Lucia Joyce, la bailarina sin nombre
Siempre a la sombra de su padre, el escritor James Joyce, la artista pas¨® la mayor parte de su vida en psiqui¨¢tricos. Su figura emerge en una novela a la luz del retrato que hizo su psicoanalista, Carl Jung
En 1934 James Joyce escribe: ¡°Cualquiera que sea mi chispa de genio, esta ha sido transmitida a Lucia y ha prendido fuego en su cerebro¡±. Hasta la publicaci¨®n de la biograf¨ªa Lucia Joyce. To Dance in the Wake, de Carol Loeb Shloss (2005), la vida de la hija de Joyce s¨®lo hab¨ªa trascendido en ambientes acad¨¦micos a trav¨¦s de una cita del psicoanalista que la trat¨®, Carl Jung: ¡°Donde Joyce pod¨ªa bucear, ella se ahogaba¡±. Si bien sus inicios como bailarina fueron rese?ados de manera entusiasta por la prensa de la ¨¦poca, despu¨¦s de una serie de crisis sentimentales pas¨® la mayor parte de su vida encerrada en psiqui¨¢tricos. Desde la publicaci¨®n de Loeb Shloss a partir de distintos testimonios y cartas de familiares y amigos, Lucia Joyce emerge iluminada con una luz distinta con la que la retrat¨® su eminente psicoanalista. Hasta entonces, una pol¨ªtica de gesti¨®n de derechos de autor extremadamente restrictiva por parte del heredero de la familia, Stephen Joyce, sobrino de Lucia, obstaculiz¨® muchas publicaciones hasta su expiraci¨®n, en el a?o 2012. Stephen Joyce declar¨® en 1988 haber destruido todas las cartas que se escribieron su t¨ªa y Samuel Beckett durante su relaci¨®n sentimental en los a?os veinte, as¨ª como las que le escribi¨® ella a sus padres. Nos acercamos pues a una biograf¨ªa silenciada, reconstruida calidosc¨®pica e indirectamente a partir de unos pocos testimonios y retazos de cartas.
Encontramos trazas de Lucia Joyce en distintos personajes de James Joy?ce: Milly, Issy, Isolda, Nuvoletta, Anna Livia Pluravelle, sobre todo podemos indagar a trav¨¦s de esta biograf¨ªa cuestiones de inter¨¦s sobre la relaci¨®n entre literatura, poes¨ªa y danza, el car¨¢cter del proceso creativo, as¨ª como de ¨ªndole psicol¨®gica y moral: la trayectoria vital de Lucia Joyce plantea cuestiones como ?cu¨¢l es el valor de la vida de un hijo para un gran creador? ?Cu¨¢l es el precio personal y familiar a pagar por una gran obra? ?Cu¨¢l es la relaci¨®n entre aquello llamado ¡°genio¡± y aquello otro llamado ¡°locura¡±?
En La hija de Joyce, Annabel Abbs recrea esta voz siguiendo fielmente los episodios que marcaron la ruptura de su trayectoria, esta vez narrada en presente y en primera persona. Abbs estructura la novela alternando la narraci¨®n en presente de los a?os felices de formaci¨®n de esta bailarina y artista pl¨¢stica, con la narraci¨®n retrospectiva en forma de di¨¢logo ficticio con el doctor Carl Jung.
Los rechazos amorosos y la dificultad de emprender una vida independiente en esa ¨¦poca son claves para comprender sus primeras crisis
La novela nos sit¨²a en el universo de las vanguardias art¨ªsticas de los a?os de entreguerras en Par¨ªs con el trasfondo de la historia de la escritura de la obra m¨¢s compleja de Joyce, Finnegans Wake. Abbs destaca la relaci¨®n amorosa de Lucia con Samuel Beckett e incluye a otros de sus amantes c¨¦lebres, como su profesor de dibujo Alexander Calder, romances en los que ella result¨® finalmente rechazada y que precipitaron su primera crisis. Zelda Fitzgerald, que aparece como compa?era en el estudio de danza cl¨¢sica de la estricta Madame Egorova, precedi¨® a Lucia Joyce en su destino tr¨¢gico, siendo tratada posteriormente por los mismos m¨¦dicos. Loeb Shloss pone de manifiesto c¨®mo el caso de Joyce es paradigm¨¢tico de una generaci¨®n de mujeres con talento alrededor de los a?os veinte, arrinconadas en los m¨¢rgenes de la historia, diversas de ellas encerradas debido a diagn¨®sticos psiqui¨¢tricos sospechosamente parecidos: la escultora Camille Claudel, amante de Auguste Rodin, fue la primera de ellas, pero por ah¨ª pasaron 10 a?os despu¨¦s Zelda, esposa de Fitzgerald, o su cu?ada Helen Fleishman: siete mujeres del entorno de Joyce fueron institucionalizadas entre mediados y finales de los treinta. El advenimiento de la Segunda Guerra Mundial tuvo consecuencias por lo que respecta a las libertades de la mujer, as¨ª como las circunstancias particulares, familiares y relacionadas con el g¨¦nero.
La dificultad de narrar la trayectoria de Lucia Joyce se basa en la luminosidad de los personajes que la rodean y que parad¨®jicamente la apagaron a ella; los Joyce no apoyaron su vocaci¨®n por la danza. Los rechazos amorosos y la dificultad de emprender una vida independiente en aquella ¨¦poca son claves para comprender sus primeras crisis en forma de ataques de rabia (ataques que tambi¨¦n padeci¨® Virginia Woolf a su edad). Los tratamientos psiqui¨¢tricos no ayudaron, en 1936 Joyce escribi¨® en una carta: ¡°Su car¨¢cter es alegre, dulce e ir¨®nico, pero tiene ataques de rabia por nada cuando se la confina a la camisa de fuerza¡±. Desde una ¨®ptica actual nos preguntamos: ?Y qui¨¦n no los tendr¨ªa? ?A qu¨¦ bailar¨ªn se cura con inmovilidad?
Estil¨ªsticamente la novela puede leerse intercambiando los nombres por otros con menos lustre sin que el resultado var¨ªe en gran medida: el Samuel (Beckett) de la novela es un joven admirador del padre que mantiene un idilio con una Lucia (Joyce) que se expresa con los t¨®picos de la novela sentimental ¡ªejercicio literario arriesgado: tres p¨¢ginas se dedican a la descripci¨®n del encuentro sexual de ambos¡ª, el padre aparece como un gran escritor del que no atisbamos las chispas del proceso de concepci¨®n de Finnegans Wake. Abbs retrata el inter¨¦s del padre por su hija en calidad de musa, una relaci¨®n simbi¨®tica que pareci¨® encadenar la vida de Lucia a la del escritor irland¨¦s, as¨ª como la mala relaci¨®n con su madre y la predilecci¨®n de esta por su hermano Giorgio. Annabel Abbs reescribe la voz borrada de La hija de Joyce y resuelve de manera solvente la narraci¨®n de los a?os cr¨ªticos de su trayectoria vital, sin embargo, tal como indica el t¨ªtulo del libro, la voz que nos habla carece de nombre propio.
La hija de Joyce. Annabel Abbs. Traducido por Amelia P¨¦rez de Villar Herranz. Galaxia Gutenberg, 2017. 360 p¨¢ginas. 22,50 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.