¡®Che¡¯ Guevara, el mito deste?ido
El revolucionario argentino no est¨¢ superando bien el juicio de la Historia. Sigue siendo un buen negocio para los nost¨¢lgicos, pero ya no es admisible su idea del ¡°odio como factor de lucha¡± y el modelo de guerrillero que propuso ha fracasado
Hace casi cuatro d¨¦cadas, cuando aprend¨ªa el abecedario, me toc¨® decir mi primera consigna pol¨ªtica, la misma que repiten todav¨ªa cada ma?ana miles de ni?os cubanos: ¡°Pioneros por el comunismo, seremos como el Che¡±. Con la diferencia de que hoy la figura del guerrillero est¨¢ muy cuestionada en muchas partes del mundo, menos en Cuba.
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El hombre que pos¨® para tantos fot¨®grafos, que qued¨® inmortalizado en un retrato con boina y mirada perdida, no est¨¢ superando bien el juicio de la Historia. En estos tiempos, en que la violencia y la lucha armada son cada vez m¨¢s reprobadas p¨²blicamente, emergen los detalles de sus desmanes y las v¨ªctimas de aquellos a?os comienzan, finalmente, a ser escuchadas.
Ernesto Guevara, el argentino que ha cautivado a cineastas, escritores y periodistas, no atraviesa un buen momento. Poco importa si su rostro sigue reproduci¨¦ndose en infinidad de camisetas, banderas o ceniceros en todo el planeta, porque su mito se desti?e en la medida en que se conoce m¨¢s al personaje que realmente fue. La verdad sale a flote mientras ¨¦l se hunde.
El golpe m¨¢s duro contra su imagen ha sido la deriva prosovi¨¦tica de Castro tras su muerte
A este deterioro contribuye tambi¨¦n la mercantilizaci¨®n sin medida que se ha apoderado de esa imagen con barba rala y ce?o prominente. La voracidad material de sus herederos, el inescrupuloso uso que han hecho sus propios compa?eros de batalla de su nombre y la frivolidad de los consumidores de reliquias ideol¨®gicas agregan ¨¢cido corrosivo a su leyenda.
El Che se ha convertido en un negocio, en un buen negocio para los nost¨¢lgicos que escriben libros sobre esas utop¨ªas que tanto faltan hoy. Son textos para endiosar a un hombre que hubiera perseguido a buena parte de sus actuales admiradores por llevar un piercing en la nariz, pelo largo o un residuo de marihuana en el bolsillo.
Como iron¨ªa de la vida, el culto guevariano se extiende entre gente que nunca hubiera podido encajar en el estricto molde que el argentino dise?¨® para el ¡°hombre nuevo¡±. Ese individuo deb¨ªa moverse por ¡°el odio como factor de lucha¡± y saber convertirse en una ¡°selectiva y fr¨ªa m¨¢quina de matar¡± llegado el momento, seg¨²n advirti¨® en su ¨²ltimo mensaje p¨²blico en 1967.
?En qu¨¦ pueden parecerse el Che y esos pacifistas, ecologistas o antisistemas que hoy lo veneran? ?C¨®mo encajan quienes dicen querer mayores espacios de libertad para el ciudadano con un hombre que ayud¨® a someter a toda una sociedad a los designios de unos pocos? ?En qu¨¦ punto se conecta ese idealismo con un se?or que quiso cambiar Am¨¦rica Latina desde la mirilla de un fusil?
La temprana muerte de Guevara y el no haber envejecido en el poder no son elementos suficientes para sostener su leyenda. Los bi¨®grafos complacientes que retocaron cada pasaje de su vida han contribuido a su endiosamiento, y tambi¨¦n sus viejos compa?eros de ruta necesitados de un ¡°m¨¢rtir¡± para el pante¨®n de los revolucionarios, de un John Lennon sin guitarra o de un Jes¨²s sin corona de espinas.
En octubre de 2016 la imagen adusta de Che Guevara que hab¨ªa se?oreado por m¨¢s de 30 a?os en la plaza principal de la Universidad Nacional de Bogot¨¢, en Colombia, desapareci¨® del muro del auditorio Le¨®n de Greiff. El borrado de aquel rostro provoc¨® una agria controversia entre los estudiantes y poco despu¨¦s el grupo de simpatizantes del argentino termin¨® por volver a pintar el mural.
