Mi vida con Pell¨¦as
El bar¨ªtono franc¨¦s Le Roux narra su relaci¨®n con la ¨®pera de Debussy, la ¨²nica que le resulta esencial junto con las de Mozart
Pell¨¦as et M¨¦lisande, de Debussy, es la obra l¨ªrica que me ha acompa?ado durante toda mi carrera. Al principio cant¨¦ el papel de Pell¨¦as durante 10 a?os (de 1985 a 1995), y despu¨¦s, el de Golaud (de 1997 a 2012). Me es una obra muy querida y, junto con las ¨®peras de Mozart, creo, la ¨²nica que me resulta esencial (una especie de casa de la que tengo la llave).
Sin embargo, cuando Simone F¨¦jard (1911-2012), la gran coach francesa, me sugiri¨® prepararla, creo que en 1980, tuve miedo. De entrada, porque era la primera ¨®pera que hab¨ªa visto (en 1969, en la Op¨¦ra-Comique de Par¨ªs, ?con los decorados del estreno!), a los 14 a?os, y porque entonces me hab¨ªa parecido mal teatro (yo era un aficionado al teatro dram¨¢tico). Luego porque, siendo bar¨ªtono, sab¨ªa de o¨ªdas que Pell¨¦as es un papel de una tesitura extrema (va del do grave al la agudo). Pero Simone me propuso trabajarlo con ella y, durante dos a?os y medio, recorrimos la obra en todas sus dimensiones. Ning¨²n int¨¦rprete digno de este nombre ha podido memorizar esta obra con la misma facilidad que cualquier otra del repertorio. Y es que la interpenetraci¨®n del pensamiento, de las palabras y de la m¨²sica es total y ¨²nica (dentro del repertorio franc¨¦s, en todo caso). De ah¨ª esta duraci¨®n inhabitual de su aprendizaje
La ¡°psicolog¨ªa¡± de los personajes, relacionada con la experiencia vivida de cada uno de ellos, tal como la ense?a generalmente la t¨¦cnica teatral o cinematogr¨¢fica, no puede ser una clave. ?Por qu¨¦? Porque el teatro de Maeterlinck, por m¨¢s que parezca estar relacionado con el teatro burgu¨¦s, y aun con la comedia ligera (aparecen en escena el marido, la mujer, el amante, la familia¡), supone en realidad una desviaci¨®n, que no consiste ni en una tragedia propiamente dicha ni en un melodrama; busca superar las apariencias, ahondando en lo no dicho, la mentira, el misterio. Debussy, el m¨¢s literario de los m¨²sicos franceses, comprendi¨® esto tan bien que invent¨® un modo de expresi¨®n y una lengua musical que se corresponden con este teatro y con lo que ¨¦l pensaba que pod¨ªa hacer la m¨²sica (como ¨¦l mismo dijo, ¡°ir all¨ª donde las palabras son incapaces de expresar¡±). El drama de Maeterlinck es, sin duda, el soporte que buscaba, situando al hombre (y a la mujer) en el centro de un enigma m¨²ltiple.
Es necesario que el int¨¦rprete cantante sea a la vez m¨¢s ¡°instrumental¡± (o menos solista, en el sentido histri¨®nico del t¨¦rmino) y m¨¢s permeable a la materia misma de la obra, esa liquidez de la que tanto se ha hablado. Puede decirse que la orquesta desempe?a el papel tan maeterlinckiano del destino, del fatum, o de otro deus ex machina invisible, contra el que cada personaje act¨²a o reacciona, o, como a veces se dice, ¡°es actuado¡±. Para el cantante, esto implica poder deslizarse dentro de la orquesta, o emerger de ella, o elevarse desde ella, alternativamente. Ello da lugar a una utilizaci¨®n de los colores, del fraseo, que no es nunca independiente del resto de los elementos de la obra. Se trata, por tanto, de conocer no solamente tu parte, sino toda la partitura, incluida la orquesta. Porque las r¨¦plicas cantadas no se responden siempre directamente y los ¡°mon¨®logos¡± cantados son, de hecho, superficies visibles (audibles) que reposan sobre abismos musicales. El cantante debe ser instrumental, esto es, el color vocal debe aplicarse a frases muy largas, sin que el acento surja de una s¨ªlaba aislada. El cantante debe verificar de o¨ªdo que su voz se mantiene igual, y con el mismo color, a lo largo de toda una frase que a menudo no est¨¢ constituida por una sola r¨¦plica o incluso por diversas r¨¦plicas sucesivas o separadas unas de otras, sino que ¡°fluye¡± de un personaje a otro, o de la orquesta al canto.
El resultado es que, una vez que te has ¡°apropiado¡± de la obra, ya no es posible dar marcha atr¨¢s. Es una adicci¨®n, e incluso hoy d¨ªa no puedo ir a ver una representaci¨®n de Pell¨¦as et M¨¦lisande en un estado de total relajaci¨®n: tanto es lo que me ha impregnado. Afortunadamente, puedo ense?arla y se trata de una dicha renovada, donde vuelve a surgir la ¡°intoxicaci¨®n¡±, y puede ser comunicada. Haber vivido realmente Pell¨¦as et M¨¦lisande supone plantear preguntas sin cesar y no encontrar nunca una sola respuesta, sino pistas infinitas de exploraci¨®n musical, sensorial y po¨¦tica. ?Una obra ¨²nica, verdaderamente!
Fran?ois Le Roux es un bar¨ªtono franc¨¦s, int¨¦rprete del papel de Pell¨¦as en la cl¨¢sica grabaci¨®n de ¡®Pell¨¦as et M¨¦lisande¡¯ dirigida por Claudio Abbado (Deutsche Grammophon).
Traducci¨®n de Luis Gago.
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