La felicidad era esto
Teresa Solar cabalga entre el museo y el parque de atracciones. Un tr¨¢nsito oscuro y vacilante en una instalaci¨®n en Madrid
Hay ¨²ltimamente en el terreno del arte una suerte de fascinaci¨®n por la noche. La cosa no es nueva, pero vive ahora un momento de intensidad. Ante un d¨ªa a d¨ªa tambi¨¦n oscuro, la noche deviene un espacio lleno de potencias, el reverso de lo productivo, el canto al hedonismo, el momento para el baile y el tiempo para el gozo. Ese marco temporal donde las normas se relajan, los contornos evidentes se disipan y los l¨ªmites imprecisos aparecen. El CA2M es uno de esos centros de arte que piensan lo nocturno, no s¨®lo con los Estudios de la noche que acaban de inaugurar buscando analizar sus lenguajes, sus coreograf¨ªas sociales y sus econom¨ªas afectivas. Lubric¨¢n, la exposici¨®n de Julia Sp¨ªnola en el CA2M, se situaba tambi¨¦n ah¨ª. Y lo har¨¢ tambi¨¦n Querer parecer noche, la colectiva comisariada por Beatriz Alonso y Carlos Fern¨¢ndez Pello que el pr¨®ximo oto?o reunir¨¢ a esos artistas afines a la programaci¨®n de este museo y que componen un buen term¨®metro de lo que ocurre en Madrid. Mirada al subsuelo por donde seguramente aparecer¨¢n los deseos de Teresa Solar (Madrid, 1985).
Tambi¨¦n lo nocturno preside la magn¨ªfica instalaci¨®n que la artista ha ideado para Abierto ¡Á Obras, y no s¨®lo por la oscuridad que de por s¨ª tiene este espacio con el que ha sabido dialogar tan bien. Aparece por la invocaci¨®n que hace a Nut, la diosa de la noche en el Egipto fara¨®nico, que tambi¨¦n aqu¨ª adopta su m¨ªtica postura arqueada y llena de estrellas como si fuera un arco m¨¢s de los muchos que componen el techo de este espacio de Matadero. La reiteraci¨®n marca el ritmo hasta en el t¨ªtulo, Cabalga, cabalga, cabalga, que tambi¨¦n conecta con ciertas posturas vespertinas. Lo narrativo siempre ha estado en el centro de su trabajo, tanto en sus v¨ªdeos como en la escultura, formando familias de ideas que siguen la l¨®gica de las enciclopedias en la representaci¨®n que hacen del conocimiento.
Es lo que hace Teresa Solar aqu¨ª, hablar de lo exuberante que es el pensamiento. El suyo se construye creando un sinf¨ªn de formas hermanas que funcionan como un hipertexto y se mueven por analog¨ªas: simb¨®licas, sint¨¢cticas, emp¨¢ticas, de escala, de color¡ Algunas conectan incluso con trabajos anteriores. Nut, de hecho, entronca con su inter¨¦s por la cultura egipcia que la conecta con su seno familiar y que ya explor¨® en Al haggara (La piedra en castellano), un trabajo cuajado ya de la idea de traducci¨®n y de tr¨¢nsito.
La artista habla aqu¨ª de lo exuberante que es el pensamiento. El suyo se construye creando un sinf¨ªn de formas hermanas
A eso invita esta cabalgata. La maqueta del intestino que encabeza la r¨²a dice mucho de la posici¨®n de la artista. Es una exposici¨®n pensada con la tripa. Resume la entra?a, el meollo, desde un lugar de paso donde no hay certezas. Seguramente por eso la instalaci¨®n traslada un nivel tan alto de emoci¨®n. Es como si la artista nos invitara a entrar en su cerebro, deglutiendo formas y digiriendo ideas, para lidiar con una escultura mental que est¨¢ a medio camino entre la tradicional de bulto redondo y la escenograf¨ªa. Quien la conoce sabe de su fascinaci¨®n por ¨¦sta y no es raro pensar en esta instalaci¨®n como uno de los decorados de sus v¨ªdeos.
Avanzamos y un peque?o t¨²nel bajo el ombligo de Nut reproduce a otra escala ese mismo conducto intestinal por donde los animales marinos coexisten con caballos de feria, piraguas y guantes, aportando cada cual una proporci¨®n, color y textura diferente a la imagen del arco que siempre invita a traspasar territorios ocultos. Hay un helado-papelera bic¨¦falo y un delf¨ªn tambi¨¦n de dos cabezas que aluden a esas ramas truncadas de la evoluci¨®n. Curro, la mascota de la Expo?92, mitad elefante, mitad p¨¢jaro, tambi¨¦n entra en ese ecosistema de nuevas especies. Hay algo inmersivo aqu¨ª, como cuando te sumerges en el agua y las escalas se difuminan. Lo macro y lo micro a ratos se tocan y se confunden. Espacio maleable como el de plastilina que cubre el hueco entre las dos mitades de un tigre de juguete.
Formalmente, explica la artista, todo el desfile conecta con la Galer¨ªa de Anatom¨ªa Comparada de Par¨ªs, donde se exponen los esqueletos de centenares de animales vertebrados. Los esqueletos se disponen creando una gran masa que parece caminar hacia delante, permitiendo una comparaci¨®n morfol¨®gica de las especies, estableciendo relaciones de parentesco y ofreciendo un relato evolutivo y de progreso. Aqu¨ª funciona exactamente igual en la comparativa de lomos en una sala llena de arcos, y en el di¨¢logo abierto entre cuerpo animal y arquitectura.
Pero es que Teresa Solar da otro giro m¨¢s: mezcla la disposici¨®n razonada del museo con el dep¨®sito de un parque de atracciones, fragmentario y accidental, para perfilar un paisaje vacilante que crece como las ramas ca¨®ticas de un arbusto. Lo que en bot¨¢nica se conoce como tejidos secundarios y que en la vida mundana calificamos de libre albedr¨ªo. En otras palabras: alegr¨ªa, esa etiqueta que tanto problema de encaje tiene en el campo del arte contempor¨¢neo. Me pregunt¨® el porqu¨¦ de eso y de que se hable tan poco de una propuesta tan buena como ¨¦sta.
Chus Mart¨ªnez, que invit¨® a Teresa Solar al K?lnSkulptur de Colonia, toc¨® esa tecla con el t¨ªtulo que dio a este parque de esculturas que invocaba a Babilonia: Me sorprende estar tan feliz. Una pulsi¨®n que seguro repite en la exposici¨®n que prepara en Basilea en sinton¨ªa con las l¨ªneas de flotaci¨®n de Matadero. Una invitaci¨®n a la ficci¨®n y a la fantas¨ªa, pero tambi¨¦n a reflexionar sobre la querencia de animar lo que no es humano. ?Acaso el campo de juego no era eso?
Cabalga, cabalga, cabalga, de Teresa Solar. Abierto ¡Á Obras. Matadero. Madrid. Hasta el 29 de julio.
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