Mayo no acaba nunca
La explosiva revuelta estudiantil y obrera que cambi¨® para siempre a Occidente hace ahora 50 a?os afronta una revisi¨®n a manos de una nueva generaci¨®n de intelectuales
Mayo del 68 queda hoy tan lejos en el tiempo como entonces quedaba el final de la Primera Guerra Mundial. Cinco d¨¦cadas, medio siglo. Sometida a relecturas peri¨®dicas y objeto recurrente de disputas pol¨ªticas, la ¨²ltima gran revuelta estudiantil y obrera en Par¨ªs empieza a ser un objeto hist¨®rico distante. Los protagonistas ¡ªel equivalente a los excombatientes de 1918¡ª o est¨¢n jubilados o han muerto. Por primera vez, este pa¨ªs tiene un presidente, Emmanuel Macron, nacido despu¨¦s y biogr¨¢ficamente desligado de unos hechos que, quiz¨¢ por ¨²ltima vez, colocaron a Francia en el centro de un movimiento pol¨ªtico e intelectual de impacto mundial.
La peculiaridad de la efem¨¦ride es que las pasiones que en otros momentos despert¨® parecen apagarse. Mayo del 68 sigue siendo una presencia constante en la vida francesa: no hay movimiento de protesta que no se mida con el de hace 50 a?os; el ¨²ltimo caso es el de los estudiantes que ocupan Facultades desde hace semanas o los ferroviarios en huelga contra la reforma de la SNCF, la compa?¨ªa p¨²blica de ferrocarriles. Un consenso sobre su significado ¡ª?un momento de cambio social profundo en las sociedades francesa y occidental, cambio irreversible y ya asumido a izquierda y derecha¡ª se dibuja poco a poco sin las objeciones estridentes de otras ¨¦pocas.
¡°Mayo del 68 es una fecha que nunca se extinguir¨¢¡±, explica el historiador Benjamin Stora. Stora particip¨® en las protestas de hace 50 a?os como estudiante de instituto y ahora acaba de publicar 68, et apr¨¨s (68, y despu¨¦s), un libro autobiogr¨¢fico sobre las consecuencias de Mayo del 68 en su itinerario pol¨ªtico y vital. ¡°Es una fecha¡±, contin¨²a, ¡°parecida a la Comuna de Par¨ªs, a la revoluci¨®n de 1848, al Frente Popular en 1936, a la Liberaci¨®n de Par¨ªs en 1944. Son las grandes fechas de la historia francesa, y esto permanecer¨¢ en la memoria colectiva¡±. Que quede tan lejano en el tiempo no significa, seg¨²n Stora, que se haya convertido en un objetivo hist¨®rico fr¨ªo, indiferente para el presente. ¡°Ah, no¡±, responde. ¡°Mayo del 68 no puede ser un objeto fr¨ªo, porque arrastra muchos sentidos diferentes. La fuerza de Mayo del 68 es que representa un movimiento de arranque, de sacudida. Sacude una sociedad: en las relaciones entre hombres y mujeres, en las relaciones con el Estado, en las relaciones con la pol¨ªtica, en las relaciones con la organizaci¨®n del trabajo, en las relaciones con la escuela. Abre una secuencia nueva. Por eso no puede ser un astro muerto¡±.
La dificultad para entender Mayo del 68 se explica porque el t¨¦rmino ofrece m¨²ltiples significados e interpretaciones. En su sentido estricto, designa el quinto mes del a?o 1968, cuando Par¨ªs sobre todo ¡ªpero tambi¨¦n otras ciudades francesas¡ª fue el escenario no de una, sino de, como m¨ªnimo, tres crisis que acabaron confluyendo y retroaliment¨¢ndose. Primero, la crisis estudiantil, que tuvo por escenario el Barrio Latino de la capital francesa, y que proporcion¨® las im¨¢genes m¨¢s memorables de la revuelta: los esl¨®ganes imaginativos, la ocupaci¨®n de la Sorbona, las barricadas y los adoquines. La segunda crisis fue obrera, y se expres¨® en una huelga general de varias semanas que desemboc¨® en unos acuerdos laborales que representaron una subida del salario m¨ªnimo del 35%. La tercera crisis fue pol¨ªtica: la contestaci¨®n sindical y estudiantil al r¨¦gimen de la V Rep¨²blica que puso contra las cuerdas al general De Gaulle, hasta entonces su ¨²nico presidente, en una situaci¨®n que acab¨® desembocando, tras el triunfo del gaullismo en las elecciones legislativas de junio, en la derrota en un refer¨¦ndum al a?o siguiente y su dimisi¨®n.
