Injusto olvido para ¡®Encendido¡¯, un gran toro
Manzanares cort¨® las dos orejas a un animal de calidad suprema al que no se le dio la vuelta al ruedo
N¨²?ez del Cuvillo / Castella, Manzanares, Talavante
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, muy justos de presentaci¨®n, mansurrones, blandos y nobles; destacaron el tercero, y, sobre todo, el segundo.
Sebasti¨¢n Castella: dos pinchazos y estocada ¡ªaviso¡ª (silencio); dos pinchazos ¡ªaviso¡ª y estocada (ovaci¨®n).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada en la suerte de recibir (dos orejas); media atravesada y un descabello (ovaci¨®n).
Alejandro Talavante: estocada (oreja); dos pinchazos, casi entera, seis descabellos ¡ªaviso¡ª y un descabello (silencio).
Plaza de la Maestranza. Octava corrida de la Feria de Abril. 17 de abril. Lleno de 'no hay billetes'.
El p¨²blico, ya se sabe, suele ver veleidoso, y los criterios de los presidentes, a veces, incomprensibles. Encendido de nombre era el segundo toro de la tarde, n¨²mero 151, negro mulato, de 525 kilos de peso ¡ªy primo hermano, por no decir gemelo, de Orgullito, al que el d¨ªa antes se le perdon¨® la vida¡ª, se fue al desolladero con una simple ovaci¨®n cuando se hab¨ªa hecho merecedor, al menos, de una clamorosa vuelta al ruedo. Le perjudic¨®, quiz¨¢, el indulto del compa?ero, ning¨²n espectador se atrevi¨® a pedir tan clamoroso galard¨®n, y el us¨ªa, qui¨¦n sabe si por aquello de mantener el prestigio de la plaza, permiti¨® que se fuera al otro mundo sin el reconocimiento que se gan¨® en el ruedo.
Encendido era un toro moderno, que nadie se enga?e, es decir, de correcta presentaci¨®n, dulce y generoso, pero de encastada nobleza que brill¨®, especialmente, en el ¨²ltimo tercio. No destac¨® en varas, como es habitual entre sus compa?eros de generaci¨®n, pero persigui¨® en banderillas con enorme codicia y embisti¨® a la muleta de Manzanares con un abanico de cualidades: largura, obediencia, prontitud, humillaci¨®n, ritmo¡ y lo mejor, que fue a m¨¢s, tanto que lleg¨® a desbordar a su matador en los compases finales y destac¨® por encima de la faena del torero.
Aunque las comparaciones sean odiosas, poco tuvo que envidiar Encendido a Orgullito, de ah¨ª, su cercan¨ªa en el parentesco. Y pudiera afirmarse, incluso, que este de hoy tuvo m¨¢s casta que aquel que retoza ya en la dehesa salmantina. Pero as¨ª son las cosas. El triunfo de Orgullito ha dejado sin premio a Encendido. Un torazo de esos que encumbran a un torero.
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares pase¨® las dos orejas de su oponente. Lo hab¨ªa recibido con un par de ver¨®nicas templad¨ªsimas y, despu¨¦s, se luci¨® en un quite por chicuelinas, y Talavante en otro por delantales. El toro se vino arriba en banderillas y permiti¨® que se luciera Rafael Rosa. El torero aprovech¨® la excelsa calidad del animal para levantar clamores con muletazos por ambas manos a los que Encendido acud¨ªa con clase y prontitud por los dos lados. Era la suya una embestida de ensue?o, no exenta de casta, de modo que el torero se vio apurado en alguna ocasi¨®n por el empuje del animal. Entre ambos compusieron una bella sinfon¨ªa, aunque el respetable se inclin¨® por el torero, especialmente con ocasi¨®n de un cambio de manos que desemboc¨® en un circular con la mano izquierda espectacular. Mat¨® de una estocada en la suerte de recibir y se llev¨® Manzanares todos los honores. Injusto olvido el de la Maestranza y el del presidente.
No hubo Puerta del Pr¨ªncipe para el alicantino, aunque tuvo oportunidad para ello pues el quinto, un inv¨¢lido que a punto estuvo de volver a los corrales, fue otro bomb¨®n, con menos casta que el anterior, pero m¨¢s dulzura en su comportamiento. Destac¨® Manzanares por naturales, pero su labor no acab¨® de prender en los tendidos.
Tampoco tuvo mala suerte Talavante con su primero, otro toro noble, repetidor y con recorrido en el tercio final. Dibuj¨® el torero tres naturales inmensos y otra tanda m¨¢s por el mismo lado que fueron pinceladas de toreo grande. Pero la labor del torero no rompi¨® en el faen¨®n que su oponente le ofrec¨ªa. Se qued¨® en la cara del toro a la hora de matar y sufri¨® un topetazo en el pecho que lo dej¨® conmocionado por unos momentos. Soso y sin fondo fue el sexto de la tarde y Talavante naufrag¨® con escasez de ideas.
Y ese fue tambi¨¦n el resumen de la tarde de Castella. Le toc¨® el peor lote, pero se mostr¨® desva¨ªdo, vulgar, superficial, sin ¨¢nimo, aburrido y mec¨¢nico. Su primero no val¨ªa un real y con el otro, suave y descastado, no dijo nada.
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