Serrat en Par¨ªs: Un conmovedor viaje a la semilla
El escritor argentino Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, autor de 'La herida', relata la vuelta del cantante catal¨¢n al Teatro Olympia y su encuentro con Paco Ib¨¢?ez
Los hechos y las se?ales pueden leerse bajo la superstici¨®n del azar. Pero quienes prefieren creer en el sutil trazo del destino, podr¨¢n apreciar las cuantiosas sorpresas que depar¨® la presentaci¨®n de Joan Manuel Serrat en el Olympia de Par¨ªs. La primera de todas ellas aconteci¨® el viernes en el Instituto Cervantes de Francia, cuando el cantante se encontr¨® cara a cara con sus fans, evoc¨® los viejos tiempos en la Ciudad Luz y al bajar del escenario descubri¨® a Paco Ib¨¢?ez entre el p¨²blico. Se abrazaron y luego Paco me dijo: ¡°Es una gran alegr¨ªa encontrarme con Juan en Par¨ªs 40 a?os despu¨¦s. Entonces ten¨ªamos 20 y est¨¢bamos llenos de fuerza y de ilusiones¡±. Serrat lo hab¨ªa mencionado un par de veces, sin sospechar que su viejo amigo lo estaba escuchando. Como para muchos espa?oles de la posguerra y de aquella naci¨®n tan oscura de Francisco Franco, para estos dos poetas populares cruzar la frontera era dejar atr¨¢s la represi¨®n y alcanzar los colores y la libertad. Durante 1966, Nano y Paco hicieron teatro y conciertos en Francia con una compa?¨ªa peque?a. El exilio era su hogar: ¡°Nos met¨ªamos en los caf¨¦s de exiliados a hablar y a esperar lo que no acababa de suceder¡±. Abrazados bajo los flashes componen la imagen de dos guerreros de una generaci¨®n que luch¨® incansablemente contra la corriente y cuyas utop¨ªas representan tambi¨¦n las ideas y pulsiones de una ¨¦poca irrepetible. Unos a?os m¨¢s tarde, en un hotelito de la Costa Brava, Serrat alumbrar¨ªa Mediterr¨¢neo, punto de inflexi¨®n de su fecunda obra y antolog¨ªa privada de esas pulsiones.
Serrat ha sido un Disc¨¦polo moderno en mi patria (algunos de sus versos ya forman parte del refranero nacional), una figura un¨¢nime que llena salas a repetici¨®n, que supera las grietas ideol¨®gicas y a la que los argentinos respetan m¨¢s que a Maradona o a Messi. Este mismo concierto, que llegar¨¢ a Buenos Aires en octubre, ser¨¢ all¨ª un eslab¨®n m¨¢s de la larga cadena de un artista interminable y local. Aqu¨ª en Par¨ªs, en cambio, suena a homenaje crepuscular de aquellas quimeras, quiz¨¢ porque se realiza bajo la sombra de las melanc¨®licas conmemoraciones del Mayo franc¨¦s. ¡°El mundo ya no es lo que era¡±, admite Serrat, aunque el nombre de su trabajo sugiera volver al principio, como define la expresi¨®n musical italiana da capo. Se esperaba un p¨²blico m¨¢s fr¨ªo en Par¨ªs que en Buenos Aires, pero lo cierto es que cuando Serrat comenz¨® a interpretar, sin soluci¨®n de continuidad, una tras otra las canciones de Mediterr¨¢neo da capo, la sala Olympia se estremeci¨® con aplausos y ovaciones.
Resulta muy conmovedor ver a un hombre ya curtido por la vida y los a?os interpretando los versos de un muchacho esperanzado y rebelde; parece aquel di¨¢logo fant¨¢stico a orillas del R¨®dano en El libro de arena, donde un Borges maduro se encuentra con un Borges veintea?ero. Ese di¨¢logo secreto resignifica los temas, un efecto colateral impensado de esta simple ocurrencia de anticipar los festejos por los 50 a?os de aquel disco revolucionario. Consciente de que a cierta edad no es prudente dejar para ma?ana lo que puedes hacer hoy, pero lejos a su vez de un mensaje testamentario (a pesar de las tempranas instrucciones que deja en esa canci¨®n emblem¨¢tica), Serrat anticip¨® tres a?os las celebraciones. Casi todas esas canciones son obras maestras y tratan acerca de la necesidad de partir para alcanzar la dicha y la plenitud: desde la apolog¨ªa de vagabundear y el pueblo blanco que uno debe abandonar para ser feliz, hasta el barquito de papel que va imaginariamente de pa¨ªs en pa¨ªs y la muchacha que se escapa de su casa y tiene a su madre transida de angustia (hoy podr¨ªa localizarla por Facebook). Escapad, gente tierna, que esta tierra est¨¢ enferma, y al Quijote le ruego que me lleve en su montura. El reverso de esa huida hacia la libertad est¨¢ en la morri?a de las peque?as cosas, porque los recuerdos tienen boleto de ida y vuelta. Otra canci¨®n invierte tambi¨¦n los t¨¦rminos: es la mujer la que se marcha, y el hombre quien se queda en su dolor. Y otra dise?a la mujer liberada de aquellos a?os, alguien que no necesita ba?arse cada noche en agua bendita. Finalmente, acomete la c¨®mica eleg¨ªa de T¨ªo Alberto, un m¨ªtico personaje del gauche divine.
En los proleg¨®menos de esta fascinante m¨¢quina del tiempo, Serrat reivindic¨® la influencia de Brassens y de Brel, pero tambi¨¦n la de su padre Pepe, que pod¨ªa arreglar con las manos cualquier cosa, era un todoterreno (¡°yo soy un nada terreno¡±) y de su madre, con la que cantaba coplas mientras hac¨ªan la cama o desgranaban guisantes. En los ep¨ªlogos de esa conversaci¨®n, alguien le pregunt¨® qu¨¦ canci¨®n habr¨ªa que componer para superar el conflicto de Catalu?a. Muy serio, Serrat le respondi¨®: ¡°Si yo creyera que una canci¨®n puede solucionar esto¡dejar¨ªa todo para escribirla. Por fin habr¨ªa logrado hacer algo importante en mi vida¡±. Pero las canciones ya no cambian el mundo, y el Nano lo sabe. El destino, sin embargo, es porfiado: al salir de la sala del Olympia, algunos con l¨¢grimas en los ojos, nos enteramos de que a pocas calles de all¨ª un joven en nombre del Estado Isl¨¢mico hab¨ªa apu?alado a cinco personas, y hab¨ªa producido muerte y terror. Llov¨ªa sobre Par¨ªs.
No, el mundo ya no es lo que era.
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