Koolhaas construye la plaza p¨²blica de Doha
La Biblioteca Nacional de Catar dise?ada por el creador holand¨¦s es un gesto tan pol¨ªtico como arquitect¨®nico
El boom de la construcci¨®n no enga?a: genera dinero f¨¢cil y digestiones dif¨ªciles. Mejora cuando se construye sin escatimar medios econ¨®micos (es el caso de Doha, la capital de Catar) y cuando los edificios se levantan a partir de un urbanismo que tenga en cuenta a los ciudadanos (no parece, hasta ahora, el caso de Doha).
En los escasos restos de la antigua ciudad de pescadores y cultivadores de perlas que no han sido arrasados, viven hoy los extranjeros (expats) que han levantado f¨ªsicamente la capital en apenas una d¨¦cada. Esos enclaves de calles estrechas e inmuebles bajos azotados por el polvo del desierto mezclan comercio y vivienda y son un modelo sostenible. Los catar¨ªes, que no viven en ellos, han recurrido a ese modelo para algunos desarrollos urbanos, como la r¨¦plica del zoco Souq Waqif o el barrio hist¨®rico de Masheireb, con el que la Qatar Foundation -que ha financiado el viaje de esta periodista- quiere recuperar una memoria y una escala que nunca se debieron perder.
As¨ª, cuando los catar¨ªes, la poblaci¨®n original, y muy privilegiada, del pa¨ªs m¨¢s rico del mundo suma apenas un 12% de los m¨¢s de dos millones de habitantes que tiene Doha, se hace evidente que urge desarrollar la convivencia. Eso es la flamante Biblioteca Nacional que ha dise?ado Rem Koolhaas, un lugar de encuentro. Tambi¨¦n una lecci¨®n de arquitectura.
Si el calor insoportable, de 50 grados, dificulta caminar por Doha seis meses al a?o, que apenas haya aceras y espacios p¨²blicos lo imposibilita. Por eso esta biblioteca de 45.000 metros cuadrados llega para solucionar esa carencia: quiere ser la plaza del pueblo. Tambi¨¦n una escuela comunitaria. No ha habido manera de obtener la cifra, pero podr¨ªamos estar ante uno de los edificios m¨¢s caros del mundo y ante uno de los menos ostentosos. Sus principales aportaciones son urbanismo, educaci¨®n y encuentro social. Si el siglo XXI convierte las antiguas necesidades en lujos, esta biblioteca parece una inyecci¨®n de estabilidad.
Muchos monarcas europeos convirtieron sus cotos privados de caza en parques p¨²blicos. El poder puede ceder privilegios o construir iconos para impresionar a los ciudadanos, para amedrentarlos o para contentarlos. Esta biblioteca responde a la ¨²ltima opci¨®n. M¨¢s que una piedra m¨¢s en la ambiciosa Ciudad de la Educaci¨®n -el gran empe?o de la jequesa Sheikha Moza Bint Nasser- se entiende como los cimientos para la construcci¨®n de un pa¨ªs. Catar -donde la educaci¨®n b¨¢sica y la sanidad son gratuitas para sus residentes- inaugur¨® su universidad -privada- dos a?os despu¨¦s de lograr su independencia, en 1971. Y en 1996 estableci¨® en su territorio la cadena de televisi¨®n Al Yazira.
Su anuncio como sede del Mundial de 2022 coincidi¨® con un llamamiento de la prensa internacional para protestar por las condiciones laborales de muchos de los paquistan¨ªes, indonesios o filipinos que han construido la capital. Aseguran que han tomado nota. Hoy son los expat quienes pasean por la Corniche, junto a la bah¨ªa.
