Cebri¨¢n: ¡°Debemos inventar un ¡®software¡¯ que defienda nuestros derechos¡±
El presidente de EL PA?S cierra el congreso de periodismo de la Fundaci¨®n Santillana
?Leyes para gobernar y equilibrar los desmanes del mundo digital? ¡°Quedar¨ªan r¨¢pidamente obsoletas. Deber¨ªamos inventar un software,generar un sistema que defienda nuestros derechos¡±, asegur¨® hoy Juan Luis Cebri¨¢n, presidente de EL PA?S, en Santander, donde clausur¨® el 4? Congreso de Periodismo Cultural que organizan la Fundaci¨®n Santillana, el Ayuntamiento de la ciudad y el Centro Bot¨ªn.
El asunto tratado los ¨²ltimos tres d¨ªas han sido las redes sociales. Pero con un t¨ªtulo de combate: El linchamiento digital. Cebri¨¢n, que ya hace 20 a?os adelant¨® en cierto modo el panorama presente con su libro La red, ha sido testigo de excepci¨®n en el intenso proceso de transformaci¨®n sufrido desde hace dos d¨¦cadas: ¡°Los peri¨®dicos pertenecen a la revoluci¨®n industrial y siempre han sido parte del sistema. Eso ha sido la raz¨®n de su ¨¦xito y su castigo¡±.
No es que los bulos y la intoxicaci¨®n se hayan inventado ahora: ¡°Ocurre que se expanden mucho m¨¢s deprisa¡±, afirma Basilio Baltasar, director de la Fundaci¨®n Santillana.
Pero el panorama actual ha derribado y revolucionado todo. ¡°La sociedad digital aporta m¨²ltiples beneficios. Todo el conocimiento del mundo est¨¢ en la red. Existen m¨¢s tel¨¦fonos inteligentes que personas. Pero no sabemos utilizarlos¡±. No solo han sorprendido los cambios a los ciudadanos. Tambi¨¦n a sus propios inventores, asegur¨® el periodista y miembro de la Real Academia Espa?ola. ¡°Ni Mark Zuckerberg imaginaba lo que llegar¨ªa a ser Facebook, ni los creadores de Twitter o Google tampoco. Ha sido la intervenci¨®n de los usuarios la que lo ha configurado¡±, a?adi¨®.
En las intervenciones previas, decenas de periodistas discutieron durante dos d¨ªas sobre los efectos de un desencanto. El que se desliza entre el ¨¢gora dispuesta por los inventores de Silicon Valley y la cloaca o el arma para sacar tajada en que se han convertido las redes sociales. De la utop¨ªa a la distop¨ªa media un clic. Para transformar la herramienta de infinitas posibilidades al difundir el mensaje en ese misil ultraligero cargado con el uranio del rencor, solo hace falta un Smartphone y predominio de bajos instintos. ?Recuerdan cuando los profetas de Google, Facebook, Apple, Twitter, Microsoft nos contaban la buena nueva, el cielo sobre la tierra?
Miren ahora Cambridge Analytica, a los gobiernos y sus aspirantes montando batallones de noticias falsas, al populismo xen¨®fobo y antieuropeo avanzando, a Trump al acostarse y al levantarse sin poder evitar incendiar el mundo con un mensaje o al planeta inmerso en la vuelta a la tensi¨®n entre Occidente, Rusia y China tirando por el barranco la multilateralidad¡
Combustible nuclear
Las sesiones han reunido a apocal¨ªpticos e integrados entre la vigencia presente de Umberto Eco y Marshall McLuhan, para entender todav¨ªa los c¨®digos del presente. ?Para qu¨¦ sirven las redes sociales a quienes se ganan la vida en el negocio de los medios de comunicaci¨®n? Funciona aun lo que dec¨ªa McLuhan. El medio es el mensaje. Pero si le cambiamos el verbo ser por hacer, vale m¨¢s, asegura Manuel Arias Maldonado, profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de M¨¢laga. ¡°Cualquiera con un Smartphone puede modificar el espacio p¨²blico¡±, dice. Con ingredientes a?adidos: no separar la raz¨®n de la emoci¨®n, una indiferencia alentada por la robotizaci¨®n que conduce, parad¨®jicamente a conductas tribales, belicosidad, hipersensibilidad e instinto de revancha con la cobarde coraza del anonimato. Todo ello sin cuerpo, sin cara, sin contacto f¨ªsico y con el aliciente de ser un gran espect¨¢culo.
