Eurovisi¨®n, esa monta?a de prejuicios
La gala del s¨¢bado fue extraordinaria, con el ¨²nico borr¨®n del d¨²o Sobral-Veloso
Nos ha costado muchas d¨¦cadas romper el sambenito de que la zarzuela era chabacana -gracias, Pl¨¢cido Domingo-; el cabar¨¦, vulgar -gracias, Ute Lemper-; los musicales, cosas de jovenzuelas -gracias, Leonard Bernstein- o los dibujos animados, infantiles -gracias, Steve Jobs-.
Cuesta mucho salirse del blanco o negro en los gustos, en la pol¨ªtica, en las asambleas, en la vida; lo f¨¢cil es despachar de un plumazo un best seller o la canci¨®n del verano. La vida es m¨¢s f¨¢cil montados en la ola de los prejuicios. Eurovisi¨®n es uno de ellos.
Antes de comenzar el espect¨¢culo, ya sabemos que Eurovisi¨®n es basura, mierda que se comen 200 millones de moscas en el televisor, cientos de m¨²sicos, int¨¦rpretes y escen¨®grafos en la gala y miles de espectadores en directo. Yo fui una de esas moscas comemierdas.
De Eurovisi¨®n 2018 no se salv¨® nada, seg¨²n los entendidos, a excepci¨®n de dos personas. El d¨²o Salvador Sobral-Caetano Veloso puso, dicen, la ¨²nica nota de calidad de la noche del Altice Arena de Lisboa. Es duro opinar lo contrario de los que saben, matizar que alguna de las 30 actuaciones restantes -cuajadas de m¨²sicos de larga carreras- quiz¨¢s fueran aceptables. No, nada, cero, solo Sobral-Veloso tocaron el cielo con no s¨¦ qu¨¦ (con su voz, desde luego, no).
Para m¨ª, con perd¨®n, el d¨²o fue lo ¨²nico que estaba fuera de contexto. Nunca debieron estar all¨ª, pero no por un prurito de decencia profesional, sino por mera incapacidad art¨ªstica. Ni era su sitio ni su momento. Es verdad que Sobral ten¨ªa que cantar como anterior vencedor de Eurovisi¨®n y que se le adora con raz¨®n, porque es un artistazo, como Caetano. Pero su actuaci¨®n fue, de largo, la peor de la noche, desafinada y desacompasada como ninguna otra.
Lo f¨¢cil es decir que fueron lo mejor, quiz¨¢s es porque cantan bajito y despacio y quietos -cantar y hacer malabares a la vez est¨¢ desprestigiado, como lo estaba hace a?os en la ¨®pera-. Lo dif¨ªcil es reconocer que fueron un aut¨¦ntico desastre como d¨²o y Salvador como solista (Caetano a¨²n mantuvo el tono). Es cierto que jugaban en campo extra?o -no enemigo-, pero tambi¨¦n que ni se acoplaron ni se adaptaron, como artistas profesionales, a lo que ten¨ªan enfrente.
Su estilo intimista no era menor al de las fadistas Ana Moura y Mariza, pero ellas s¨ª que prepararon -o se dejaron preparar- coreograf¨ªas para llenar el inmenso escenario, arropar sus canciones y, sobre todo, o¨ªrlas. Sobral y Veloso no fueron lo mejor de la noche, fueron lo peor, lo ¨²nico negativo en una gala sobresaliente realizada por la radiotelevisi¨®n portuguesa RTP.
Con la subjetividad que conlleva asistir en directo a los ensayos de las dos semifinales, m¨¢s sus transmisiones en el televisor, m¨¢s la final del s¨¢bado en directo, quiero realizar una clasificaci¨®n de las actuaciones con la misma benevolencia que se otorgan ¨®scares, globos, emmys y nobeles. Espero que mi cr¨¦dito sea el mismo y tan parcial como el que opina, con todo el derecho, que somos comemierdas.
Notables (por su voz, canci¨®n o coreograf¨ªa): Ucrania, Estonia, Noruega, Alemania, Chequia, Australia, Moldavia, Suecia, Hungr¨ªa, Israel y Chipre.
Aceptables: Espa?a, Lituania, Austria, Francia, Holanda, Irlanda, Bulgaria e Italia.
M¨¢s de lo mismo: Eslovenia, Portugal, Reino Unido, Serbia, Albania, Dinamarca y Finlandia.
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