¡®Bailando con las estrellas¡¯, ni mucho baile ni demasiadas estrellas
Est¨¢ Televisi¨®n Espa?ola empe?ada en encontrar el talento all¨¢ donde est¨¦. Incluso donde no. Ahora lo hace en los pies de famosos que antes no se hab¨ªan dedicado al baile
Est¨¢ Televisi¨®n Espa?ola empe?ada en encontrar el talento all¨¢ donde est¨¦. Incluso donde no. Es la moda: buscar el genio en las cuerdas vocales de futuros cantantes, entre fogones o patrones y, ahora, en los pies de famosos que antes no se hab¨ªan dedicado al baile.
Se vendi¨® Bailando con las estrellas como un formato nuevo, aunque ya hab¨ªamos visto piruetear a otros personajes populares en versiones anteriores. El mayor riesgo del programa estuvo en la pista en la que resbalaron bailarines y un esforzado c¨¢mara que derrap¨® como un futbolista sobre c¨¦sped mojado. Fernando Guill¨¦n Cuervo -cada vez m¨¢s parecido a Pep¨ªn Tre con su renovada juventud capilar- tuvo al menos la gracia de confesarlo: ¡°Vaya morrazo¡±.
?? La steadycam de #Bailando1 tiene que practicar m¨¢s ese paso ? pic.twitter.com/AJbNNn9M0Q
— La Guerra de los Medios (@GuerraDeMedios) May 15, 2018
El otro reto del concurso fue reconocer a algunos de los participantes. Conscientes de d¨®nde guardaban los ases, los responsables del programa se reservaron a Bustamante para el final. Bail¨® con ilusi¨®n, con toda la carga polis¨¦mica de la palabra: la de sus ¨¦pocas de cantante biso?o que se emocionaba en OT y con esa otra ¡°nueva ilusi¨®n¡±, su compa?era, que le atribuye el ?Hola! Los jurados alabaron la compenetraci¨®n de la pareja con un vaticinio que las revistas del coraz¨®n podr¨ªan utilizar como titular: ¡°El baile te va a cambiar la vida¡±. Bustamante lo hizo bien, recuper¨® su papel de joven generoso, agradeci¨® a la banda que tocara en directo y rob¨® plano ante la sonrisa congelada de sus compa?eros de concurso, disecada hasta el infinito cuando el cantante se llevaba la m¨¢xima puntuaci¨®n.
No deja de tener gracia c¨®mo se cierran los c¨ªrculos televisivos: el muchacho que se hizo famoso en el talent show por excelencia volv¨ªa, tras 17 a?os, a enfrentarse a los jurados. Desde su mesa iluminada como la nave de los Supers¨®nicos miraban mayest¨¢ticos para que no se les adivinara la nota en el rostro. Entre Isabel P¨¦rez -coreogr¨¢fa ben¨¦vola-, Moira Chapman -defensora del minimalismo excepto cuando se trata de sus barrocas intervenciones- y Joaqu¨ªn Cort¨¦s -campechano y compresivo- no sabemos todav¨ªa qui¨¦n har¨¢ el papel de malo. S¨ª que sabemos que les gusta hablar y explicar did¨¢cticos que hay foxtrot lento y foxtrot r¨¢pido, tango argentino y tango europeo y que el vals vien¨¦s tiene su origen en Viena.
Tanto es ese af¨¢n did¨¢ctico que Moira Chapman est¨¢ empe?ada en que si no aprendemos a bailar, los espectadores al menos perfeccionemos nuestro ingl¨¦s: show it, oh my God, what¡¯s gonna happen, quick, magn¨ªfico conection. Con un poco de suerte, Chapman, directora del musical El Rey Le¨®n -o como dir¨ªa ella, The Lion King- acabar¨¢ la temporada hablando s¨®lo en el idioma de Shakespeare.
En algunos momentos fueron las manitas de Roberto Leal las que tuvieron m¨¢s ritmo. Repiti¨® ese gesto fetiche tan suyo de frot¨¢rselas en un incesante caracolillo. Aunque tambi¨¦n repiti¨® mucho la palabra ¡°venga¡±, como si la cosa se le hiciera larga. Corta no fue. Cuanto m¨¢s extenso el formato, m¨¢s se rentabilizan las llamadas telef¨®nicas para apoyar a los concursantes. De hecho, se abrieron las l¨ªneas antes incluso de que hubieran dado un paso. Roberto Leal recordaba que las cosas pueden cambiar mucho con ese arma de doble filo que es el televoto. A juzgar por lo poco que el nuevo concurso se coment¨® en Twitter no parece que las centralitas se colapsaran. MasterChef convirti¨® a los espectadores en incipientes cocineros, pero mucho tiene que cambiar Bailando con las estrellas para que al d¨ªa siguiente las masas se lancen a danzar en medio del atasco como si la vida fuera un La La Land en el que todos bailamos.
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