El Juli y Talavante, a hombros en la gran fiesta del toreo y el toro moderno
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares dej¨® detalles ante una corrida azucarada y de escasas fuerzas
Fue la gran fiesta del toreo moderno. Toro del siglo XXI y toreo del siglo XXI. Toros blandos, cogidos en alfileres, algunos como el tercero y el quinto. Y otros, como primero y sexto, de esos azucarados que de tanto az¨²car parecen empalagosos. En varas ninguno rindi¨® honores a la bravura, aunque el primero derribara casi sin pretender. Y alguno apunt¨® clara mansedumbre en varas, caso del cuarto que sali¨® huyendo del caballo. Y los hubo hasta inc¨®modos, como el segundo, que meti¨® la cara como a rega?adientes. Y otro, el quinto, que iba y ven¨ªa con tanta docilidad como vulgaridad. En cualquier caso, toros que se apuntaron a la fiesta y que, en su mayor¨ªa, fueron correspondidos por toreros -Juli, Manzanares y Talavante- duchos y expertos en esta materia ganadera.
El Juli sali¨® como se va a la guerra cuando se quiere ganar por la v¨ªa r¨¢pida: al ataque. Al azucarado primero lo tore¨® como y cuanto quiso. Toro c¨®modo de cara, recogido de pitones, protestado de salida porque renqueaba. Pero fue toro a m¨¢s, cada cosa en su sitio, y en la muleta recuper¨® el resuello que de salida no parec¨ªa tener. El de Garcigrande fue todo un aliado a la ambici¨®n casi desesperada de un Juli que lo tore¨® a placer. La faena tuvo poso y reposo, con el toro siempre muy embebido en la muleta. Faena colorista y profunda. Inspirada tambi¨¦n. Y larga. En resumen, se dir¨ªa que el toro fue como un juguete en las manos de El Juli. Tumb¨® al toro sin puntilla y la gente lo celebr¨® a lo grande.
Al manso cuarto le hizo un quite por ¡®lopecinas¡¯, con el remate de tres medias enrosc¨¢ndose al toro a la cintura, que enloquecieron al personal. Con la muleta, sin m¨¢s pre¨¢mbulos, El Juli hinc¨® las rodillas en la arena y le dio hasta ocho muletazos seguidos de tal guisa. No contento con ello, tambi¨¦n de hinojos tres naturales. Ya de pie, el del desprecio. Y la gente, bramando en los tendidos. Un Juli al ataque y atacado. Algo crispado tambi¨¦n. Cuando la faena ped¨ªa m¨¢s calma, el toro se volvi¨® m¨¢s remiso. Le cost¨® ya tomar la muleta, pero la superioridad del torero continu¨® siendo aplastante. Forz¨® mucho Juli a que el toro tomara la muleta, y consigui¨® su objetivo con un coraje desmedido.
GARCIGRANDE, HERN?NDEZ / EL JULI, MANZANARES, TALAVANTE
Toros de Garcigrande, los tres primeros, y Domingo Hern¨¢ndez, desiguales de presentaci¨®n. Blandos en l¨ªneas generales, pero muy boyantes para el ¨²ltimo tercio.
El Juli: estocada pasada sin puntilla (dos orejas); media pasada que basta (oreja).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada trasera (saludos); estocada pasada (oreja).
Alejandro Talavante: dos pinchazos y estocada (silencio); estocada (dos orejas).
Plaza de Castell¨®n, 9 de marzo. Cuarta de la Feria de La Magdalena. Pr¨¢cticamente lleno.
El segundo de la tarde fue algo inc¨®modo y Manzanares no logr¨® centrar la faena. Hubo muletazos sueltos de calidad. Academicismo y elegancia, pero la cosa no fue m¨¢s all¨¢. Falt¨® acople menos en una serie final con la derecha, la m¨¢s ligada de faena con altibajos. El quinto, uno de los m¨¢s serios de la corrida, pero muy justo de fuerzas. Fue y vino a la muleta sin mayores compromisos y sin gran clase. Los muletazos no llegaron en racimos, sino sueltos. Pero los hubo, sobre todo los naturales, que desprendieron indudable clase. Tampoco daba para mucho m¨¢s un toro d¨®cil, pero tambi¨¦n de los que no plantean problemas m¨¢s all¨¢ de sus escasas fuerzas. A sus dos toros Manzanares los mat¨®, con gran seguridad, de dos formidables estocadas aunque algo pasadas.
Se agradeci¨® la brevedad de Talavante con el tullido tercero. Un tremendo volat¨ªn del toro nada m¨¢s iniciar la faena determin¨® su estado. Antes de tal desaguisado, Talavante lo hab¨ªa recibido con el capote de la forma m¨¢s variada y luminosa posible: ver¨®nicas, chicuelinas, una larga¡repertorio a lo grande. Pero el toro dijo basta tras la costalada y Talavante abrevi¨® como manda la l¨®gica en estos casos.
El sexto, otro de los toros m¨¢s serios, fue recibido por Talavante con lances a una mano. Escena de otros tiempos, con el toro de estos tiempos. Gesto, en todo caso, que se agradece. Un buen toro, sin duda este que cerr¨® la fiesta. Talavante se abri¨® de muleta de la manera m¨¢s original e inspirada posible: un c¨®ctel de derechazos en redondo en combinaci¨®n con las cl¨¢sicas arrucinas, con el remate de uno del desprecio. Para entonces la plaza ya volv¨ªa a ser un clamor. Con el toro muy entregado, la faena recorri¨® mucho ruedo pero tuvo como principal argumento el toreo al natural. Largos, muy est¨¦ticos y mandones. Para que la balanza no pesara m¨¢s de un lado, sobre la derecha destac¨® el empaque en todas las acciones posibles. Y la gente, loca de contenta. Ya con la faena muy cumplida, el toro hizo amagos de marcharse a tablas. Para entonces ya estaba todo el pescado vendido. Una buena estocada puso el colof¨®n a la gran fiesta del toro y toreo moderno.
Babelia
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