Toni Servillo desnuda los desaf¨ªos del oficio de actor

Si hay magia en el teatro, el actor Toni Servillo (Afragola, 1959) ha descubierto los trucos hace tiempo. La pasi¨®n con la que habla de ese mundo que conoce desde las entra?as, el entusiasmo que transmite cuando se refiere a Elvira, la obra que durante tres d¨ªas representar¨¢ en Madrid, y el respeto que manifiesta hacia los grandes maestros de la escena, como el franc¨¦s Louis Jouvet o el italiano Eduardo de Filippo, dan fe de ello. La obra, que cierra el Festival de Oto?o a Primavera, aborda las anotaciones o lecciones que el actor y director Louis Jouvet, autor del texto, imparti¨® a la actriz Paula Dehelly mientras montaban el Don Juande Moli¨¨re en el Par¨ªs de 1940 ocupado por los nazis. Ella deb¨ªa encarnar a Elvira (la mujer del seductor) y ¨¦l iba anotando los consejos que le daba, adem¨¢s de otras reflexiones m¨¢s generales sobre los vericuetos del mundo esc¨¦nico.

Servillo, que lleva ya cuatro d¨¦cadas subiendo y bajando de escenarios, afronta esta obra como ¡°un cuerpo a cuerpo con la lengua y su escritura. El texto contiene un sentimiento claro de las interpretaciones. Lo que emociona y hace ir m¨¢s all¨¢ de una simple clase entre maestro y alumno¡±.

Con un purito apagado en sus manos, para evitar tentaciones de fumar cigarrillos, va desgranando la pasi¨®n por su profesi¨®n, la del actor de teatro. El cine, al que no se asom¨® a un buen papel hasta casi los 40 a?os (protagoniz¨® La gran belleza, Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa en 2014), lo entiende como un trabajo diferente. Tiene pendiente el estreno de Loro, de Paolo Sorrentino, pel¨ªcula en la que da vida al pol¨ªtico italiano Silvio Berlusconi. No quiere decir nada de esta pel¨ªcula alegando que en estos momentos est¨¢ centrado en la obra teatral. Habla entonces de las dualidades del texto de Elvira en el que el autor reflexiona sobre aspectos de la vida como ¡°la verdad y la mentira, el sentimiento y la t¨¦cnica, el narcisismo y la generosidad, el abandono y el orgullo, el virtuosismo y el dolor¡­¡±. La obra, tal y como lo explica Servillo, funciona en un doble sentido: como confrontaci¨®n entre dos actores, pero tambi¨¦n con el personaje de Elvira que va m¨¢s all¨¢ de cualquier acto creativo, porque los dos protagonistas est¨¢n involucrados en un proceso de b¨²squeda e investigaci¨®n encarnada sobre el enigma de Elvira y sobre su propia interioridad. Un espect¨¢culo lleno de vida y pasi¨®n, lleno de palabras que parten del teatro pero que est¨¢n ligadas a la vida¡±.

Con evidente veneraci¨®n, el actor expres¨® ayer su respeto y admiraci¨®n por Louis Jouvet, ¡°un hombre que se pon¨ªa al servicio de los valores del texto¡±. Y ahondando en su tesis, explica: ¡°Es precisamente en ese texto donde percibes que el actor es alguien que entrega un mensaje a pesar suyo, lejos de ser alguien que copia la realidad y que se apoya en los personajes para contarse a s¨ª mismo¡±.

La aventura de perderse

Entre las muchas definiciones que tiene Servillo para encontrar explicaciones a ese oficio suyo de representar es que ¡°el teatro es una aventura que consiste en perderse y en volver a encontrarse. Es el arte de la contradicci¨®n y del abandono de uno mismo¡±.

Servillo y su grupo del Teatro Uniti, la compa?¨ªa que fund¨® junto al tambi¨¦n actor Mario Martone en 1986, tomar¨¢n desde hoy y hasta el domingo el escenario del Pav¨®n Kamikaze de Madrid. Un espacio, seg¨²n el italiano, que tiene ¡°la singularidad de los teatros de resistencia y de barricada¡± y que le recuerda a su propia compa?¨ªa, que a pesar de haber trabajado en diferentes teatros del mundo no ha olvidado ni su historia ni sus or¨ªgenes. Servillo, actor y director, estren¨® Elvira en el Piccolo de Mil¨¢n en 2016. Lo abarrot¨® durante casi 100 funciones, a las que acudieron cerca de 30.000 personas. Durante diez d¨ªas actu¨® en Par¨ªs y la aceptaci¨®n del p¨²blico fue total.

El actor se revela contra el escaso respeto que desde algunos sectores se tiene a esta profesi¨®n en su pa¨ªs. ¡°No somos funambulistas ni payasos, sin que esto signifique menospreciar esos oficios, pero a los j¨®venes no se les est¨¢ transmitiendo el valor art¨ªstico de los buenos actores, que aman lo que hacen. La mayor parte de los teatros proponen un juego circense de payasos y bailarines, los residuos de la televisi¨®n, lo peor de lo peor¡±. Reconoce que dentro de su profesi¨®n hay actores famosos que son p¨¦simos. ¡°Para m¨ª el teatro te invita a razonar con la mente de cada uno y un gran actor jam¨¢s impondr¨¢ su opini¨®n en escena y nunca har¨¢ creer lo que piensa¡±.

La escuela teatral de este hombre ha sido N¨¢poles, ciudad a la que define como ¡°un escenario gigante donde sus habitantes tienen un sentido de la iron¨ªa sobre su propia existencia admirable, son capaces de tomar distancia suficiente de un suceso. Tal vez en eso consista la paradoja del actor¡±, dice con media sonrisa. ?Por qu¨¦ las crisis nos acercan al teatro? ¡°La explicaci¨®n que yo he encontrado a ello es que nos conforta, consuela y responde a nuestra soledad¡±.