La venganza eterna de I?igo Montoya
¡®La princesa prometida¡¯, el cl¨¢sico de humor ¨¦pico fant¨¢stico de William Goldman que Rob Reiner llev¨® al cine, resucita en su 45? aniversario
Hay una regla no escrita seg¨²n la cual toda buena historia infantil debe nacer en voz alta. Es decir, debe nacer como el cuento que le cuentas a alguien, o, en su defecto, como un juego. Pensemos en el origen de Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas ¨C el matem¨¢tico Charles L. Dodgson, futuro Lewis Carroll, la improvis¨® en un viaje en barco para que tres hijas de un amigo no se aburrieran m¨¢s de la cuenta ¨C, o en el de Peter Pan ¨C J. M. Barrie lo improvis¨®, tambi¨¦n, para los hermanos Llewelyn Davies, a quienes nada les gustaba m¨¢s que interpretar todo tipo de obras de teatro en una suerte de sal¨®n dedicado en exclusiva a dicho asunto en su propia casa ¨C. La princesa prometida, un cl¨¢sico de la (meta) literatura ¨¦pico fant¨¢stica y, tambi¨¦n, del humor, ese delicioso humor brit¨¢nico ¨C que es capaz de llamar Buttercup, algo as¨ª como Pastelito, a la princesa prometida en cuesti¨®n ¨C insobornablemente brillante, no es una excepci¨®n. William Goldman, su autor, no ten¨ªa, en el momento en que decide intervenir su novela favorita, como hace creer en el curios¨ªsimo pr¨®logo ¨C en realidad, parte de la obra ¨C, un hijo, sino dos, y no chicos sino chicas, a las que cont¨® la historia de Buttercup, la lechera a la que el amor, correspondido hasta su supuesta muerte, por un mozo de labranza ¨C Westley ¨C convirti¨® en la m¨¢s hermosa del reino, antes de que se ¨¦sta se hiciese papel, y casi instant¨¢neamente, ocupase un lugar predominante entre los cl¨¢sicos (descacharrantes) de la literatura fant¨¢stica.
Hoy, 45 a?os despu¨¦s de que saliera, por primera vez, de imprenta ¨C fue publicada originalmente en 1973 ¨C, y 28 m¨¢s tarde de que llegara a librer¨ªas espa?olas, tan fascinante artefacto, obra del guionista que se llev¨® un Oscar por Dos hombres y un destino y que luego firm¨® libretos como el de la primera versi¨®n de Las mujeres perfectas de Ira Levin ¨C entonces llamada Las esposas de Stepford ¨C, el del cl¨¢sico de Stephen King Misery, el de Todos los hombres del presidente ¨C que le vali¨® su segundo Oscar ¨C y hasta el de El indomable Will Hunting ¨C s¨ª, nunca ha quedado claro cu¨¢nto le debe ese gui¨®n a Goldman y cu¨¢nto a Ben Affleck y Matt Damon ¨C, ha vuelto en una cuidada edici¨®n de ?tico de los Libros que incluye el cap¨ªtulo extra que Goldman escribi¨® con motivo del 25 aniversario y que lleva por t¨ªtulo El beb¨¦ de Buttercup. T¨ªtulo francamente sugerente para los cientos de miles, de millones, de fans de la novela, que Rob Reiner convirti¨® en un cl¨¢sico del cine de fantas¨ªa una d¨¦cada m¨¢s tarde, en 1987, con una jovenc¨ªsima Robin Wright en el papel de Buttercup. No le fue f¨¢cil hacerse con el papel. Compiti¨® con otras 500 actrices. Entre ellas estaban las por entonces tambi¨¦n jovenc¨ªsimas Meg Ryan, Uma Thurman, Courtney Cox y Whoppie Goldberg.
