Fernando VII, de cerca
Vengativo y c¨ªnico pero no tonto. As¨ª retrata Emilio La Parra, ¨²ltimo premio Comillas de biograf¨ªa, a uno de los personajes m¨¢s impopulares de la Espa?a moderna

En 2002 el historiador Emilio La Parra fue finalista del Premio Comillas por Manuel Godoy. La aventura del poder; en 2017 ha obtenido el galard¨®n por Fernando VII. Un rey deseado y detestado. A lo largo de bastantes a?os ha indagado en una de las m¨¢s cenagosas ¨¦pocas de la historia de Espa?a y buena parte de su excelente trabajo se resume en estas biograf¨ªas de los dos personajes m¨¢s impopulares de la Espa?a moderna.
Uno y otro fueron v¨ªctimas de campa?as de descr¨¦dito que estrenaron ¡ªen una Espa?a todav¨ªa muy arcaica¡ª el poder de la propaganda pol¨ªtica. Uno de los mayores m¨¦ritos de ambos libros ha sido tener muy presentes los estados de la opini¨®n p¨²blica, agitada a la par por la fabricaci¨®n de la mitolog¨ªa de una guerra de Independencia. En el caso de Manuel Godoy, La Parra logr¨® mostrar c¨®mo ¡ªa despecho de calumnias y medias verdades¡ª el reinado de Carlos IV culmin¨® el m¨¢s admirado de Carlos?III y que el Pr¨ªncipe de la Paz, atrevido, ambicioso y dilapidador, fue un ilustrado cabal, leal al monarca y no falto de visi¨®n pol¨ªtica en un tiempo dominado por la ambici¨®n insaciable de Napole¨®n. La visi¨®n m¨¢s ponderada de Godoy ya se ha abierto camino, pero no hay lugar para el rescate del ¡°rey fel¨®n¡± cuya damnatio memoriae parece completa: la estatua que le erigi¨® Barcelona en 1831 anda rota en un convento sevillano de clarisas, al igual que se retir¨® en 2004 la que el pueblo madrile?o de Navas del Rey soportaba desde 1815; la calle de Fernando que le dedic¨® la Barcelona de 1822 cambi¨® de designaci¨®n un par de veces y se catalaniz¨® en los a?os ochenta como Carrer de Ferran.
No hay mucho que objetar a la sentencia del tiempo. La Parra ha contado minuciosamente las dos intentonas del pr¨ªncipe Fernando para desalojar del poder a sus padres (y, de paso, al odiado Manuel Godoy); lo logr¨® la segunda ¡ªel mot¨ªn de Aranjuez (1808)¡ª y el liberal Manuel Jos¨¦ Quintana celebr¨® aquella algarada tabernaria, pagada por la nobleza fernandina, como Revoluci¨®n de Marzo: ¡°?Conque puede dar ya el labio m¨ªo?/ el nombre augusto de la patria al viento?¡±, propon¨ªa el despistado poeta. Apenas unos d¨ªas despu¨¦s, Napole¨®n llam¨® a la familia real a Bayona y mientras Murat sofocaba la sublevaci¨®n de Madrid, Carlos y Fernando abdicaron. En 1813, Fernando pact¨® con Napole¨®n su regreso a Espa?a como rey absoluto y comenz¨® a reclamar dineros a sus s¨²bditos: ¡°Si tengo un pueblo digno de m¨ª, yo lo soy de ¨¦l, que he nacido para reinar sobre los espa?oles¡±. De ¡°verg¨¹enza¡± y ¡°extorsi¨®n¡± califica La Parra los manejos que dieron paso a una ¡°vuelta al absolutismo racionalista de inspiraci¨®n iusnaturalista¡±, como se precisa en uno de los m¨¢s clarividentes cap¨ªtulos de esta biograf¨ªa.
En 1813, Fernando VII pact¨® con Napole¨®n su regreso a Espa?a como rey absoluto y comenz¨® a reclamar dineros a sus s¨²bditos
Tres meses se demor¨® la comitiva regia de 1814 antes de llegar a Madrid, donde muy pronto la prisi¨®n de los diputados de las Cortes de C¨¢diz avis¨® del cambio de tornas. Pero a nadie le import¨®: ni a la Francia derrotada, ni al brit¨¢nico Wellington (vencedor de la Peninsular War), ni a los reunidos en el Congreso de Viena para preparar una paz (y una restauraci¨®n) en la que Espa?a no contaba. Las desdichas se enhebraron una tras otra: la rebeli¨®n y p¨¦rdida del imperio americano, la crisis de la econom¨ªa, la proliferaci¨®n de instancias represivas (Voluntarios Realistas, Paisanos Armados, Junta de Purificaci¨®n, Junta Apost¨®lica, Sociedad del ?ngel Exterminador¡) y, entre sermones incendiarios del clero, hasta la Inquisici¨®n fue reinstaurada en 1814.
El autor, que ha manejado los desconocidos y numerosos papeles privados del rey (y sus esposas), ha retratado moralmente al personaje, m¨¢s all¨¢ de su poco agraciado perge?o f¨ªsico: vengativo y cruel, imbuido de su poder, c¨ªnico y cobarde a menudo, pero no tonto. Satisfizo a sus cuatro esposas (y a bastantes amantes), y como escribi¨® la segunda de aquellas, Mar¨ªa Josefa de Sajonia, fue ¡°excelente como hombre particular¡±. Compraba muchos libros y no malos, aunque parece que lo que m¨¢s le divert¨ªa era abrir los pliegos cuando estaban intonsos. Dej¨® que le devolviera el poder un ej¨¦rcito extranjero (bajo la direcci¨®n pol¨ªtica de Chateaubriand) y su incuria, m¨¢s que su c¨¢lculo, permiti¨® que gobernaran en la ¡°d¨¦cada ominosa¡± (1823-1833) personajes ¡°impregnados de la cultura de servicio al Estado¡± del regalismo ilustrado¡ Solo el paso del tiempo hizo lo dem¨¢s: la racionalizaci¨®n del poder impuso la creaci¨®n del Consejo de Ministros, el primer esbozo de un banco central, el primer C¨®digo de Comercio y un Tribunal de Cuentas, o una Ley de Minas. Y como se suprimi¨® la Inquisici¨®n, se cre¨® una Superintendencia de Polic¨ªa cuyos objetivos fueron la defensa de la propiedad, el mantenimiento del orden y la vigilancia pol¨ªtica. Fernando cas¨® por ¨²ltima vez en 1830, con Mar¨ªa Cristina de Borb¨®n, y tuvo un descendiente viable: la futura Isabel II. Muri¨® antes de la cincuentena y sus ¨²ltimos esfuerzos fueron para asegurar que le sucediera Isabel frente a las esperanzas de su hermano, Carlos Mar¨ªa Isidro, que hab¨ªa sido compa?ero inseparable y acab¨® desterrado en los Estados Pontificios. La ni?a no ser¨ªa ni un dechado de virtudes ni una buena monarca, pero, a trancas y barrancas (y tras dos guerras m¨¢s), el pa¨ªs no volvi¨® a las tinieblas del absolutismo. Fue el ¨²nico servicio de aquel monarca cuya biograf¨ªa se ha convertido ahora en 600 p¨¢ginas documentad¨ªsimas, muy bien pensadas y muy ¨¢gilmente escritas.
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Autor: Emilio La Parra .
Editorial: Tusquets Editores S.A (2018).
Formato: versi¨®n kindle y tapa blanda (760 p¨¢ginas)
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