¡°Mayo del 68 sacude la relaci¨®n entre hombres y mujeres con la pol¨ªtica¡¡±, dice un historiador
Pero Mayo del 68 va m¨¢s all¨¢ de estas cuatro semanas, que en realidad fueron 10, entre finales de marzo, cuando prendi¨® la mecha de la movilizaci¨®n universitaria en Nanterre, en las afueras de Par¨ªs, y principios de junio, cuando De Gaulle y su Gobierno retomaron el control de la situaci¨®n. Mayo del 68 es un s¨ªmbolo de algo m¨¢s: de las revueltas de toda una generaci¨®n. Y en este caso la cronolog¨ªa es m¨¢s amplia, se extiende desde finales de los a?os cincuenta, con el activismo contra la guerra de Argelia, hasta bien entrados los a?os setenta, con al deriva m¨¢s dogm¨¢tica y, en algunos casos, violenta del movimiento. Finalmente, Mayo del 68 designa el reflejo muy local ¡ªconcentrada en unos kil¨®metros cuadrados en el centro de Par¨ªs¡ª de un fen¨®meno internacional que tiene sus pr¨®logos y r¨¦plicas en Berl¨ªn, M¨¦xico, Berkeley o Praga.
¡°Para m¨ª, Mayo del 68 no son las 10 semanas que hicieron temblar Francia y la confluencia de las tres crisis mayores: la estudiantil, la obrera y la del poder¡±, dice en un caf¨¦ del Barrio Latino Patrick Rotman, que estuvo ah¨ª y es coautor con Herv¨¦ Hamon de la monumental cr¨®nica en dos vol¨²menes G¨¦n¨¦ration: Les ann¨¦es de r¨ºve y Les ann¨¦es de poudre (Generaci¨®n. Los a?os de sue?os y Los a?os de p¨®lvora), publicada en los a?os ochenta. G¨¦n¨¦ration tambi¨¦n tiene una versi¨®n en documental. ¡°Para m¨ª, Mayo del 68 es otra cosa: una especie de epicentro de una mutaci¨®n social y cultural que atraviesa las sociedades francesa y occidentales¡±. Rotman parte de la base de que Mayo del 68 ¡°es un acontecimiento cuyos efectos han terminado¡± y que por este motivo ¡°hay que estudiarlo como un objeto hist¨®rico¡±.
Pensar en 1968 hoy, con la perspectiva de medio siglo, significa desgajarlo de sus ropajes ideol¨®gicos m¨¢s aparentes y entender, por ejemplo, que responde a un cambio de fondo de la sociedad. Rotman cita tres aspectos. Uno, el boom demogr¨¢fico de la posguerra, que genera una sobrepoblaci¨®n de j¨®venes que la universidad es incapaz de absorber en condiciones. Dos, el paso de una sociedad rural a otra urbana. Y tres, un ritmo de crecimiento econ¨®mico que Francia y las sociedades occidentales no han vuelto a vivir. Estas mutaciones ¡ªque podr¨ªan resumirse por un salto acelerado y no planificado a la modernidad¡ª chocaron con unas estructuras de poder anquilosadas: en el mundo pol¨ªtico (incluido el Partido Comunista) y universitario, pero tambi¨¦n en los sindicatos y en la familia.
