John Banville: ¡°Los novelistas somos can¨ªbales¡±
El escritor irland¨¦s emula a Henry James y afronta la continuaci¨®n de ¡®Retrato de una dama¡¯ en ¡®La se?ora Osmond¡¯
Si de algo sabe John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) es de travestismo literario. Presume tanto de camale¨®n que asegura poder convertirse en tantos escritores como quiera, menos ¨¦l mismo. Despu¨¦s de desdoblarse en novelista l¨ªrico con el nombre que lo bautizaron y en un Mr Hyde que se dedica al g¨¦nero negro como Benjamin Black, ahora dispara alto y ha llegado a un pacto mediante guija con Henry James. ¡°Cuando le cont¨¦ lo que quer¨ªa hacer, desapareci¨® sin decir nada. Yo tom¨¦ esa se?al como una aprobaci¨®n¡±. Acord¨® con su fantasma lo siguiente: una continuaci¨®n de aquella novela decimon¨®nica, Retrato de una dama, concluida en 1881, cara al siglo XXI. Y de ah¨ª sali¨® La se?ora Osmond (Alfaguara), reci¨¦n publicada en Espa?a.
Cuando James la abandon¨®, Isabel Archer qued¨® en Roma completamente rota al enterarse de las maquinaciones de su marido, Gilbert Osmond. Ahora, con Banville, planea vengarse¡ Para Mar¨ªa Fasce, su editora en Espa?a, y para Nuria Barrios, escritora y traductora de algunas novelas suyas, James rompi¨® con este personaje barreras feministas. Ambas acompa?aron al autor este jueves en la Fundaci¨®n Telef¨®nica de Madrid, donde present¨® su nueva obra: ¡°En mi arrogancia y mi estupidez, he querido rendir homenaje a un artista soberbio¡±, asegur¨®.
Si hay algo que atra¨ªa a Banville de Isabel, era adentrarse en la psicolog¨ªa femenina: ¡°No hay nada m¨¢s aburrido ni rid¨ªculo que una cena entre hombres. Cuando aparece una mujer, te puede llevar al para¨ªso¡±. Y ah¨ª quer¨ªa acompa?arla ¨¦l, despu¨¦s de sus desenga?os y frustraciones. ¡°Desde luego, ella es una hero¨ªna que abre brechas feministas. Pero sobre todo quiere llenar de plenitud su vida, apasionadamente, agarrar ese ¨²ltimo tren, disfrutar el momento¡±.
No ahogarse de aburrimiento, como sugiere una frase del libro: ¡°Hab¨ªa vivido largos a?os con su marido. No hab¨ªan sido muchos, pero s¨ª largos¡¡±. El tiempo. Otra obsesi¨®n en Banville, como la libertad: ¡°No creo que podamos llegar a ser libres, incluso no creo que debamos. Para conseguirlo de manera absoluta deber¨ªamos convertirnos en Robinson Crusoe. Mientras nos relacionemos con otros seres humanos, no lo lograremos del todo. Si nos enamoramos, nos volvemos de alguna forma esclavos. Condicionamos nuestra voluntad a la persona amada. La libertad exige soledad¡±.
¡°No creo que podamos llegar a ser libres, incluso no creo que debamos. Para conseguirlo de manera absoluta deber¨ªamos convertirnos en Robinson Crusoe"
A fe que Banville lo es. Un solitario que saca provecho al aislamiento: ¡°No soy muy bueno haciendo amigos, prefiero las relaciones apasionadas. Aunque puedo fingir y ponerme la m¨¢scara para sobrevivir en este mundo¡±. Mientras convivamos, los novelistas deben atestiguar el milagro del ser humano: ¡°Lo somos. Mi perro a veces me mira asombrado y con ello da cuenta de la rareza que representamos¡±. Toca a los creadores desentra?arla. Para eso vale todo, seg¨²n Banville: ¡°Los escritores somos can¨ªbales. Vender¨ªamos a nuestros hijos por una buena frase. No conf¨ªen en nosotros, somos monstruosos¡±.
El caso es centrarse en que salga bien. Con estilo, en lo que se refiere al irland¨¦s. A ser posible, con un buen vino en la mano. Alguna vez, tal como Mar¨ªa Fasce recuerda, ha dejado claro qu¨¦ va por delante: ¡°Mientras el estilo avanza, la trama debe ir por detr¨¢s, arrastrando los pies¡±. Eso, en el caso de Banville. Benjamin Black no opinar¨ªa lo mismo. Si acaso jugar¨ªa con ambos elementos de manera acompasada. Aunque en el fondo, el oficio requiere la misma t¨¦cnica: ¡°Encadenar una frase con otra hasta que al final sale una novela¡±. Poco m¨¢s¡ O ah¨ª es nada, en el caso de Banville, Black y Henry James. Padre, hijo y esp¨ªritu santo. Los tres autores que se han conjurado para resucitar felizmente a la se?ora Osmond.
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