Un gran oasis cultural en la ciudad degradada
Bombas Gens presenta simult¨¢neamente en Valencia la escultura que Cristina Iglesias ha hecho para su nuevo jard¨ªn, una bodega del a?o 1500 y su segunda gran exposici¨®n, compuesta por medio millar de piezas
En el lugar m¨¢s insospechado, las humildes calles de Marxalenes, un barrio de Valencia maltratado por el urbanismo, ha surgido un oasis cultural de envergadura sorprendente. Bombas Gens abri¨® sus puertas en verano y las novedades incorporadas este mi¨¦rcoles, a pocas horas de que la ciudad reciba cientos de miles de visitantes con motivo de las Fallas, confirman que el prometedor arranque del centro no fue un espejismo.
El centro privado con entrada gratuita ha presentado simult¨¢neamente la intervenci¨®n escult¨®rica que Cristina Iglesias ha creado para el nuevo jard¨ªn del complejo, la excavaci¨®n arqueol¨®gica que ha rescatado una enorme bodega construida en la ¨¦poca en que Crist¨®bal Col¨®n realizaba sus primeros viajes a Am¨¦rica, y la segunda gran exposici¨®n organizada por el centro, formada por medio millar de piezas de 50 artistas. Son, sobre todo, fotograf¨ªas de autores como Henri Cartier-Bresson, Robert Frank, Francesca Woodman, Yto Barrada y Joel Meyerowitz, pero tambi¨¦n hay cuadros, dibujos, v¨ªdeos y transparencias procedentes de la colecci¨®n de Bombas Gens, de la que hasta ahora solo se ha mostrado al p¨²blico una fracci¨®n.
La parte trasera de la antigua f¨¢brica estilo art dec¨® que Carlos Gens construy¨® en los a?os treinta ha sido transformada en un jard¨ªn de corte modernista y 1.147 metros cuadrados en cuyo suelo, entre ¨¢rboles frutales y palmeras, se abre la escultura encargada por los due?os de Bombas Gens, Susana Lloret y Jos¨¦ Luis Soler, a la escultora donostiarra Cristina Iglesias.
La obra, titulada A trav¨¦s, se compone de dos acequias de 14 y 11 metros cuadrados en bronce fundido por las que fluye el agua y de cuyo fondo parecen brotar ra¨ªces. Para dise?arla, la artista espa?ola con mayor proyecci¨®n internacional se ha inspirado en el r¨ªo Turia, que corr¨ªa cerca de aqu¨ª hasta que su curso fue desviado tras la inundaci¨®n de 1957, y en las corrientes que cruzan el subsuelo de Valencia, una ciudad que se alza en el lugar donde hace miles de a?os hubo un delta fluvial.
Observar la obra requiere ¡°una espera¡±, dice Iglesias, porque el agua aumenta y disminuye en ciclos, generando un sonido hipn¨®tico y alcanzando picos que transmiten la idea de desbordamiento. ¡°Los cierres laterales de acero crean reflejos que dan continuidad a la pieza. Es una ilusi¨®n que sugiere que el agua contin¨²a hacia m¨¢s all¨¢ de Bombas Gens, hacia esa huerta de Valencia que es tan importante conservar¡±, afirma la artista.
La escultura recuerda a un meandro del Turia, pero Iglesias resalta que no ha seguido los mapas de forma literal. ¡°Hago piezas en otros lugares que hablan de cosas parecidas. De esa naturaleza que est¨¢ bajo todo lo que construimos y lo que pisamos, bajo nuestros pies. Me interesa esa evocaci¨®n, que la experiencia de estar aqu¨ª nos lleve a otro lugar, nos haga pensar que hay un pasado y tambi¨¦n que te lleve dentro de ti mismo¡±.
Algo as¨ª, en versi¨®n fuerte, le pas¨® el el martes al fot¨®grafo estadounidense Joel Meyerowitz, que ha acompa?ado a Iglesias y a los responsables de Bombas Gens en la conferencia de prensa. Meyerowitz, neoyorquino, de 80 a?os, reputado documentalista y considerado uno de los grandes representantes de la street photography, cont¨® que al salir al jard¨ªn y contemplar la escultura sufri¨® un ¡°shock¡±. ¡°Tuve una experiencia que pocas veces me ha sucedido ante una obra extremadamente misteriosa y potente¡±.
Meyerowitz es el protagonista de una subexposici¨®n, con un centenar de obras in¨¦ditas, dentro de la segunda gran muestra que organiza Bombas Gens desde que el centro fue inaugurado. El pulso del cuerpo. Usos y representaciones del espacio, abierta hasta enero de 2019, est¨¢ integrada en total por 500 piezas de los fondos que Lloret y Soler, propietario de un interproveedor de Mercadona (que vende sus productos con las marcas Delipl¨²s y Bosque Verde), han ido reuniendo bajo la gu¨ªa de Vicent Todol¨ª, exdirector de la Tate Modern de Londres.
Seis meses en M¨¢laga
En 1966, con 28 a?os, despu¨¦s de ganar su primer dinero como creador publicitario, Meyerowitz y la que entonces era su esposa dejaron Manhattan, se compraron un Volvo y se lanzaron a recorrer Europa. Llegaron a M¨¢laga con la idea de pasar unas semanas y se quedaron seis meses, cautivados en gran medida por la familia ¡°gitana y flamenca¡± de los Escalona, que los invitaron a cenar en su casa todas las noches. El resultado de aquella estancia que lo cambi¨® para siempre se muestra en Hacia la luz, una serie de fotograf¨ªas que proyectan la idea de un pa¨ªs en cambio, que no parec¨ªa triste, pero tampoco alegre, afirma el fot¨®grafo.
¡°La gente viv¨ªa atrapada en su cotidianeidad. Tengo la impresi¨®n de que aquellas im¨¢genes fueron la respuesta que de joven di a la atm¨®sfera creada por la dictadura, que permeaba todas las vidas¡±. Una sensaci¨®n muy diferente de la que hoy le transmite Espa?a. ¡°Ahora, al caminar por las calles me siento como si estuviera en Italia o en Nueva York. La gente tiene dinero, el suficiente para comprar ropa, comida y entretenimiento, y r¨ªe por la calle, bebe en los bares. Cuando vine por primera vez no era as¨ª¡±.
La nueva exposici¨®n de Bombas Gens, de la que la serie de Meyerowitz es solo una parte, forman un ¡°recorrido por la fotograf¨ªa del siglo XX¡±, se?ala Nuria Enguita, directora del centro. Pero incluye tambi¨¦n pinturas como las de Matt Mullican, una videoinstalaci¨®n, de ?scar Mu?oz, y ensamblajes dif¨ªciles de clasificar, como el ej¨¦rcito de soldaditos de Antonio Miralda.
Vino tinto del siglo XV o XVI
El centro de arte tambi¨¦n ha abierto este mi¨¦rcoles al p¨²blico la impresionante bodega medieval hallada durante la rehabilitaci¨®n de la antigua f¨¢brica de bombas hidr¨¢ulicas. Fechada entre los a?os 1490 y 1510 gracias al tipo de construcci¨®n y los materiales empleados, la bodega conserva el lagar donde se pisaba la uva, el conducto por el que flu¨ªa el mosto, una de las enormes tinajas donde fermentaba y el techo abovedado bajo el que se transformaba en vino.
La arque¨®loga Paloma Berrocal afirma que la acaudalada familia propietaria de la alquer¨ªa, situada fuera de las murallas de Valencia, produc¨ªa all¨ª con casi total seguridad vino tinto, cuya calidad, se atreve a decir, no nos parecer¨ªa hoy muy alta.
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