El encontronazo puso en evidencia algo m¨¢s que las diferencias ideol¨®gicas de los estudiantes: mostr¨® el choque de dos tiempos. De un lado, un momento en que Guevara era visto como un libertador latinoamericano que, subido en su moto o empu?ando su arma, representaba una figura quijotesca dispuesta a enfrentar los molinos imperialistas. Del otro, una ¨¦poca en que se ha llegado a comprobar el fracaso del modelo que el guerrillero quiso imponer.
No hay ment¨ªs m¨¢s rotundo al hombre que en la Sierra Maestra alcanz¨® los grados de comandante que el rancio totalitarismo en que deriv¨® la Revoluci¨®n Cubana. Ning¨²n golpe contra su imagen ha sido tan duro como la deriva prosovi¨¦tica que tom¨® Fidel Castro tras la muerte del Che y las posteriores ¡°concesiones¡± al mercado que debi¨® hacer cuando el subsidio del Kremlin se acab¨® abruptamente.
'La cara oculta del Che' dice que se le conoc¨ªa como ¡®el carnicerito de La Caba?a¡¯ e iba a los fusilamientos
El pasado a?o, justo cuando se cumpl¨ªa medio siglo de la muerte de Guevara en Bolivia, la Fundaci¨®n Internacional Bases, de corte liberal, comenz¨® una campa?a de recolecci¨®n de firmas en la plataforma Change.org para eliminar todos los monumentos y otros homenajes al Che en la ciudad de Rosario, donde naci¨®. La ONG argentina lo llam¨® heredero del ¡°legado asesino del comunismo¡±. M¨¢s de 20.000 personas han firmado la demanda.
A finales de diciembre pasado la pol¨¦mica lleg¨® hasta Francia cuando el Ayuntamiento parisiense, gobernado por la alcaldesa socialista de origen espa?ol Ana Hidalgo, alberg¨® la exposici¨®n Le Che ¨¤ Paris. Varios intelectuales y acad¨¦micos firmaron una carta de protesta escrita por el periodista y exiliado cubano Jacobo Machover en la que exig¨ªan la retirada inmediata de la muestra.
El autor del libro La cara oculta del Che cont¨® en su misiva varias de las facetas m¨¢s escamoteadas en las historia oficial. Guevara ¡°asist¨ªa a los fusilamientos¡± llevados a cabo tras juicios sumarios en el primer a?o de la Revoluci¨®n y ¡°los cubanos, que le tem¨ªan, lo llamaron el carnicerito de La Caba?a¡±. En 1964, desde la tribuna de Naciones Unidas se vanaglori¨® de sus actos: ¡°Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario¡±.
Hidalgo respondi¨® con un mensaje en la red social Twitter que calent¨® a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos y en el que asegur¨® que ¡°la capital rinde homenaje a una figura de la revoluci¨®n convertida en icono militante y rom¨¢ntico¡±. La alcaldesa parisiense cerr¨® su trino con un emoticono en forma de pu?o cerrado, a la vieja usanza revolucionaria.
Con su gesto, Hidalgo se sum¨® a una de las m¨¢s elaboradas campa?as publicitarias surgida del laboratorio castrista, una en la que se distorsiona el pasado y se ensalza a Guevara, mientras se esconde la extensa crueldad que cab¨ªa en su persona.
Para varias generaciones de cubanos que hemos repetido desde muy temprana edad el compromiso de ser ¡°como el Che¡±, todas estas pol¨¦micas vienen a ser como una sacudida. Las bofetadas que nos sacan del estado hipn¨®tico que traen la ignorancia y el adoctrinamiento cuando se conjugan.
Sin embargo, el golpe m¨¢s demoledor que he presenciado a la figura del llamado ¡°guerrillero heroico¡± vino de un compatriota. En medio de una fiesta habanera un joven universitario se percat¨® de que el invitado alem¨¢n estaba vestido con una de esas camisetas con la famosa instant¨¢nea que tom¨® el fot¨®grafo Alberto Korda.
¡°Igual te podr¨ªas poner una camiseta con el rostro de Charles Manson¡±, dijo el estudiante al turista, y la frase qued¨® flotando en el aire mientras la m¨²sica parec¨ªa detenerse. Risas nerviosas y silencio. Nadie defendi¨® a Che Guevara.
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y directora del diario digital 14ymedio.
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