A lo largo de las d¨¦cadas, como si los hechos de mayo se observasen con un caleidoscopio, la mirada ha ido transform¨¢ndose. Incluso para los protagonistas. ¡°Tuvimos un marco de lectura excesivamente determinado por las teor¨ªas marxistas que m¨¢s o menos hab¨ªamos entendido, y que ocultaron el sentido del movimiento y de la revuelta¡±, dice Alain Geismar, uno de los tres l¨ªderes universitarios visibles. Los otros dos fueron Daniel Cohn-Bendit y Jac?ques Sauvageot, recientemente fallecido. El mismo Geismar, entonces un joven profesor que presid¨ªa el sindicato SNESup y que proced¨ªa de la socialdemocracia, entr¨® en Mayo del 68, al principio, con la idea de que la arcaica universidad de la ¨¦poca ¡°no pod¨ªa continuar as¨ª¡±. Podr¨ªa decirse que a primeros de mayo era un reformista. Unas semanas m¨¢s tarde termin¨® convencido de que se estaba gestando un movimiento revolucionario. Acab¨® liderando el grupo mao¨ªsta Gauche Prol¨¦tarienne (Izquierda Proletaria) y pasando 18 meses en prisi¨®n. Despu¨¦s regres¨® a la socialdemocracia y trabaj¨® en el Ministerio de Educaci¨®n, donde colabor¨® con varios ministros socialistas. Ahora vota a Macron. ¡°En 1968¡±, recuerda, ¡°rechaz¨¢bamos lo que llam¨¢bamos la recuperaci¨®n. Tem¨ªamos que los partidos recuperasen el movimiento y se sirviesen de ¨¦l para subir al poder. Y el hecho es que no fueron los partidos los que recuperaron lo que cristaliz¨® en Mayo del 68, sino la sociedad¡±.
Otro veterano de aquellos d¨ªas, Marc Kravetz, que despu¨¦s ser¨ªa reportero del diario Lib¨¦ration, cuenta que, pese a que los participantes albergaban ideas revolucionarias m¨¢s o menos articuladas, en seguida entendieron ¡°que no se trataba de esto, que no era el grand soir [el gran atardecer, o el momento decisivo de la revoluci¨®n], que era simplemente un momento de liberaci¨®n, de libertad¡±. ¡°El Mayo del 68 franc¨¦s¡±, dice en otro momento, ¡°es un enorme movimiento de liberaci¨®n. Hoy se habla mucho, a prop¨®sito del acoso sexual, de la liberaci¨®n de la palabra de las mujeres. Mayo del 68 es la liberaci¨®n de la palabra, sin m¨¢s. [El fil¨®sofo jesuita] Michel de Certeau dijo: ¡®En Mayo del 68 se tom¨® la palabra como se hab¨ªa tomado la Bastilla en 1789¡±.
La interpretaci¨®n hist¨®rica, una vez superada la ilusi¨®n en algunos de que Mayo del 68 pod¨ªa ser el primer cap¨ªtulo de la verdadera revoluci¨®n, oscil¨® entre dos visiones, que vagamente se correspond¨ªan a la izquierda y la derecha. Para la izquierda, encarnada en Francia por un Partido Socialista que integr¨® en sus filas a muchos de los veteranos de Mayo del 68, esta fecha abri¨® las puertas a la modernizaci¨®n de Francia, un pa¨ªs m¨¢s tolerante y democr¨¢tico a partir de entonces. Desde los derechos de los gais hasta la igualdad de los g¨¦neros, pasando por una escuela y una universidad m¨¢s abiertas e igualitarias, todo esto se consider¨® desde esa ¨®ptica herencia de Mayo del 68.
