Prohibido dudar
La ausencia del dise?ador Daniel Vavra en Gamelab, tras un acoso en Twitter por su supuesto fascismo, me sume en un hondo e inquieto pesar
Hace apenas unas semanas, dos colegas a los que respeto profundamente, recordaron una cita de Bukowski peculiarmente certera respecto al devenir de nuestros tuiteros tiempos. Seguro que la conocen. Es esa que dice: ¡°El problema del mundo es que la gente inteligente est¨¢ llena de dudas, mientras que la gente est¨²pida est¨¢ llena de confianza¡±. Me interesa sobre todo la primera parte de la cita y matizar la segunda parte para llevarla a la praxis a un caso en carne viva muy concreto: la ausencia de Daniel Vavra, director creativo de Kingdom come deliverance, del congreso de videojuegos Gamelab de Barcelona tras su acoso en Twitter.
A Vavra se le ha llamado nazi directamente, sin ambages. En concreto el usuario de Twitter Azul Corrosivo encabez¨® una campa?a de hostigamiento al autor y al evento por entender que su nazismo, homofobia y machismo lo incapacitaban en todo t¨¦rmino para ser ponente de un congreso de prestigio europeo que lleva a?os reuniendo a las primeras espadas del videojuego en Barcelona. La respuesta de Vavra fue la siguiente: ¡°Tengo herencia jud¨ªa. Mi padre escap¨® de un campo de trabajos forzados nazi. La mayor¨ªa de mis familiares murieron en campos de concentraci¨®n. ?Y me llamas nazi? Una declaraci¨®n bien atrevida¡±. Poco despu¨¦s, Vavra anunciaba su decisi¨®n de declinar su participaci¨®n debido a estos insultos.
Para complicar la ecuaci¨®n, al Gamelab asiste tambi¨¦n Leigh Alexander, periodista y dise?adora de videojuegos que en su vertiente ensay¨ªstica ha tenido un impacto equivalente al de una Andr¨¦ Bazin en el sentido de atrapar una revoluci¨®n art¨ªstica en un texto. Su art¨ªculo, Gamers are over, ha simbolizado el esp¨ªritu de una revoluci¨®n indie en el videojuego entendida como ruptura con el pasado del videojuego reducido a su vertiente m¨¢s caricaturizada: el adolescente cauc¨¢sico, heterosexual, mis¨¢ntropo, hom¨®fobo y machista cuya m¨¢xima aspiraci¨®n interactiva ser¨ªa convertirse en una suerte de h¨¦roe hipermusculado ochentero rodeado de mujeres objeto y ansioso por ejercer la m¨¢xima violencia sobre sus despersonalizados enemigos.
Alexander manifest¨® p¨²blicamente que desconoc¨ªa la asistencia de Vavra al evento y que de saberlo no hubiera ido. Las desavenencias entre ambos son conocidas por su posicionamiento ante la mayor guerra cultural que ha vivido el videojuego sintetizado en los que apoyan y deploran un hashtag: #gamergate. En el n¨²cleo de ese hashtag yace una reivindicaci¨®n que conecta con las dos facciones que el art¨ªculo de Alexander polariz¨® en su retrato. A un lado, los gamers que supuestamente desean la vuelta de los buenos, viejos y racistas tiempos y al otro lado los periodistas, ensayistas, dise?adores y jugadores que exigen una apertura radical a la diversidad.
Pero desde el lado #gamergate se enarbola que los medios m¨¢s progresistas del videojuego han estado trucando la partida. Es decir, que los videojuegos con contenidos progresistas est¨¢n siendo valorados y publicitados de manera positiva, tanto en lo cualitativo y cuantitativo, sin atender a su calidad como baremo fundamental. Esa pretensi¨®n se enturbi¨® inmediatamente con sucesivas campa?as de acoso de extrema gravedad a creadores o ensayistas que apoyaran la diversidad. Alexander fue una de las bombardeadas y decidi¨® retirarse de su faceta m¨¢s period¨ªstica para centrarse en lo creativo. Anita Sarkeesian fue el s¨ªmbolo de un desastre may¨²sculo en el videojuego cuando protagoniz¨® una portada en The New York Times por haber sufrido una amenaza de muerte que la oblig¨® a suspender una charla en la Universidad de Utah.
