Miguel Poveda: ¡°No es normal que Lorca est¨¦ en una cuneta y Queipo de Llano enterrado en la Macarena¡±
El artista dedica un disco completo al autor granadino asesinado en la Guerra Civil, muy centrado en los 'Sonetos del amor oscuro' y 'Poeta en Nueva York'
Cuando Miguel Poveda conoci¨® a Ian Gibson despu¨¦s de un concierto suyo, andaba el hombre muy nervioso. Hab¨ªa cantado una copla en honor a Federico. El hispanista se acerc¨® a ¨¦l y le dijo: ¡°Veo que t¨² tambi¨¦n andas enlorquecido¡±. El t¨¦rmino le impact¨®. Tanto que acaba de publicar Enlorquecido, su nuevo disco de homenaje al poeta granadino. Un canto de verdad mestiza, rabia y esperanza dirigido al estern¨®n de su memoria viva. Con una selecci¨®n compleja y arriesgada de sus textos m¨¢s oscuros. Esos clamorosos abismos de silencio sublimados en grito po¨¦tico. ¡°Viaj¨¦ a su mundo a ver qu¨¦ ocurr¨ªa, sin pretensiones, ni la certeza de lograrlo. Pero me qued¨¦ atrapado en ¨¦l, lo siento muy m¨ªo¡±, afirma el cantaor.
Para certificar el compromiso, Poveda fue m¨¢s all¨¢. Compuso todas las canciones. ¡°Es la primera vez que lo hago¡±, afirma el m¨²sico nacido en Barcelona hace 45 a?os. ¡°Quer¨ªa cantarlo m¨¢s de lo que lo cantaba. Ha ocurrido cuando ten¨ªa que ocurrir, no ha sido nada premeditado. Todo viene de leerlo, de estar en contacto permanente con ¨¦l como mi poeta favorito. Interpreto a muchos y siempre vuelvo a su lado. Fui tomando notas, acerc¨¢ndome m¨¢s y m¨¢s, hasta decir: subo la monta?a, este Everest. Y un d¨ªa pas¨¦ del lo voy a intentar al lo voy a conseguir¡±.
Pero a ese salto le puso red. La de Joan Albert Amarg¨®s y Jes¨²s Guerrero, entre otros, autores de casi todos los arreglos. El director de orquesta y compositor catal¨¢n, sobre todo, lo gui¨® de manera propicia. Desde la esencia flamenca pero tambi¨¦n caribe?a que coloca al Son de negros en Cuba, junto a Alain P¨¦rez, los m¨²sicos que colaboran en Enlorquecido buscaron fusiones coherentes y audaces en concordancia con el estilo Poveda: ¡°Esta vez, ecos de rock sinf¨®nico se nos han colado por ah¨ª. M¨²sica que yo llamo de mi padre, grupos como Supertrump, Pink Floyd o Alan Parsons¡±.
Funcionan en temas como No me encontraron, fragmento de F¨¢bula y rueda de tres amigos o en el Grito hacia Roma desde la torre del Chrysler Building. En ellos se encierra el poder¨ªo de su audacia a la hora de elegir. Referencias previas y contundentes como el Omega, de Enrique Morente, obligaban a mirar alto. No ha escogido Poveda temas f¨¢ciles. Al disco lo ti?en esos nubarrones pre?ados de tormenta y los m¨¢s negros presentimientos lorquianos. El pavor a la muerte y ese serm¨®n contempor¨¢neo en la monta?a met¨¢lica de Nueva York, que es un clamor contra la injusticia y la desigualdad en la tinta de un Cristo contempor¨¢neo. ¡°Le a?ad¨ª un coro de ni?os refugiados, porque no hay nada que resulte m¨¢s convincente para la denuncia que quienes han sufrido esos males en propia carne¡±.
Yo lo hab¨ªa escuchado antes de leerlo en boca de Morente, Camar¨®n y Carmen Linares. Pero cuando me encuentro con el Soneto de la dulce queja, me agarr¨® fuerte
De Poeta a Nueva York ¨Cal que pertenecen los dos textos que abren el disco, as¨ª como la Oda a Walt Whitman- a los Sonetos del amor oscuro. Ah¨ª comenz¨® la indagaci¨®n de Poveda en Lorca. ¡°Yo lo hab¨ªa escuchado antes de leerlo en boca de Morente, Camar¨®n y Carmen Linares. Pero cuando me encuentro con el Soneto de la dulce queja, me agarr¨® fuerte. Yo pasaba por una situaci¨®n parecida a mis 25 a?os. Qu¨¦ manera de describir lo que siento, me dije¡±. De dicho cuaderno, con su intimidad homosexual encarcelada, publicados al completo en 1981, Poveda ha escogido ?Ay voz secreta del amor oscuro! y El amor duerme en el pecho del poeta.
