Ese ins¨®lito y seductor papa
Wenders recoge los momentos m¨¢s significativos del mandato de Francisco en un documental s¨®lido Kore-eda vuelve al tema que le obsesiona
Desde hace demasiado tiempo las ficciones que narraba en su cine Wim Wenders perdieron el estado de gracia, pero sus documentales gozan de una salud envidiable. Los realiza sobre gente cuyo arte lo merece y por la que siente admiraci¨®n incondicional. Son hermosos sus homenajes a la core¨®grafa Pina Bausch y al fot¨®grafo Sebasti?o Salgado. En Un hombre de palabra, exhibida fuera de concurso, se acerca al papa Francisco. No tenemos noticias de que este practique alguna de las bellas artes, pero est¨¢ claro que intenta revolucionar la iglesia cat¨®lica, que sus mensajes, su personalidad, lo que dice y lo que hace pueden parecer arte de vanguardia en una Iglesia que estaba anquilosada, con serios problemas para mantener su ancestral parroquia, despegada de la realidad o mezquinamente pegada a ella.
Wenders recoge los momentos m¨¢s significativos de este papado, el inmenso poder de comunicaci¨®n de un hombre con sus feligreses (e incluso con los que no lo somos), la trascendencia de sus viajes por el universo, la seducci¨®n que despliega ante todo tipo de receptores, su comprometido e ins¨®lito discurso ante el lamentable estado de las cosas, su defensa, su tolerancia y su piedad con los desfavorecidos, su preocupaci¨®n por la ecolog¨ªa, la justicia social y los innumerables desmanes ped¨®filos cometidos por sacerdotes de su iglesia, por el poder.
Wenders combina todo eso con el paralelismo entre este hombre y la conducta de Francisco de As¨ªs. Para ello utiliza la ficci¨®n en blanco y negro reconstruyendo la figura y el esp¨ªritu de ese santo nacido hace m¨¢s de 800 a?os. Es lo m¨¢s endeble de este documental tan s¨®lido. Y tambi¨¦n hace una larga y heterodoxa entrevista al Papa, en la que s¨®lo o¨ªmos sus respuestas y no existe en ning¨²n momento la r¨¦plica o contrarr¨¦plica de su entrevistador. Al hablar delante de la c¨¢mara, fijando su mirada, el papa Francisco demuestra tener el im¨¢n y la credibilidad de los grandes actores. Lo que dice y la forma de hacerlo no tiene desperdicio, te hace pensar, te llega dentro. Un hombre de palabra puede rozar por momentos la hagiograf¨ªa, pero posee notable fuerza. Wenders, al igual que tanta gente, se ha quedado hechizado con el hombre que retrata. Y te sorprende encontrarte con un papa que cita con conocimiento y pasi¨®n al nihilista Dostoievski, que rompe la fatigosa tradici¨®n de frases hechas y lugares comunes, que cuando se acerca a los miembros m¨¢s fr¨¢giles entre las multitudes que le veneran parece hacerlo de verdad, que respeta la libertad para ejercer el ate¨ªsmo. Es un papa muy raro. El tiempo dar¨¢ su veredicto.
La pel¨ªcula japonesa Un asunto de familia, dirigida por Kore-eda, insiste en un tema que obsesiona a su creador. Y es que las familias no necesitan formarse con lazos sangu¨ªneos, sino que pueden improvisarse con amor, complicidad y protecci¨®n mutua, que pueden ser el refugio m¨¢s s¨®lido para soledades y desamparos. Tambi¨¦n que ese para¨ªso provisional se puede venir abajo. Lo cuenta con sensibilidad y un tono excesivamente pausado. Y vas atando cabos y recordando matices cuando llega un desenlace que no esperas, que desvela el misterio, un final tan l¨®gico como triste.
La presidencia del jurado la lleva esa excelente actriz y deslumbrante se?ora llamada Cate Blanchett. Todos los d¨ªas se leen manifiestos feministas. Se recuerda la abusiva desproporci¨®n en la historia del Festival de Cannes entre las pel¨ªculas dirigidas por hombres y por mujeres. En consecuencia, es muy fuerte el rumor de que este a?o Cannes estar¨ªa encantado de conceder la Palma de Oro a una directora. Son tres mujeres las que concursan en la secci¨®n oficial. Eva Husson firma Las hijas del sol, que es un desastre. No posee el menor sentido del cine de acci¨®n pero s¨ª una torpeza que puede inducir al rubor, con un final tan falso como sensiblero, con di¨¢logos lamentables. Est¨¢ ambientada en el Kurdist¨¢n y la protagoniza un grupo de guerreras, cuyas familias fueron masacradas, que se enfrenta con sed de venganza al ej¨¦rcito yihadista. La italiana Lazzaro felice, dirigida por Alice Rohrwacher, alberga ecos fellinianos al contar la historia de unos campesinos sometidos voluntariamente a una aristocracia feudal, retrata a una comunidad de abnegados inocentes que se mantienen ajenos al mundo real. Su calidad es limitada pero se deja ver y o¨ªr.
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