Daniel Vavra ha manifestado su apoyo a #Gamergate y su creencia de que el periodismo m¨¢s progresista est¨¢ trucando el juego.
Hasta aqu¨ª el contexto para que el lector se sit¨²e. Lo que sigue es una reflexi¨®n personal a tenor de la imagen, nada inocente, elegida para abrir este art¨ªculo.
He reflejado en m¨²ltiples ocasiones, a trav¨¦s de esta tribuna, que mi posici¨®n personal es la de un periodista de videojuegos a los que un partidario de #Gamergate definir¨ªa peyorativamente como progresista. Mi art¨ªculo, El fant¨¢stico sale del armario, publicado como portada de la Revista de Verano de este peri¨®dico, fue recibido en el foro Reddit con una retah¨ªla de insultos hacia mi persona. Mi duro an¨¢lisis del videojuego espa?ol Rise & Shine, en el que detect¨¦ y denunci¨¦ problemas de machismo y violencia pl¨²mbea que no se correspond¨ªan con el aparente esp¨ªritu indie del juego, desat¨® una campa?a de acoso en Twitter. Aunque con una loable rectificaci¨®n y disculpa de su estudio que siempre agradecer¨¦; porque rectificar, para todos, es de sabios. Y mi admiraci¨®n por Leigh Alexander y por su Gamers are over como art¨ªculo fundacional de una nueva forma de entender el videojuego la he confesado en m¨²ltiples plazas infinidad de veces.
Pero¡ Pero todo ello no me hace sentirme feliz por la ausencia de Daniel Vavra en el Gamelab. Es m¨¢s, siento una honda tristeza y una inquietud igualmente profunda. Porque he visto c¨®mo el sector supuestamente progresista, inclusivo y diverso actuaba contra Vavra exactamente como las Criadas en esa terror¨ªfica secuencia del primer cap¨ªtulo de la obra maestra que emite Hulu. Delante, un supuesto violador. Supuesto. Y la reacci¨®n, al escuchar del silbato, es destrozarlo.
Pero, ?alguien se ha parado a despejar la inc¨®gnita del supuesto?
No puedo afirmar con certeza que Daniel Vavra no haya realizado alguna vez un comentario abiertamente racista, hom¨®fobo o sexista. He le¨ªdo en estos d¨ªas numerosas entrevistas y su Twitter. Pero desde luego no he podido leer todo lo que la red esconde de sus palabras. Ese es un trabajo de dedicaci¨®n exclusiva durante semanas, tal vez meses. Pero de un buceo a sus entrevistas y declaraciones m¨¢s pol¨¦micas he sacado en claro solo dos cosas. Uno, Daniel Vavra apoya expl¨ªcitamente el movimiento #Gamergate en su concepci¨®n original, denuncia de ama?o por parte de los medios progresistas de las reglas del juego. Dos, no hay ning¨²n comentario que haya podido encontrar en el que defienda abiertamente una posici¨®n hom¨®foba, racista o machista; es m¨¢s, manifiesta constantemente lo contrario, el deseo de representar unos personajes m¨¢s profundos, veraces y diversos en relaci¨®n a una investigaci¨®n de rigor hist¨®rico.
Su entrevista m¨¢s pol¨¦mica es la que concedi¨® a Techraptor el 12 de septiembre de 2014. En concreto, el comentario que desata las iras de cierto sector progresista es este:
¡°El gran problema que tenemos es que hay un grupo de gente que creen poseer la verdad y que creen tener la misi¨®n de hacer del mundo un lugar mejor y proteger a los oprimidos a cualquier precio. Ni siquiera les importa qu¨¦ piensen los oprimidos. Censuran cualquier opini¨®n que no les guste. Intentan censurar Twitter. Piensan que son mejores que los dem¨¢s. Es divertido que sean absolutamente incapaces de encarar un debate o proporcionar un solo argumento s¨®lido. ?Has visto a alguno de ellos en una confrontaci¨®n directa con sus oponentes? Supongo que no, porque lo ¨²nico que saben es ladrar a los otros tras la verja y hacerse las v¨ªctimas cuando alguien les ladra en respuesta¡±.
