Los objetos con los que Mir¨® esculpi¨® su leyenda
El Centro Bot¨ªn lleva a Santander un centenar de piezas representativas de todas las etapas del artista
Huesos, cestos de arpilleras, botellas de vidrio, viejas tronas, un silbato, cajas de ensaimadas. Los restos de todo aquello que en alg¨²n momento form¨® parte de la vida de Joan Mir¨® (Barcelona, 1893 - Palma, 1983) y luego habr¨ªa de ser desterrado, se sit¨²a en la base sobre la que cre¨® su fascinante obra escult¨®rica, una forma de expresi¨®n art¨ªstica y po¨¦tica que defini¨® su larga trayectoria de experimentaci¨®n. A aquellos misterios consagra el Centro Bot¨ªn de Santander la nueva exposici¨®n del espacio que sobrevuela la bah¨ªa de Santander: un conjunto de un centenar de obras producidas entre 1928 y 1982 y nunca antes reunidas que se podr¨¢n ver hasta el 2 de septiembre. Coproducida en colaboraci¨®n con la Obra Social La Caixa, aspira a diseccionar el proceso creativo del artista al mostrar junto a las obras finales los materiales cotidianos que las inspiraron, los bocetos preparatorios y pruebas de los trabajos de fundici¨®n. El conjunto lo completan fotograf¨ªas del artista y v¨ªdeos.
La parte cient¨ªfica viene avalada por la comisaria Mar¨ªa Jos¨¦ Salazar, una de las m¨¢ximas expertas en Mir¨®, y por Joan Punyet, nieto del artista y portavoz de la Successi¨® Mir¨®. El resultado es un inmenso bosque dividido en cinco miradores retrospectivos en los que se aprecia el af¨¢n permanentemente del creador por la experimentaci¨®n.
Durante la presentaci¨®n a la prensa en un d¨ªa en el que el Cant¨¢brico se mostr¨® inclemente al otro lado de los grandes ventanales de la fundaci¨®n, Punyet aport¨® algo de calidez al recordar a su abuelo como a un ¡°padre maravilloso¡±. ¡°Tuvo una hija, Dolors, mi madre, y cuatro nietos, dos de ellos fatalmente desaparecidos. En su vida hab¨ªa dos ¨¢mbitos separados por una l¨ªnea endeble que a veces nos dejaba cruzar: la de la familia y la de su obra. Nunca par¨® de trabajar para encontrar un lenguaje universal que fuera la quintaesencia de la po¨¦tica surrealista. Cada d¨ªa, cuando sal¨ªa a pasear, volv¨ªa cargado de tesoros que le serv¨ªan para bucear en los sue?os y descifrar para nuestra mirada las diferentes formas de comprender el arte¡±.
?Y qu¨¦ era lo que m¨¢s sorprend¨ªa al ni?o de todo aquello con lo que el abuelo volv¨ªa a casa? ¡°Los huesos y los esqueletos de animales muertos. Pod¨ªan ser de perros, de cabras, de conejo¡ Todo le ven¨ªa bien y todo ello lo colocaba y ordenaba luego en su estudio como parte de ensamblajes de obras futuras¡±.
¡°En el completo discurso que hemos podido armar, su vinculaci¨®n a la tierra y a la naturaleza es una constante que recorre sus obras, por cierto tituladas todas en franc¨¦s por ¨¦l¡±, a?adi¨® Salazar, que ha dedicado el cat¨¢logo a Emili Mir¨®, nieto mayor del artista. Con ¨¦l, inici¨® el proyecto de esta exposici¨®n hace a?os.
El relato arranca con La danseuse espagnole (1928), m¨¢s una pintura o collage que una escultura, y termina en Personnage (1982), creada a partir de una servilleta que se llev¨® del restaurante barcelon¨¦s La Pu?alada con 90 a?os ya cumplidos. Por el camino, aguardan hitos de su carrera como el grupo de bronces que inicia a finales de los 40 bajo el nombre de Femme, y que retoma peri¨®dicamente con ins¨®litas mezclas de hueso, piedra y hierro; piezas monumentales, como Souvenir de la Tour Eiffel (1977), obra de tres metros de altura concebida con objetos ensamblados; o las esculturas pintadas de 1967. ¡°Aconsejado por su entonces galerista, Pierre Matisse y antes por su amigo Giacometti¡±, recuerda Salazar, ¡°se atrevi¨® a llenar de color sus criaturas. Se expusieron en Nueva York y los coleccionistas se las quitaban de las manos¡±.
La mayor parte de lo expuesto es propiedad de la familia. Punyet Mir¨®, su representante ayer en Santander, asegur¨®, con todo, que, en contra de lo que sucedi¨® con la llegada del color a la obra de Mir¨®, no se trata de renovar el inter¨¦s del mercado por la escultura de su abuelo, sino de colocarla en el contexto de id¨®neo para apreciarla en su justa medida, gracias a una suma de piezas que considera ¡°irrepetible¡±. ¡°La cotizaci¨®n de la pintura de mi abuelo es muy superior a la escultura. Es otro mundo¡±, explica. ¡°Nosotros queremos que difunda a fondo todo Mir¨®. Este verano tendremos listo el cat¨¢logo de dibujos y el 1 de octubre el Grand Palais de Par¨ªs conmemora la antol¨®gica que le dedicaron en 1976. Ser¨¢ la mayor exposici¨®n que se le ha dedicado nunca a mi abuelo¡±, anuncia.
El cap¨ªtulo de lo que queda de Mir¨® por venir lo completa la puesta en marcha de la tercera fundaci¨®n dedicada al artista. Estar¨¢ en la mas¨ªa familiar de Mont-roig (Tarragona), un lugar en el que se mostrar¨¢ una selecci¨®n de obras y en el que, a diferencia de Palma o Barcelona, no habr¨¢ exposiciones temporales. Las ¨²ltimas noticias en torno al artista, al menos de momento, pasan por Madrid. Hablan de la creaci¨®n de un eje Mir¨®, que recorra la Castellana desde el Reina Sof¨ªa, museo al que la familia realiz¨® una donaci¨®n en 1985, la Fundaci¨®n Mapfre, donde se exponen con car¨¢cter permanente 65 piezas del pinto, hasta el palacio de Exposiciones y Congresos, donde desde 1979 est¨¢ uno de sus murales.
Babelia
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