Pero sorprenden a¨²n m¨¢s otras opciones. Como la ins¨®lita y brillante carta que le env¨ªa a Regino Sainz de la Maza. Poveda no ha podido resistir el impulso de hacerla canci¨®n. Un texto as¨ª, lo merec¨ªa ¡°Hab¨ªa mil Federicos Garc¨ªas Lorcas tendidos para siempre en el desv¨¢n del tiempo y en el almac¨¦n del porvenir, contempl¨¦ otros mil Federicos Garc¨ªas Lorcas muy planchaditos, esperando que los llenasen de gas para volar sin direcci¨®n. Fue en ese momento, un momento terrible de miedo. Mi mam¨¢, do?a muerte, me hab¨ªa dado la llave del tiempo y por un instante lo comprend¨ª todo. Yo vivo de prestado. Lo que tengo dentro no es m¨ªo, veremos a ver si nazco¡±. Ponle m¨²sica y voz a eso¡ A tama?a sensaci¨®n de desubicado desamparo, de desarraigo frente al mundo, de extra?eza.
El genio lorquiano no solo sal¨ªa de paseo impreso o representado en teatro. Quedaba patente en su idea de la amistad, en su d¨ªa a d¨ªa. En ese fatalismo trufado de alegr¨ªa c¨®smica: ¡°En el arte de llegar a una casa y hacerse due?o de la situaci¨®n. Por eso generaba tanta envidia, por el carisma que ten¨ªa. Era un l¨ªder natural, sin buscarlo¡±, afirma Poveda.
Como no busc¨® jam¨¢s la muerte, aunque s¨ª la olfateara de manera constante, consciente e inconsciente. ?Presentir¨ªa tambi¨¦n el desamparo de seguir en una fosa con la que nadie da? ¡°No me parece normal que Lorca est¨¦ en una cuneta y Queipo de Llano enterrado en bas¨ªlica de La Macarena¡¡±, comenta Poveda. ¡°Pero no lo digo s¨®lo por ¨¦l. Me refiero a tantos otros que cuando pasen las generaciones que los reclaman hoy, se quedar¨¢n ah¨ª, en el olvido¡±.
Al artista le encantar¨ªa que reposara dignamente en un lugar debidamente se?alado. ¡°Un sitio donde llevarle flores. A estas alturas, Federico nos pertenece a todos. Es patrimonio del universo. El amor que yo siento por ¨¦l, no es menor del que pueda tener ning¨²n familiar¡±.
Federico en los flamencos de hoy
Un nexo lorquiano une a varias generaciones de flamencos. Al menos desde que junto a Manuel de Falla, el poeta impulsara en Granada hacia 1922 el primer concurso de cante jondo y lo arrancara del submundo para colocarlo en su m¨¢s digna palestra internacional. A lo largo de d¨¦cadas y generaciones, Federico ha volado en las gargantas de los m¨¢s grandes. Pero tal como Camar¨®n y Morente lo engrandecieron en los ochenta, la generaci¨®n de Poveda lo ha reclamado tambi¨¦n como suyo para el siglo XXI, igual que ha hecho Arc¨¢ngel, por ejemplo, que particip¨® en la adaptaci¨®n a ¨®pera de El p¨²blico, compuesta por Mauricio Sotelo. Y las que vienen por detr¨¢s tambi¨¦n, con el referente de la gran Roc¨ªo M¨¢rquez. Con Enlorquecido, Poveda no s¨®lo regenera el legado del poeta. Lo coloca en su justo t¨¦rmino para las nuevas generaciones: "Para que mi hijo ?ngel, en el futuro, lo conozca y que tanto a ¨¦l como a los de su edad ahora, les abra la puerta a su mundo. Lorca es un consuelo y merece que en mitad de esta fealdad y este desastre, su voz no muera". Pero no ser¨¢ el ¨²nico de la antolog¨ªa vital con la que Poveda desea continuar explorando la poes¨ªa en el cante. Ya demostr¨® arrojo y valent¨ªa adaptando a Jaime Gil de Biedma. Otra cuenta pendiente en su caso es Luis Cernuda: "Me falta en la lista. No s¨¦ por qu¨¦ no ha llegado todav¨ªa. Ahora que he estado m¨¢s en contacto con ¨¦l por medio de Federico, como me ha pasado con Vicente Aleixandre, Emilio Prados o D¨¢maso Alonso, lo voy a intentar".
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