¡°Y jam¨¢s estar¨¢n contentos. Si no tienes un personaje gay en tu juego, eres hom¨®fobo; si lo tienes, tambi¨¦n eres hom¨®fobo, porque no les gusta el personaje; si las mujeres de tu juego son guapas, eres sexista; si son feas, eres sexista; si puedes luchar contra ellas, mis¨®gino; si no puedes luchar contra ellas, las usas como objetos; si no tienes ninguna mujer, porque no hay manera correcta de representarlas, eres mis¨®gino¡±.
Este comentario de Vavra es duro, belicoso y evidentemente reduccionista. Sin ir m¨¢s lejos, en Gamers are over de Alexander abundan argumentos y lecturas que van mucho m¨¢s all¨¢ de la superficialidad caricaturesca. Por ejemplo:
¡°En 2014, la industria ha cambiado. A¨²n pensamos que los chicos j¨®venes y enfadados son el sector demogr¨¢fico principal para los videojuegos comerciales, sin embargo los beneficios de software del sector comercial se han contra¨ªdo masivamente a?o a a?o con solo unas pocas marcas disfrutando de su predecible ¨¦xito¡±.
¡°Est¨¢ claro que la mayor¨ªa de la gente que protagoniz¨® esos beneficios en el pasado ha crecido. Bien march¨¢ndose de los videojuegos o mud¨¢ndose a parcelas m¨¢s f¨¦rtiles, donde una diversidad de t¨ªtulos m¨¢s peque?os pueden florecer, donde comunidades se pueden erigir y crecer en torno a la creatividad, la expresividad y el apoyo mutuo en vez del consumismo.¡±
Pero independientemente de que los argumentos de Vavra sean cuestionables o rebatibles, desde luego de tal declaraci¨®n no se puede inferir un comportamiento mis¨®gino, fascista u hom¨®fobo. Lo que expresa, con evidente sarcasmo, es que creadores como ¨¦l ¡ªheterosexuales, blancos y occidentales¡ª son diana a priori, les interese o no les interese explorar la diversidad en el arte interactivo. Es una opini¨®n que puede ser matizada o derrumbada con buenos argumentos. Pero no desde luego una merecedora de un juicio sumario a lo N¨²remberg.
Ahondando en la entrevista, surgen a la luz afirmaciones m¨¢s sorprendentes para un supuesto fascista, mis¨®gino y hom¨®fobo:
¡°Hay algo muy importante. Una gran parte de los jugadores son varones adolescentes, que de manera natural tienden a hacer el idiota y son raudos en extraer conclusiones y en insultar. As¨ª que no, la industria del videojuego no es mis¨®gina. La gente est¨²pida lo es¡±.
¡°Ten¨ªamos a un personaje fuerte y femenino antes de que todo esto empezara ¡ªel supuesto acoso de los partidarios beligerantes del progresismo en videojuegos¡ª. Tenemos personajes gays en nuestro juego y diferentes minor¨ªas, porque todo lo que quiero es contar una historia madura y s¨®lida¡±.
¡°Crec¨ª durante el comunismo, cuando los tebeos eran prohibidos como propaganda capitalista decadente, las pel¨ªculas occidentales eran censuradas y cualquier libro que entrara en conflicto con las ideas socialistas era prohibido e ibas a la c¨¢rcel por decir lo que pensabas. As¨ª que soy al¨¦rgico a cualquier tipo de censura en el nombre de cualquier ideolog¨ªa. El camino al infierno est¨¢ pavimentado de buenas intenciones¡±.
?Son estas las palabras de un nazi, hom¨®fobo y mis¨®gino? No es una pregunta ret¨®rica. Es una pregunta. Lanzada, especialmente, a la comunidad progresista del sector del videojuego espa?ol.