Si se da el movimiento por cerrado, no ha sido para denigrarlo, pero tampoco para convertirlo en una gesta
En la derecha se desarroll¨® desde los a?os ochenta, con el ensayo de los fil¨®sofos Luc Ferry y Alain Renaut La pens¨¦e 68 (El pensamiento 68), una cr¨ªtica de Mayo del 68 como momento esencialmente destructor ¡ªde las jerarqu¨ªas, de las tradiciones, de las normas sociales, del respeto a los s¨ªmbolos de la naci¨®n¡¡ª y precursor del hedonismo y el individualismo de las d¨¦cadas siguientes, del relativismo y el todo vale que borra las fronteras entre el bien y el mal, de la cultura del arrepentimiento y la autoflagelaci¨®n por los cr¨ªmenes cometidos por Francia, de la existencia de los guetos islamistas, e incluso del capitalismo desenfrenado que agrava las desigualdades y provoca crisis financieras. Toda esta enumeraci¨®n, con variaciones, aparec¨ªa en un discurso que Nicolas Sarkozy pronunci¨® en su campa?a para la elecciones presidenciales de 2007, que gan¨®. ¡°En esta elecci¨®n¡±, dijo, ¡°se trata de saber si la herencia de Mayo del 68 debe perpetuarse o si debe liquidarse de una vez por todas. Quiero pasar p¨¢gina de Mayo del 68¡±.
Una d¨¦cada despu¨¦s, los ¨¢nimos se han calmado, y si efectivamente se ha pasado p¨¢gina de Mayo del 68, no ha sido para denigrarlo, pero tampoco para convertirlo en una gesta. Como dice el historiador Stora, ¡°el pensamiento anti Mayo del 68 ha perdido fuerza porque, tanto a la izquierda como a la derecha, 1968 se ha convertido en una evidencia¡±. La victoria de Macron hace un a?o y el hundimiento del Partido Socialista cierran un cap¨ªtulo.
Mayo del 68 queda lejos, tanto como 1918 en aquel tiempo, y otra generaci¨®n revisa el momento hist¨®rico. La escritora Laurence Debray, autora del premiado Fille de r¨¦volutionnaires (Hija de revolucionarios), aporta una mirada particular. Ella no es hija de sesentayochistas, sino, como dice el t¨ªtulo de su libro, de revolucionarios de verdad: R¨¦gis Debray y Elizabeth Burgos, que en los a?os sesenta participaron en las revoluciones latino?americanas. R¨¦gis Debray estuvo con el Che Guevara en la selva de Bolivia y pas¨® cuatro a?os preso en este pa¨ªs mientras los estudiantes se rebelaban en Par¨ªs. El libro de Laurence Debray, nacida en 1976, un a?o m¨¢s joven que Macron, puede leerse como una carta a sus padres, tierna pero severa: la carta de una hija que no cree en la revoluci¨®n, que ha sido banquera en Wall Street, que cuestiona los compromisos de sus padres, Elizabeth y R¨¦gis.
¡°Mis padres eran revolucionarios de verdad¡±, dice Laurence Debray. ¡°Ten¨ªan esta disciplina casi militar, una ideolog¨ªa muy seria, una experiencia en el terreno con armas reales. Entonces, claro, para ellos, regresar a Francia, donde lo m¨¢ximo que hab¨ªan vivido sus compa?eros era Mayo del 68, fue un poco dif¨ªcil. A ellos no les interesaba Mayo del 68¡±.
Unos d¨ªas antes, al responder a un llamada telef¨®nica de este periodista, R¨¦gis Debray hab¨ªa dicho: ¡°No me interesa [hablar de Mayo del 68]. Nada. Es un ejercicio de intelectual franc¨¦s, y yo no soy un intelectual franc¨¦s¡±.
¡°Mi visi¨®n¡±, dice Laurence Debray sobre los sesentayochistas, entre los que, insiste, no incluye a sus padres, ¡°es que viv¨ªan muy bien en una Francia que iba muy bien¡±. ¡°Lo que les reprocho es que dejaran una Francia endeudada, con problemas en la educaci¨®n, en las pensiones, en las banlieues [los barrios perif¨¦ricos]¡±, a?ade. ¡°Les reprocho que no quieran envejecer, que no hayan querido dejar el poder. La revoluci¨®n hoy es la llegada al poder de Emmanuel Macron. Macron ha echado a la generaci¨®n de Mayo del 68, que se aferraba al poder. Para m¨ª, este es el cambio¡±.
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