Kapuscinski en el infierno de Angola
La pel¨ªcula 'Un d¨ªa m¨¢s con vida' la narraci¨®n es ¨¦pica y emotiva, sale del convencimiento
El crep¨²sculo del colonialismo portugu¨¦s en Angola, su independencia y la posterior e interminable guerra civil han tenido cronistas excepcionales. En el caso del admirable escritor portugu¨¦s Ant¨®nio Lobo Antunes fue porque le reclut¨® el Ej¨¦rcito de su pa¨ªs. El legendario periodista polaco Ryszard Kapuscinski acudi¨® inicialmente a ese infierno porque se lo exig¨ªa su profesionalidad y acab¨® tomando partido hasta el compromiso absoluto por uno de los bandos enfrentados. Rusia y Estados Unidos estaban utilizando ese sangriento escenario para continuar su guerra fr¨ªa. Tambi¨¦n intervinieron la Cuba castrista y la Sud¨¢frica del apartheid. Kapuscinski logr¨® sobrevivir a duras penas y narr¨® la experiencia en su primer y memorable libro.
Dos directores, el espa?ol Ra¨²l de la Fuente, y el polaco Damian Nenow, reconstruyen en Un d¨ªa m¨¢s con vida la epopeya del periodista en Angola. Mezclan el cine de animaci¨®n con im¨¢genes en las que algunos de los personajes reales que protagonizaron aquella guerra recuerdan delante de la c¨¢mara lo que ocurri¨® all¨ª. Y funciona muy bien la asociaci¨®n entre sus testimonios y la reconstrucci¨®n mediante esos espl¨¦ndidos dibujos animados de lo que Kapuscinski vivi¨® en Angola. La narraci¨®n es ¨¦pica y emotiva, sale del convencimiento y del coraz¨®n. Y podr¨ªan plantearse dudas sobre si la sagrada misi¨®n del periodismo es informar objetivamente de un conflicto o que los transmisores tengan tan clara la identidad de los buenos y de los malos, que se impliquen hasta el tu¨¦tano en la causa de los primeros, que se conviertan en aguerridos militantes. Kapuscinski no solo intent¨® echar una mano al Ej¨¦rcito en el que cre¨ªa, sino que plasm¨® lo que vio y sinti¨® all¨ª en vibrante escritura.
El director chino Jia Zhang-Ke lleva m¨¢s de una d¨¦cada contando que en su pa¨ªs est¨¢n ocurriendo muchas cosas turbias o siniestras, que abunda la corrupci¨®n a m¨²ltiples niveles y las mafias de todo tipo, que es brutal la diferencia entre la forma de vida de las ¨¦lites y la del resto del personal. A veces ha descrito ese panorama inquietante con cierto inter¨¦s. Pero es escaso el que posee la muy larga y mon¨®tona Ash Is Purest White. Arranca con el amor entre el jefe de una hermandad gansteril y la mujer que ejerce de lugarteniente. Contin¨²a con el encarcelamiento de esta y la imposibilidad de la antigua relaci¨®n cuando vuelven a verse. Lo ¨²nico que tiene un poco de gracia es la muestra de estafas callejeras que ella practica para lograr su supervivencia, una mujer estigmatizada, sola y que no posee nada.
Dudo que nadie medianamente l¨²cido adquiera, distribuya y estrene el ¨²ltimo y verborreico onanismo mental del nonagenario Godard. Por lo tanto, es absurdo que hable de ella. Entre otras cosas porque me resulta imposible entender lo que pretende decir, algo que me ocurre con casi la totalidad de su cine, o ensayos f¨ªlmicos como los define ¨¦l. Se titula El libro de la imagen. Una voz en off larga una letan¨ªa insufrible a base de reflexiones presuntamente profundas y desoladas sobre el estado de las cosas, acompa?ando a im¨¢genes caprichosas que mezclan escenas de pel¨ªculas con el terrorismo yihadista, los nuevos disfraces del capitalismo, el ser y la nada y cosas as¨ª.
Godard sigue ingeni¨¢ndoselas para la milagrosa tarea de que alguien le siga produciendo sus tonter¨ªas seudoart¨ªsticas. Hab¨ªa en la sala alarmantes y cuantiosos s¨ªntomas de somnolencia. Qu¨¦ arduo lo tienen esos fans que declaran no poder vivir sin la sagrada obra de Godard para explicar con un m¨ªnimo de racionalidad la fascinaci¨®n que les provoca. Pero la impostura y la farsa prosiguen. Que se disfruten mutuamente el riguroso gur¨² y los entendidos que le declaran su amor incondicional.
Babelia
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