?La consecuencia? Pareciera que hemos pasado de las redes sociales a las asociales. Son ya muchos los que han abandonado la presencia voluntaria y activa dentro de ellas, caso de Antonio Lucas, poeta y periodista de El Mundo mientras otros como Xavi Ayen, de La Vanguardia, aseguran que la mentira es el arma nuclear de la era internet.
No es que los bulos y la intoxicaci¨®n se hayan inventado ahora: ¡°Ocurre que se expanden mucho m¨¢s deprisa¡±, afirma Basilio Baltasar, director de la Fundaci¨®n Santillana. Y por tanto, no s¨®lo resulta m¨¢s dif¨ªcil desmentirlos, sino casi imposible. Pero, no nos hagamos cruces. Seg¨²n Mart¨ªn Caparros, ¡°Las fake news se inventaron, ?hace cu¨¢nto¡? ?5.000 a?os?¡±. Lo dijo antes de enzarzarse en un debate sobre el grado de fiabilidad de Wikipedia, protagonizado por Valerie Miles, directora de la revista Granta ¨Cen contra- y ?ngel Luis Fern¨¢ndez, de Jot Down, a favor.
Prevalecen armas para combatir el acoso y la mentira: una buena querella como defensa. Fue el caso de Llu¨¬s Bassets (EL PA?S), que la gan¨® en los tribunales por difamaci¨®n ante el acoso de un troglodita digital y ha analizado los efectos perversos de esa nueva guerra librada en las redes. ¡°Estamos en manos de poderes, controles y censores arbitrarios¡±, asegura. Presos del sharp power, ese magma afilado que dominan piratas sofisticados a sueldo o por libre sacando tajada. ¡°Su m¨¦todo es la distracci¨®n, la manipulaci¨®n y la interferencia. Es un adversario nada f¨¢cil de identificar, que empieza en las redes y acaba en los para¨ªsos fiscales¡±, comenta Bassets. Con marionetas que han pasado de ciudadanos a clientes a bordo. ¡°Nos hemos adentrado en una guerra de baja intensidad. Hay una palabra que nos trataron de vender y que incluso est¨¢ ya admitida por la Real Academia Espa?ola: empoderamiento. Eso, hoy, es un espejismo¡±.
En el bando de los beneficios y el partido que se les puede sacar andan In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo, de Abc, Mar Abad (Yorokubu), Paula Quinteros, consejera delegada de The Objective o Viviane Murcia, de El portal voz. Mart¨ªn Rodrigo defiende la convivencia del mundo real y el virtual y presume de no haber sufrido ataques en Twitter. Abad aconseja responder si te vuelven loco o bloquear a quien te da la brasa (l¨¦anse los trolls, inspirados en Tolkien, v¨¢lidos como met¨¢fora al difuso entorno digital). Quinteros puede aportar pruebas de que una h¨¢bil utilizaci¨®n de la red y sus herramientas pueden hacer posible el buen periodismo de medios como el suyo. Vivienne Murcia avisa de que los grandes peri¨®dicos tradicionales han perdido el trono de la jerarqu¨ªa en la visi¨®n y la valoraci¨®n del mundo. ¡°No se resignan¡±, afirma.
Pero la preocupaci¨®n y la incertidumbre cay¨® nada m¨¢s escuchar a Marta Peirano, autora de El peque?o libro rojo del activismo en la red. Entre el Big Data y su alianza con el capitalismo salvaje, desgran¨® la terror¨ªfica misi¨®n de Cambridge Analytica ¨Caprovechando la complicidad irresponsable de Facebook- en las campa?as de Trump y el Brexit: ¡°Ahora quieren montar un peri¨®dico¡±, cont¨® Peirano. ¡°?Para qu¨¦?, se pregunt¨®.
Babelia
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