padilla casi de todo, con el benepl¨¢cito de un p¨²blico muy cari?oso con ¨¦l toda la tarde. Hubo saludo con larga cambiada de rodillas; tres pares de banderillas, muy reunidos, sobrios, de excelente ejecuci¨®n, el tercero al viol¨ªn. Y luego una faena de mucho querer, pero de no tanta llegada al tendido. Tanta mermelada de toro que la emoci¨®n se perdi¨® en el espacio. Solo a ra¨ªz de un circular, la gente reaccion¨®. M¨¢s acople sobre la mano derecha, mientras que por la zurda no hubo entendimiento ni tanta entrega del toro. Todo, en cualquier caso, dentro de un aire mortecino.
Al cuarto lo salud¨® Padilla con cuatro largas de rodillas. Un combinado quite por chicuelinas y tafalleras dieron paso a las banderillas. Repiti¨® el gui¨®n del otro toro. Sobrio, pero de ejecuci¨®n y colocaci¨®n impecables. El toro, bajo el hierro de Pe?a Francia, estaba sujetado con alfileres. Una piltrafilla de astado, que a la m¨ªnima rend¨ªa su cuerpo a la arena. En la faena hubo mucho ruido. Desde los rodillazos de principio, hasta los de final de trayecto. En medio, muchos pases con la muleta siempre alta para evitar males mayores. El desplante final, retador de frente y de rodillas, cerr¨® la enorme voluntad del torero. La buena estocada sin puntilla hizo que los pa?uelos volaran. Se pidieron las dos orejas, pero el buen criterio presidencial dej¨® la cosa en el precio justo. La vuelta fue apote¨®sica, blandiendo una bandera pirata y envuelto en otra de Espa?a.
Acad¨¦mico, con aire distinguido, el franc¨¦s Juan Bautista en sus dos toros, pero tampoco mucho m¨¢s all¨¢. Poco enemigo pareci¨® el segundo para torero con tanta capacidad. A ese flojo tercero lo templ¨® para evitar el derrumbe. Pero tanto mimo no bast¨® para que el toro se le viniera abajo a la salida de un derechazo. Mucha composici¨®n, pero falt¨® chispa. La que no ten¨ªa el toro. En fin, faena de poco ton y menos son. El quinto, primero con el hierro de Marca, fue muy deslucido. Rebrincado, sin entrega y, adem¨¢s, con poca fuerza. A toro parado, Bautista solo pudo estar en in¨²til porf¨ªa. Intentos vanos y hasta el desaire de un desarme en un descuido.
PE?A FRANCIA, JIM?NEZ, MARCA / PADILLA, BAUTISTA, PERERA
Toros de Pe?a de Francia (1? y 4?), Olga Jim¨¦nez (2?), Garc¨¬a Jim¨¦nez (3?) y Jos¨¦ Luis Marca (5? y 6?), de muy desigual presentaci¨®n y juego. Destacaron primero y tercero.
Juan Jos¨¦ Padilla: estocada baja y desprendida (vuelta con alguna protesta); estocada trasera (oreja).
Juan Bautista: pinchazo y media trasera (saludos); pinchazo y descabello (saludos).
Miguel ?ngel Perera: estocada trasera (oreja); pinchazo y estocada trasera perdiendo muleta (palmas),
Plaza de Castell¨®n, 8 de marzo. 3? de la Feria de La Magdalena. Media entrada.
El otro toro bueno de la corrida fue el tercero. Protestado de salida por su escasa entidad, aunque con armamento de cierta seriedad. Fue manso en varas, de donde sali¨® suelto sin mirar a nadie. Pero tuvo mucha entrega en la muleta. Perera lo aprovech¨® con sus sabidas armas. Las primeras series, cortas pero mandonas. Muletazos con poder, obligando, con la mano muy baja. Y el toro, humillado siempre en la toma de la muleta. Pero ya no fue toro de tanta entrega por el lado izquierdo, por donde nunca termin¨® completo el viaje. Solo a base de aguante, logr¨® Perera que el toro tomara la muleta por decreto por ese pit¨®n izquierdo. Luego llegaron los parones, el toreo cl¨¢sico de las cercan¨ªas de Perera, donde tan a gusto se encuentra. Pero ya en esa distancia los pases se quedaban a medias, aunque los parones tuvieron mucho eco en el tendido. Con la faena vencida, la gente se arranc¨® en una ovaci¨®n en homenaje al aguante estoico de Perera.
El sexto, segundo de Marca, sigui¨® m¨¢s o menos la l¨ªnea de su hermano quinto. Pero, en este caso, con el a?adido de ser toro buscador del bulto m¨¢s que de la muleta. El oficio de un Perera muy seguro evit¨® un par de coladas por el pit¨®n derecho. El toro, a tornillazo limpio cada vez que tomaba la muleta, se opuso a cualquier tregua. Perera trat¨® de consentir, le dio cuantas vueltas pudo a la cosa por sacar partido, pero result¨® imposible. Se justific¨®, en fin.
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