El alma japonesa de Van Gogh
El museo del pintor en ?msterdam muestra la profunda influencia del arte nip¨®n durante su etapa en Arl¨¦s
La cartas remitidas por Vincent van Gogh a su hermano Theo son un documento hist¨®rico porque reflejan sus sue?os, necesidades, derrotas y vuelta a empezar. Tambi¨¦n algunos descubrimientos gozosos. El japonismo es uno de ellos, y el entusiasmo con que el pintor absorbe los temas, est¨¦tica y t¨¦cnicas niponas est¨¢ claro: ¡°El arte japon¨¦s es algo as¨ª como los primitivos, como los griegos, como nuestros antiguos holandeses, Rembrandt, Hals...¡±, escribe en julio de 1888. La pasi¨®n es rec¨ªproca, porque el p¨²blico japon¨¦s predomina en el museo del artista en ?msterdam, que presenta ahora esa relaci¨®n con ayuda de los museos Nacional y Metropolitano de Arte de Tokio, y el de Arte Moderno de Sapporo.
Van Gogh y Jap¨®n muestra 60 lienzos y dibujos del holand¨¦s y 150 de las 660 l¨¢minas orientales que coleccion¨®. Aunque el pintor nunca viaj¨® all¨ª, estudi¨® a fondo el trazo y colorido de los grabados. Copi¨® geishas, kimonos y abanicos hasta desarrollar lo que los expertos denominan ¡°una mirada japonesa¡±. ¡°Su trabajo es tan sencillo como respirar, y pueden hacer una figura como si estuvieran abroch¨¢ndose el chaleco¡±, le dice a Theo en otra misiva. Como puede verse en la muestra en Jard¨ªn de ciruelos en Kamata (1857), de Utagawa Hiroshige, uno de los maestros del ukiyo-e, las estampas realizadas con xilograf¨ªa (impresi¨®n con plancha de madera).
A Van Gogh la naturaleza le parec¨ªa el ¨²nico lugar habitable, pero no fue el ¨²nico artista de su ¨¦poca seducido por Jap¨®n. En 1854, en el periodo Meiji, la sociedad nipona pas¨® del feudalismo a abrirse al mundo, y en Europa proliferaron las exposiciones de sus grabados. ¡°Fueron una revelaci¨®n para los artistas europeos. ?l lo idealiz¨® e hizo suyos los motivos representados en su segunda etapa, en Arl¨¦s¡±, dice Nienke Bakker, comisaria de la muestra.
Es en esta etapa en la localidad francesa de Arl¨¦s sobre la que planea una de las sombras m¨¢s oscuras de la vida del artista. All¨ª estaba cuando se cort¨® la oreja despu¨¦s de un encontronazo con el pintor Paul Gauguin.
El autorretrato de 1889 que le muestra vendado se ha llevado a la exposici¨®n desde la Courtland Gallery, de Londres, no hab¨ªa salido de Reino Unido desde 1955. ¡°A pesar de la herida, se retrata con una l¨¢mina japonesa detr¨¢s, se?al de su esperanza en el arte¡±, explica la experta. Cuelga junto a otro pr¨¦stamo se?alado. De nuevo un Autorretrato, esta vez rapado como un monje budista.
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