El ¨¦xito de la pel¨ªcula ¨C que existe s¨®lo porque Reiner amaba y sigue amando con locura la narrativa de William Goldman; admite que es su autor favorito y que, como en un juego de espejos, fue su propio padre quien le regal¨® la novela, aunque nunca ha dicho que se la leyera en voz alta, como ocurr¨ªa con el padre del supuesto William Goldman que reescribe la historia supuestamente tambi¨¦n escrita por el tal S. Morgenstern ¨C fue en su momento m¨¢s que moderado, modest¨ªsimo. Pero, como tambi¨¦n ocurre con los cl¨¢sicos de culto, el tiempo ha jugado a su favor, y hoy su encanto sigue intacto. A Mandy Patinkin ¨C el Saul Berenson de Homeland ¨C a¨²n le piden de vez en cuando que repita aquello de: ¡°Hola, me llamo ??igo Montoya, t¨² mataste a mi padre, prep¨¢rate a morir¡±. Como los fans del tambi¨¦n cl¨¢sico de culto The Rocky Picture Show, los de La princesa prometida han llegado a memorizar todas y cada una de sus l¨ªneas de di¨¢logo. Rob Reiner explicaba, al cumplirse el 30 aniversario del estreno, hace meses, que en una ocasi¨®n se le acerc¨® una mujer para contarle que hab¨ªa mantenido con vida a un grupo de esquiadores que quedaron atrapados en la nieve por culpa de un alud recitando la pel¨ªcula al completo y evitando que cayeran en un letargo que podr¨ªa haberles costado la vida antes de que llegasen los helic¨®pteros de rescate.
El bautismo del libro fue cosa de las hijas
El nombre del tal Simon Morgenstern, supuesto autor del libro intervenido en La princesa prometida es un homenaje a Johann Karl Simon Morgenstern, que acu?¨® el t¨¦rmino bildungsromano novela de formaci¨®n.
El t¨ªtulo de la novela es cosa de sus hijas. Una quer¨ªa que le contara una historia de una princesa, y la otra, de una prometida ¡ªo novia, bride, en ingl¨¦s¡ª. A William Goldman se le ocurri¨® contar una historia que uniese los dos deseos.
HBO prepara un documental, de estreno inminente, sobre Andr¨¦ Ren¨¦ Roussimoff, m¨¢s conocido como Andr¨¦ el Gigante, que, adem¨¢s de uno de los secundarios de lujo de la cinta en cuesti¨®n, fue una de las primeras y m¨¢s grandes estrellas del wrestling en Estados Unidos. Carey Elwes (Westley) escribi¨® un libro sobre el making of de la pel¨ªcula que se public¨® hace cuatro a?os (y que a¨²n no ha sido traducido al espa?ol), y cada vez que Wright habla de ella lo hace como si el tiempo no hubiera pasado, como si hubiera salido ayer del set de rodaje. ¡°?ramos como una familia¡±, recordaba la actriz en una entrevista en televisi¨®n, con motivo precisamente del 30 aniversario del estreno de la pel¨ªcula. Pero no hay que olvidar que, detr¨¢s del cl¨¢sico cinematogr¨¢fico, est¨¢ el cl¨¢sico (mutante) literario, que Goldman concibi¨® como una parodia de los libros de fantas¨ªa ¨¦pica en general, y, por las referencias concretas a lo aburrido de ciertos tramos del supuesto libro escrito por Morgenstern que ¨¦l reescribe, mejor, recorta, al aparentemente imbatible J. R. R. Tolkien en particular. Un Tolkien que hubiese nombrado a sus reinos como c¨¦lebres (entonces) monedas, empezando por el Flor¨ªn.
Dijo Goldman que Tennessee Williams siempre dec¨ªa que hab¨ªa un momento en toda obra de teatro en que la obra abr¨ªa la puerta y te dejaba entrar, como autor. En su caso, La princesa prometida se abri¨® despu¨¦s de escribir el primer cap¨ªtulo (dedicado a Buttercup) y cuatro p¨¢ginas del segundo. ¡°Entonces se me apareci¨® ese otro yo en Beverly Hills, decidido a regalarle a su hijo un ejemplar de su libro favorito, precisamente el libro que estaba escribiendo, La princesa prometida, s¨®lo que eliminando las partes que me hab¨ªan aburrido, y la novela se abri¨® ante m¨ª. Nunca me hab¨ªa pasado nada igual. Y nunca ha vuelto a pasarme¡±. Lo que nunca sabremos es el aspecto que hubiera tenido La princesa prometida en manos de Fran?ois Truffaut. Hay una leyenda que dice que fue uno de los primeros directores en enamorarse de la novela. En parte, porque era ¡°inadaptable¡±. No contaban con el genio (inagotable) de Goldman.
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Autor:?William Goldman?
Editorial: ?tico de los libros
Formato: Tapa dura (392 p¨¢ginas)
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