Vivir y morir en Medell¨ªn
En la ciudad colombiana el asesinato sale barato, entre las sutiles pero contundentes denuncias de corrupci¨®n policial y judicial
MATAR A JES?S
Direcci¨®n: Laura Mora.
Int¨¦rpretes: Natasha Jaramillo, Giovanni Rodr¨ªguez, Camilo Escobar Carmenza Cossio.
G¨¦nero: drama. Colombia, 2017.
Duraci¨®n: 95 minutos.
Dar clase en la Universidad de Medell¨ªn y recomendar a los alumnos criterio propio, o que luchen contra la injusticia, la desigualdad y la corrupci¨®n, puede costar la vida. Lo sabe uno de los personajes de Matar a Jes¨²s, debut en el cine de Laura Mora, y lo sabe la propia directora, que ha compuesto una pel¨ªcula con dolorosos ecos autobiogr¨¢ficos, en forma narrativa de thriller cl¨¢sico de infiltraci¨®n, pero con modos de cine de guerrilla, int¨¦rpretes no profesionales y rotunda verosimilitud ambiental.
En la ciudad colombiana el asesinato sale barato, entre las sutiles pero contundentes denuncias de corrupci¨®n policial y judicial, entre la amplia red de criminalidad donde nadie deja huella de qui¨¦n pag¨® a qui¨¦n para que le encargara a un tercero que le descerrajara cinco tiros a un cuarto. Demasiado complicado, sobre todo cuando hay unos cuantos con semejante modelo cada semana. Mora, que ya hab¨ªa dirigido televisi¨®n, se introduce en las vidas de v¨ªctimas y de verdugos con el humanismo y los deseos de reconciliaci¨®n por bandera, mostrando en qu¨¦ ambientes se desenvuelve cada uno y cu¨¢les son sus razones para el desastre.
Con la c¨¢mara siguiendo a sus criaturas a un palmo de la piel, la directora utiliza recursos que, aunque nada nuevos, siempre resultan eficaces, como esos juegos de sonido ambiental y di¨¢logo que se escapa, evidenciando sensaci¨®n de universo emocional paralelo, sacados de la secuencia del bautizo criminal de Michael Corleone en El padrino. Y aunque la apuesta por los actores no profesionales a veces conlleve peligrosas derivas de credibilidad, Matar a Jes¨²s encuentra sus mejores momentos en la descripci¨®n de los alrededores del sicario. En esas casas a medio hacer, pero de fiesta continua; en la religi¨®n como pantalla para el sufrimiento, alimentada por ingenuos c¨¢nticos y bombillas horteras; en el alcohol y un dios de saldillo como manto de abrigo para la pobreza.
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