Para m¨¢s inri, otra entrevista publicada por el medio progresista Kotaku, criticada por Alexander, mostraba un curioso acercamiento, desde posiciones dispares, entre el editor de dicho medio especializado y Daniel Vavra. Es dicho art¨ªculo, del que recomiendo encarecidamente su lectura, un canto a sacar al supuesto enemigo de la trinchera, cruzarlo frente a una barra de bar y escucharlo calmadamente. Tambi¨¦n es instructivo leer la larga disculpa por comentarios errados o excesivamente duros que realiz¨® Vavra y su detallada justificaci¨®n hist¨®rica de por qu¨¦ su juego del medievo no incluye la representaci¨®n de ciertas razas. Incluye tambi¨¦n frases como esta: ¡°Me veo como una persona liberal, una que valora como el mayor bien la libertad personal de todas las gentes, siempre que esa libertad no afecte los derechos y la integridad de otras gentes¡±.
Queda la posibilidad, por supuesto, de que Vavra estuviera fingiendo. Tal vez dentro de ¨¦l lleve un nazi. Tal vez, ante el debate adecuado mostrara sus verdaderos colores. Pero todos esos tal vez son, sin hechos, ficciones en la mente de cada uno. T¨®picos que se alimentan de la est¨¦tica de Vavra ¡ªque no ayuda, pues en cierto modo seguimos siendo decimon¨®nicos y un hombre barbado blanco cauc¨¢sico de pinta metalera, fascinaci¨®n por el armamento antiguo y grandes b¨ªceps no suma boletos al canto de la diversidad¡ª y de su apoyo a un movimiento estigmatizado por las hordas de indeseables que agit¨®.
As¨ª que se dan en este caso de acoso y derribo dos factores fundamentales para que servidor se preocupe profundamente por la salud del ecosistema del videojuego espa?ol. Especialmente por mi trinchera, por la progresista. Una, se prefiere tirar la piedra antes de saber si hay motivos para arrojarla. Dos, se asume que los cr¨ªmenes por proximidad valen tanto como los cometidos. Esto es, que si Vavra apoya a #gamergate y hay unos indeseables (desgraciadamente numerosos) que usan el nombre de #gamergate para pronunciar amenazas de muerte o proclamas hom¨®fobas, Vavra apoya estas amenazas de muerte y es tan hom¨®fobo como ellos. Eso se parece sospechosamente a decir que un votante del PP es corrupto por culpa de los Zaplana, Cifuentes y c¨ªa, que un nacionalista catal¨¢n es xen¨®fobo por culpa de Quim Torr¨¢ o que un podemita es hip¨®crita por culpa de Pablo Iglesias. Es un argumento tan pl¨²mbeo, err¨®neo e infantiloide que se cae por s¨ª mismo.
Pero el caso es quemar al enemigo o al sospechoso de ser enemigo. Exterminarlo entre gritos de rabia desatada. Volcar en ¨¦l toda la (justa) indignaci¨®n por los desagravios (injustos) que uno haya sufrido por su g¨¦nero, sexualidad, raza o religi¨®n. Es, en definitiva, pagar la supuesta intolerancia con intolerancia de facto.
Si Vavra demostrara ser un nazi de una manera rotunda e incontestable, si existe esa declaraci¨®n pendiente de exhumarse que prueba lo falso de su disfraz de hombre razonable aunque belicoso, este pensamiento que expongo aqu¨ª no quedar¨ªa, en mi opini¨®n, invalidado. Porque cualquier grupo que se autodenomine progresista y redentor de la injusticia y que se tome la justicia por su mano, pierde autom¨¢ticamente el respeto que su causa mereciera. Porque si no hay derecho a dudar no hay tampoco presunci¨®n de inocencia. Ni, por tanto, democracia.
De momento, hemos perdido que uno de los dise?adores m¨¢s relevantes del presente curso pueda expresarse en un foro de altura a cara descubierta.
Qui¨¦n sabe lo que perderemos ma?ana.
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