La vida literaria, al desnudo
Los hermanos Goncourt retrataron sin tapujos las letras francesas del siglo XIX. Una antolog¨ªa da cuenta de sus famosos diarios
D¨ªas despu¨¦s de la muerte de Edmond de Goncourt, ocurrida el 16 de julio de 1896, a los 74 a?os, se le¨ªa su testamento, donde daba instrucciones sobre qu¨¦ hacer con sus manuscritos y en particular con su Diario, un proyecto concebido inicialmente por su hermano Jules y que a su muerte ¨¦l proseguir¨ªa hasta el final de su vida. En el testamento se dice: ¡°Despu¨¦s de mi muerte, se encontrar¨¢ en mi peque?o armario de marqueter¨ªa, situado en mi gabinete de trabajo, una serie de cuadernos que llevan por t¨ªtulo Diario de la vida literaria, empezado por mi hermano y yo el 2 de diciembre de 1851¡±. Edmond quer¨ªa que aquellos cuadernos fueran recogidos inmediatamente, sellados y depositados en la notar¨ªa Duplan hasta pasados 20 a?os, despu¨¦s de los cuales deb¨ªan enviarse al departamento de manuscritos de la Biblioteca Nacional, donde podr¨ªan ser consultados y publicados. Edmond donaba asimismo a la proyectada Academia de los Goncourt lo m¨¢s valioso de su colecci¨®n de arte y los aguafuertes de Jules al objeto de poder financiar en el futuro la publicaci¨®n de sus obras, como a la larga as¨ª ocurri¨®. Pero aquel testamento fue impugnado al d¨ªa siguiente por la familia, furiosa de verse despose¨ªda de un importante legado que cre¨ªa suyo.
Es solo un ejemplo de las dificultades a las que tuvo que enfrentarse el Diario de los dos hermanos, cuya publicaci¨®n suscitaba enconadas protestas por parte incluso de sus amigos (Taine, Renan, Poincar¨¦), que se sab¨ªan injustamente tratados en sus p¨¢ginas: la versi¨®n ¨ªntegra no se publicar¨ªa hasta 1956, establecida por el admirable Robert Ricatte. Se reprochaba a los Goncourt la maledicencia, el querer que su nombre pasara, a toda costa, a la posteridad y sobre todo recoger en su Diario el contenido de las llamadas cenas Magny, cuando, dos veces al mes, los dos hermanos se ve¨ªan, en la Rue Mazet, con los escritores m¨¢s conocidos de su tiempo (Taine, Renan, Gautier, Flaubert, Sainte-Beuve, a veces George Sand): plagadas de an¨¦cdotas y juicios fruto del relajamiento que genera saberse entre amigos, aquellas no eran conversaciones pensadas para salir de las cuatro paredes del restaurante Magny. Pero los dos hermanos, en particular a partir de 1863, empezaron a recoger sistem¨¢ticamente lo que aquellos hombres dec¨ªan (Sand apenas interviene y se la oye decir que si no fuera por Flaubert no acudir¨ªa). Ayer vi¡, se dice que¡, no sab¨¦is¡ Chismes, chismes, chismes. La gloria literaria era, en efecto, para los dos hermanos solteros una obsesi¨®n, la obsesi¨®n de una cierta inmortalidad, de no desaparecer del todo con la muerte, e hicieron todo lo posible para alcanzarla, ni que fuera observ¨¢ndola atentamente en sus contempor¨¢neos. Pero hay otra forma de pensar en su Diario y es admirar su preocupaci¨®n por la verdad. Aunque las m¨¢s de las veces sea una verdad cruda o desagradable, incluso hiriente. ¡°Ni que sea una millon¨¦sima parte de la verdad, qu¨¦ dif¨ªcil es decirla, y ?qu¨¦ cara la pago! No importa, yo amo esta verdad que la vida permite y busco c¨®mo decirla, aunque sea en la dosis de un gr¨¢nulo homeop¨¢tico¡±, anotar¨¢ Edmond en 1887. Una verdad pues exenta de maquillaje, sin la acostumbrada indulgencia con que la literatura trataba, ahora ya no, a los suyos, su mundo, la vida literaria. Los Goncourt ofrecer¨¢n ¡ªno siempre¡ª la otra cara de la luna: la sordidez, la mezquindad, las envidias, las debilidades, el trato con prostitutas, la mediocridad. Toda esa comedia humana que ellos ven con la mayor frialdad y que compensan est¨¦ticamente con su amor por la pintura, el siglo XVIII y la corte de Versalles.
Pero la historia de la traducci¨®n al castellano del Diario es desdichada. Nadie se ha atrevido hasta ahora a una versi¨®n ¨ªntegra de las 3.500 p¨¢ginas editadas por Ricatte, la ¨²nica que puede hacer justicia a la obra. Nos pasa con este libro como nos pas¨® con las Memorias de Casanova (hasta que Atalanta no se decidi¨® a editarlas cuidadosamente), con la biograf¨ªa de Samuel Johnson escrita por James Boswell (aqu¨ª fue Acantilado) o los Ensayos de Montaigne (Acantilado, Galaxia Gutenberg): obras de referencia, cl¨¢sicos archicitados de la literatura europea pero faltos hasta fechas recientes de una pulcra edici¨®n. Nos queda pendiente el Diario de los Goncourt.
Desde 1925, fecha de una primera y breve antolog¨ªa de este, se han hecho varias tentativas que no logran captar el esp¨ªritu de aquella mordaz escritura: hay demasiada diferencia entre el volumen de texto real y el seleccionado. La propuesta de Renacimiento, seg¨²n la selecci¨®n llevada a cabo por Jos¨¦ Havel, es insuficiente para saciar una curiosidad media sobre el libro y los autores. Es una antolog¨ªa tan recortada de los a?os comprendidos entre 1851 hasta 1870 que dif¨ªcilmente podemos hacernos una idea de su ambici¨®n moral. Tampoco me parece justo cortar las entradas, en todo caso puede abreviarse su n¨²mero, pero una entrada de diario es una unidad literaria, como lo puede ser un poema o un cuento. No podemos cortar el flujo de la inspiraci¨®n sin desarmar el resultado. Dicho esto, me parece un acierto que la edici¨®n llegue hasta la muerte de Jules, en 1870 a causa de la s¨ªfilis. Ten¨ªa 40 a?os y deja a su hermano mayor desarbolado, una herida que nunca lograr¨ªa superar. Los dos hermanos eran una sola unidad de pensamiento. Pero cuando Edmond toma la pluma el Diario sube muchos enteros: de los dos ¨¦l era el escritor, aunque su proceso de gemelizaci¨®n, que arranca con la muerte de la madre, los llevara a una asombrosa fusi¨®n. Los lectores podr¨¢n comprobarlo.
COMPRA?ONLINE 'DIARIO: MEMORIAS DE LA VIDA LITERARIA'
Autor: Jules de Goncourt.
Editorial: Editorial Renacimiento (2017).
Formato: tapa blanda (376 p¨¢ginas)
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