¡®Han Solo¡¯, exprimiendo el gran negocio
Han Solo es propiedad exclusiva de Harrison Ford. Alden Ehrenreich no da la talla por mucho que se esfuerce el chaval
El Festival de Cannes ha demostrado siempre su heterodoxia selectiva y su amplitud de criterio al ofrecer muestras con frecuencia agotadoras de las cinematograf¨ªas m¨¢s ex¨®ticas del planeta, preferentemente asi¨¢ticas. Lo cual no hace que se olvide del cine estadounidense que, cuando es bueno, resulta inmejorable. As¨ª ha sido desde la primera noche de los tiempos. Pero hace unos a?os que esa cinematograf¨ªa fundamental ha traicionado a Cannes utilizando el Festival de Venecia como su plataforma de lanzamiento en Europa. Hablo del cine de autor, de gente que trata de imprimir su sello creativo a lo que hace. Imagino que esa deserci¨®n de los grandes nombres estadounidenses hace que Cannes se olvide de su elitismo y se conforme con programar fuera de concurso Han Solo: Una historia de Star Wars un producto dise?ado solo para reventar todas las taquillas del universo. La calidad es prescindible, les basta con el marketing y la enorme demanda que existe de su criatura.
La casa Disney se ha propuesto exprimir hasta los huesos todo lo que remita a la guerra gal¨¢ctica y ahora pretende contarnos en otra trilog¨ªa (ya he perdido la cuenta de cu¨¢ntas van) lo que ocurri¨® en la vida de Han Solo antes de que George Lucas nos lo presentara hace m¨¢s de 40 a?os en el arranque de la saga. A diferencia de tantos feligreses enganchados a la eterna batalla entre los sublevados y el imperio, a m¨ª esta no me aporta nada grato desde El retorno del Jedi. Me duele la cabeza cada vez que la obligaci¨®n profesional me obliga a tragarme secuelas y secuelas. Deseo que vuelva a aparecer alguna vez la magia inicial, pero no hay manera. Todas estas pel¨ªculas est¨¢n fabricadas por id¨¦ntica computadora, independientemente de quien las dirija. Han Solo: Una historia de Star Wars, la firma Ron Howard, alguien acostumbrado al ¨¦xito y autor de El c¨®digo Da Vinci, una de las pel¨ªculas m¨¢s impresentables y horrorosas que he padecido. Aqu¨ª no se ha exprimido nada el cerebro para presentar al veintea?ero Han Solo. Todo es mec¨¢nico, rutinario, aparatoso, lo ¨²nico sorprendente es que utilice una fotograf¨ªa tan oscura en aventuras que pretenden ser luminosas.
?Y qu¨¦ narra? Pues el camino inici¨¢tico del muy joven Han Solo, alguien que llegar¨¢ a adquirir categor¨ªa de leyenda en su lucha contra el imperio. Todav¨ªa no aparecen Luke Skywalker ni la princesa Leia, pero s¨ª las ra¨ªces de la amistad entre Solo y Chewbacca y Lando Calrissian. Tambi¨¦n conoceremos a Kira, la primera novia de Han Solo. Pero los personajes importan poco. Lo que les interesa es la acci¨®n y esta resulta mareante, plagada de persecuciones y peleas que nos han mostrado mil veces, protagonismo absoluto de los efectos especiales. No existe en ella ni una pizca de alma, de sentido de la aventura, de emoci¨®n. Y, por supuesto, es imposible que te olvides de que el personaje de Han Solo es propiedad exclusiva de Harrison Ford. Alden Ehrenreich no da la talla por mucho que se esfuerce el chaval.
Under the Silver Lake la dirige David Robert Mitchell, autor de It Follows, una pel¨ªcula de terror que no he visto y de la que cuentan cosas excelsas. No puedo confirmar ese talento en esta intriga en la ciudad de Los ?ngeles inspirada descaradamente en el mundo de David Lynch. Todo es exot¨¦rico, reiterativo, absurdo y vanamente surrealista en esta modernez que sigue los angustiados pasos de un hombre que busca las huellas de la mujer que le fascin¨®. Hay sectas, fanzines, matadores de perros, gur¨²s, prostituci¨®n juvenil, alegor¨ªas, cataratas de dise?o, v¨ªdeo arte, in¨²til suspense. Pretende ser exc¨¦ntrica e inquietante, pero solo despide vacuidad e impostaci¨®n.
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