As¨ª, ?en qu¨¦ contribuye la excepcional biblioteca de Koolhaas a la estabilidad de Catar? En ella conviven la arquitectura de vanguardia y el desierto. Eso indica que el edificio no est¨¢ pensado solo para ser fotografiado. Una lamina de hormig¨®n plegada en dos bordes se convierte en el solemne voladizo que comprime el espacio sobre el visitante para conseguir el efecto sorpresa cuando traspasa el umbral y ve alejarse el techo -reflectante- hasta 23 metros de altura. Es dif¨ªcil encontrar en Doha otro lugar en el que la luz -que suele deslumbrar- haya sido m¨¢s cuidada. Los enormes paneles de vidrio corrugado que envuelven el inmueble han sido fabricados en Espa?a por la empresa CRICURSA. Su grosor, y el puntillismo de plata -que reduce su transparencia un 50%- consiguen que el calor no haga estallar el vidrio y rebaja el impacto de la arena en la fachada. Estamos ante un edificio que sabe donde est¨¢ y, en lugar de ignorarlo, ha previsto la convivencia con las dificultades del lugar.
Diversa poblaci¨®n
La segunda convivencia se da entre la diversa poblaci¨®n. La escala de la biblioteca permite la cohabitaci¨®n de ritmos, costumbres y h¨¢bitos sin que ninguno se imponga. Impera el silencio porque su altura es capaz de absorber el ruido, no porque los ni?os no corran entre los libros.
Una tercera convivencia se da entre las terrazas en las que las estanter¨ªas de m¨¢rmol blanco que contienen 875.000 vol¨²menes son un elemento arquitect¨®nico, y el fondo antiguo que, a la manera de un sitio arqueol¨®gico, aparece hundido seis metros en el suelo con las paredes recubiertas de travertino iran¨ª. El mensaje es inmediato: los cimientos quedan claros, pero en lugar de aislar los tesoros, esta biblioteca construye sobre ellos. La egipcio-americana Sohair Wastawy -"la ¨²nica bibliotecaria del mundo que ha inaugurado dos bibliotecas nacionales" -dirigi¨® la de Alejandr¨ªa durante seis a?os-, explica que la conservaci¨®n de incunables del siglo XV es posible, a pesar de estar expuestos, rebajando la iluminaci¨®n y protegi¨¦ndolos con vidrios.
En la senda de la biblioteca que firmara el estudio noruego Snohetta, en el malec¨®n de Alejandr¨ªa, demostrando que, en la era digital, las bibliotecas son un lugar comunitario de encuentro no solo con la cultura, tambi¨¦n entre las personas, la Nacional de Catar pone al d¨ªa los cl¨¢sicos de su g¨¦nero. Revisa la de Asplund, en Estocolmo, multiplicando su superficie y colm¨¢ndola de luz natural. Se opone a la Nacional de Francia de Dominique Perrault, cambiando su introversi¨®n por la extroversi¨®n y marcando un camino para el futuro urbanismo de una ciudad falta de espacios comunitarios.
Construir en el desierto es dif¨ªcil. Pero la biblioteca de OMA no busca ser un oasis, ambiciona ser un modelo que demuestre que el cuidado del usuario tiene m¨¢s poder de convicci¨®n que el rostro del emir, Tamim bin Hamad Al Thani, que saluda desde la mayor¨ªa de los inmuebles de la ciudad.
Espacio c¨ªvico
Cuando el auge de la informaci¨®n digital y el descenso de la lectura amenazaban con convertir las bibliotecas en mausoleos, Rem Koolhaas coloc¨® la P¨²blica de Seattle (2004) a la vanguardia de la arquitectura mundial. Construy¨® un espacio c¨ªvico y puso a la gente a pasear entre libros y a sentarse por el suelo. Tambi¨¦n a aprender de arquitectura contempor¨¢nea. La lecci¨®n de dise?o va de la mano de la oportunidad de convivencia y la monumentalidad arquitect¨®nica se da en el interior de estos lugares capaces de sumarse a la trama urbana, como en Seattle, de no interrumpir el frente mar¨ªtimo, como en la Biblioteca Alexis de Tocqueville en Caen la Mer , Normand¨ªa (2016), o de replegarse para acoger el cambio, como en esta Biblioteca Nacional de Catar.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.