Estatuas la ¡®marx¡¯ de vivas
?Qu¨¦ queda de Marx hoy? Varias novedades editoriales tratan de descifrar m¨¢s al hombre que a su pensamiento
1. Rojeces
?Los doscientos de Marx y nosotros con estos pelos neoliberales! Mientras en Tr¨¦veris, patria chica de uno de los jud¨ªos m¨¢s c¨¦lebres del XIX (incluido Freud), erigen la estatua de cinco toneladas (regalada por los chinos) del padre espiritual de todos los marxistas (aunque ¨¦l insist¨ªa en que nunca lo hab¨ªa sido), los descendientes ¡°del Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes¡± se siguen preguntando qu¨¦ Marx es Marx. ?Es el ¡°humanista radical¡± de los Manuscritos de 1844 que tanto recelo despertaron en la ortodoxia sovi¨¦tica cuando fueron descubiertos en 1932?; ?el periodista comprometido del Rheinische Zeitung?; ?el fil¨®sofo de la totalidad que acab¨® de perfilar Engels tras la muerte del amigo al que mantuvo econ¨®micamente?; ?el te¨®rico de los socialdem¨®cratas que brindaban por la guerra en 1914?; ?el maestro de Lenin y Stalin, el referente te¨®rico de Pol Pot? ?Qu¨¦ queda de Marx hoy? ?Vuelve el marxismo, como temen conspicuos banqueros nada sospechosos de rojer¨ªo, a cuenta de la fren¨¦tica automatizaci¨®n que (tambi¨¦n) se traduce en p¨¦rdida de trabajos y estancamiento de los salarios? ?Qu¨¦ hay de marxista en la v¨ªa china de Xi Jinping ¡ªmano de obra domesticada y satisfecha, crecimiento econ¨®mico estratosf¨¦rico, y desaforado consumo capitalista¡ª, en la ensimismada unanimidad de los s¨²bditos de Kim Jong-un, en las magancer¨ªas pol¨ªticas de Nicol¨¢s Maduro, en el ultranacionalismo de la CUP? ?Hay un solo Marx que evoluciona a trav¨¦s de las catastr¨®ficas derrotas de las causas que sostuvo (1848, 1871) o hay un Marx ¡°antimarxista¡±, como opinaba Althusser a prop¨®sito de los Manuscritos? Karl Marx, ilusi¨®n y grandeza (Taurus), del historiador de las ideas Gareth Stedman Jones (disc¨ªpulo del marxista E.?P.?Thomson, y miembro durante un tiempo del consejo editorial de New Left Review), trata en su imponente biograf¨ªa de descifrar al hombre m¨¢s que al marxismo, algo muy de agradecer. Como su m¨¢s moderado colega estadounidense Jonathan Sperber en su Karl Marx (Galaxia Gutenberg), subtitulada muy intencionadamente ¡°una vida del siglo XIX¡±, Stedman Jones se ha beneficiado de fuentes poco transitadas (o deliberadamente ignoradas) por bi¨®grafos y hagi¨®grafos anteriores. Como, por ejemplo, el ¡°Fragmento sobre las m¨¢quinas¡±, garabateado (en 1858) en un cuaderno de notas, y olvidado durante mucho tiempo, en el que se muestra un Marx visionario que apunta a la posibilidad de que en un futuro las m¨¢quinas hicieran la mayor¨ªa del trabajo, por lo que el capitalismo ¡ªbasado en la plusval¨ªa ¡°arrancada¡± a los trabajadores¡ª no sobrevivir¨ªa a la entonces superflua mano de obra humana: aqu¨ª tenemos a otro Marx, sin duda cercano. Stedman Jones nos presenta, en mayor medida que Sperber, un Marx inmerso en la historia cultural de su tiempo, un pensador y un revolucionario (no hay que olvidarlo) que se adelant¨® a explicar no solo lo din¨¢mico y transformador del capitalismo, sino tambi¨¦n lo destructivo y lo inhumano. Por cierto, si alg¨²n improbable lector/a de esta columna apaisada quiere hacerse una idea de los muchos Marx que hay en Marx sin necesidad de sumergirse en los 72 vol¨²menes hasta ahora publicados de las Marx-En?gels-Werke, les recomiendo vivamente la muy asequible antolog¨ªa editada por Constantino B¨¦rtolo Karl Marx: Llamando a las puertas de la revoluci¨®n (Penguin Cl¨¢sicos). Y para terminar: s¨ª, es cierto; en nombre de Marx se han cometido muchos cr¨ªmenes, de los que ¨¦l no es responsable. Como tampoco, mutatis mutandis, es razonable responsabilizar a Cristo de los que se han cometido en el suyo.
2. Esc¨¢ndalos
Vaya por Dios. Resulta que, precisamente este a?o, cuando mi topo (en realidad, una rata) oculto en las cloacas de la Academia Sueca me aseguraba que le iba a caer el Nobel de Literatura a Javier Mar¨ªas, la violencia sexual y la ¡°lucha de clases¡± han dejado al jurado sin quorum y, al premio, pospuesto hasta que all¨ª desinfecten la casa del todo. Mientras se investiga al Weinstein sueco (en realidad, el supersalido s¨¢tiro Jean-Claude Arnault es franc¨¦s), y el movimiento #MeToo y la protesta por La Manada se extienden y se hacen virales, me sorprende lo poco que las mujeres espa?olas del mundo de las artes y las letras han destapado hasta la fecha las muy probables sevicias que les han infligido, a trav¨¦s de los a?os, ciertos productores, cineastas, editores, actores y directores de instituciones culturales. Nada m¨¢s lejos de m¨ª que suscitar una caza de brujas (o de mamonazos) en dichos ambientes cultos y creativos, sobre todo ahora que tenemos un ministro del ramo que se nos ha revelado conspicuo ¡°novio de la muerte¡±, pero, una de dos: o es que aqu¨ª no hay Weinsteins castizos, y el comportamiento de los varones y jefes de renombre est¨¢ m¨¢s all¨¢ de toda sospecha, o el temor de las v¨ªctimas a las represalias y ostracismos es todav¨ªa demasiado fuerte. En todo caso, lo ¨²nico bueno del esc¨¢ndalo sueco es que, al parecer, en 2019 se conceder¨¢n dos premios de literatura. A lo mejor uno le cae a Mar¨ªas y otro a su amigo y c¨®mplice en la RAE P¨¦rez-Reverte. En cuanto al Nobel de la Paz, ya se habr¨¢n enterado de que republicanos y miembros de la alt-right est¨¢n haciendo lobby para que se lo concedan a Donald Trump, a pesar de sus presuntos excesos sexuales con la actriz Stormy Daniels. En todo caso, si la volc¨¢nica estrella porno consigue que el esc¨¢ndalo se lleve por delante a Trump, yo y mis amigos (incluyendo, quiz¨¢s, a Mar¨ªas) estar¨ªamos dispuestos a apoyar p¨²blicamente su candidatura, en lugar de la del emperador, para el Nobel de la Paz. E incluso, ex aequo, para el de Literatura.
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