Rafael Reig: ¡°A lo mejor el rencor es conciencia de clase¡±
El escritor asturiano publica 'Para morir iguales', cuyos personajes esperan con ansia la venganza


Rafael Reig (Cangas de On¨ªs, Asturias, 1963) es hu¨¦rfano desde que ten¨ªa 35 a?os, pero vivi¨® como educador en un orfanato de Madrid, y sabe qu¨¦ hay en la conciencia y en los sentimientos de los ni?os que se quedan solos. Con esa amalgama trab¨® Para morir iguales (Tusquets) su ¨²ltima novela. Mientras fuma sus cigarrillos diminutos y espera a que Almudena Grandes le presente en la librer¨ªa Alberti este libro cruzado, desde el t¨ªtulo, de versos legendarios del mexicano Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez, este escritor, profesor y librero aborda la presencia del rencor en su libro. Del rencor, de la venganza, ¡°de todo aquello que se considera malo¡±, y que habita la vida de los muchachos que pueblan su relato.
¡°La venganza¡±, dice, ¡°es un sentimiento malo". "Pero yo me he educado para desconfiar de lo que nos cuentan: que el rencor es malo, la venganza es mala. A lo mejor el rencor no es tan malo, a lo mejor es conciencia de clase. ?Y la venganza? Me repugna, no me he vengado nunca, pudiendo, pero me gusta plantear por qu¨¦ alguna gente tiene necesidad de vengarse, porque la hace m¨¢s fuerte o mejor¡±.
Sus personajes tienen rencor, aguardan vengarse. ¡°Mi protagonista no es bueno, es un cabr¨®n con pinta; el narrador es enga?oso, no te cae mal al principio porque opina bien de las cosas, es un viejo cascarrabias, pero luego ves que no tiene moral¡±. Por la novela flota la orfandad. ¡°Nuestra generaci¨®n¡±, dice el narrador, ¡°somos hu¨¦rfanos del caudillo, fuimos adoptados por la democracia, no ten¨ªamos tele, no ten¨ªamos padre¡±. En cierto modo, le decimos a Reig, nadie ten¨ªa padre, o al menos este no nos hablaba de lo importante. ¡°No ten¨ªamos lo que ahora se entiende como relaci¨®n paternofilial; todos ¨¦ramos hu¨¦rfanos y todos est¨¢bamos en colegios de monjas¡±. No es la primera vez que este educador afronta el asunto. ¡°Escrib¨ª una novela sobre Marilyn Monroe. Y ahora, reley¨¦ndola, me he dado cuenta de que es la m¨¢s personal, porque ella era hu¨¦rfana. En toda ella hay un ritornelo: ¡®no quiero que me comprendan, quiero que me quieran¡±. Es lo que distingue a los hu¨¦rfanos.
¡ª?Le marc¨® tanto ese trabajo con hu¨¦rfanos o ha a?adido sentimientos propios?
¡ªSon sentimientos propios. Cuando escrib¨ª Marilyn entend¨ªa el sentimiento de orfandad: como los hu¨¦rfanos no han tenido amor en la infancia, les cuesta creerse el amor de los dem¨¢s; nunca se van a sentir queridos y a m¨ª eso me impresiona.
¡ªPero en esa orfandad radical florece la amistad, y es duradera, se observa en la novela. A lo mejor su propio camino, Reig, ha sido ese: joven gallito que de pronto necesita agarrarse a ese modo de ternura que se llama amistad.
¡ªSiempre he cre¨ªdo mucho en la amistad, en la lealtad a los amigos. Es el sentimiento m¨¢s noble que existe. Y entre hombres es un sentimiento un poquito machista que entendemos mal entre las mujeres. A m¨ª, la amistad me ha dado los mejores momentos de mi vida. Y por eso quer¨ªa hablar en la novela sobre ese cari?o, que adrede aparece como un poco ambiguo. La amistad siempre es ambigua, nunca es inocente, siempre hay algo de atracci¨®n sexual.
Por eso la venganza, cuando aparece, resulta cruel, pero no es necesariamente, como dice Reig, ¡°un sentimiento malo¡±. Crece como otros sentimientos e incluso como los insultos que prosperan desde la infancia. ¡°Yo era el ni?o al que llamaban gordo, yo los llamaba lega?osos, y triunfaba en el recreo, porque era mucho m¨¢s insultante que maric¨®n hijoputa¡±.
Detr¨¢s de este libro hay mucha lectura y mucho cine. La naranja mec¨¢nica, basada en la novela de Anthony Burgess, ¡°que dec¨ªa de su protagonista que ten¨ªa a la vez amor al lenguaje y amor a la agresi¨®n¡±. Violencia, insulto¡ y eso que asociamos la infancia a la ternura. ¡°?Noooo! Hay que leer para saber que no es as¨ª. Hay que leer El se?or de las moscas, de William Golding. ?C¨®mo se puede decir que esos son ni?os buenos? ?Venga ya!¡±. Y hay m¨¢s libros, (casi) todos los libros en esta mente que ha dado de s¨ª Para morir iguales. ¡°Leer es fundamental, aunque, como se advierte en los trenes, es peligroso asomarse. Es un riesgo, porque te encuentras en tu burbuja, crees que todo es perfecto y de pronto te asomas a vidas que te cambian tu lugar en el mundo¡±.
Librero en la sierra de Madrid, tiene ya la costumbre de recomendar. ?Qu¨¦ leer de fecha reciente? El orden del d¨ªa, de ?ric Vuillard, ¡°una joyita, un trabajo de orfebre, como una inyecci¨®n que no duele pero que te invade las venas¡±. Ese libro explica c¨®mo empez¨® Europa a ponerse a disposici¨®n de una violencia mucho m¨¢s seria que la de los orfanatos: la de Hitler.
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