La fragilidad del se?or Cotillard
La pel¨ªcula es una estupenda reflexi¨®n sobre la vanidad de los int¨¦rpretes
La autoficci¨®n, g¨¦nero literario tan antiguo como Miguel de Unamuno pero muy en boga en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, ha ido llegando tambi¨¦n al audiovisual. A la televisi¨®n, donde obras como ?Qu¨¦ fue de Jorge Sanz? avanzaron en un terreno donde la pionera Seinfeld y, posteriormente, Louie han ejercido de paradigma c¨®mico. Y al cine, donde a pel¨ªculas se?eras como Caro diario y Abril, de Nanni Moretti, se une ahora el actor y director franc¨¦s Guillaume Canet, autor de una estruendosa paliza contra s¨ª mismo, pat¨¦tica, c¨®mica y sin contemplaciones: Cosas de la edad, el retrato de la etapa de derrumbamiento de una estrella que, a los 43 a?os, y estabilizado en una aparentemente feliz vida familiar, empieza a no verse y a no ser visto por su p¨²blico como alguien joven, como ¡°alguien con rock & roll¡±.
COSAS DE LA EDAD
Direcci¨®n: Guillaume Canet.
Int¨¦rpretes: Guillaume Canet, Marion Cotillard, Jeanne Damas, Gilles Lellouche.
G¨¦nero: comedia. Francia, 2017.
Duraci¨®n: 123 minutos.
Cu¨¢nto hay de verdad y de invenci¨®n en la crisis de Canet es casi lo de menos porque, a pesar de los elementos bufos y de la autoparodia, si no la ha sufrido ¨¦l, la habr¨¢ soportado otro de su estilo, y las situaciones y sentimientos internos experimentados tienen la suficiente cuota de credibilidad para confirmarse como reconocibles en un mundo tan cargado de imposturas como el de la interpretaci¨®n. As¨ª, al tiempo que autoficci¨®n par¨®dica sin piedad, la pel¨ªcula es una estupenda reflexi¨®n sobra la vanidad de los int¨¦rpretes, su inestabilidad, y la fragilidad que conlleva un oficio donde al menor tropiezo puede cundir una alarmante p¨¦rdida de confianza.
De hecho, la mera existencia de una pel¨ªcula como ¨¦sta implica ya abundantes dosis de petulancia. Y, sin embargo, la absoluta carencia de autocomplacencia en el discurso sobre el yo de Canet revela no solo una enorme capacidad para componer situaciones que, partiendo de lo ordinario y llev¨¢ndolas hasta el absurdo, est¨¢n dotadas de una impagable comicidad, sino sobre todo una regocijante falta de pudor para autoflagelarse y re¨ªrse de s¨ª mismo y de los que le rodean, benditos c¨®mplices de su sentido del humor. Particularmente su pareja y madre de su hijo ¡ªuna estrella del cine a¨²n mayor: Marion Cotillard¡ª, protagonista de algunos de los mejores gags de la funci¨®n.
El ¨²nico problema de Cosas de la edad es que, llegada la hora y diez de pel¨ªcula, minuto arriba o abajo, y expuestos con brillantez su objetivo y su representaci¨®n, parece el momento de ir reculando e irse deslizando hasta el desenlace. Sin embargo, la historia contin¨²a otra media hora con el desbarre, hasta la extravagancia m¨¢s sangrante. Algo tan discutible para su pel¨ªcula como honroso para su persona y para su exhortaci¨®n sobre el culto al cuerpo y a la imagen: primero, porque evidencia una sinceridad digna de elogio; y segundo, porque, pese a sus aparentes dosis de exageraci¨®n, hay gente de su mundo, y de otros mucho m¨¢s cercanos y cotidianos, que ha llegado a semejantes cotas de rid¨ªculo, y sin tener que adentrarse en el terreno de la autoficci¨®n art¨ªstica.
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