Una oda al marr¨®n y al gris
El director aporta su experiencia como narrador, pero despliega una puesta en escena y un montaje sin chispa ni garra
HAN SOLO: UNA HISTORIA DE STAR WARS
Direcci¨®n: Ron Howard.
Int¨¦rpretes: Alden Ehrenreich, Emilia Clarke, Donald Glover, Woody Harrelson.
G¨¦nero: ciencia ficci¨®n. EE UU, 2018.
Duraci¨®n: 135 minutos.
Lo f¨¢cil ser¨ªa afirmar que resulta imposible que una pel¨ªcula por la que han pasado varios directores, que se ha enfrentado a despidos y a cambios de reparto y que supuestamente ha rehecho bastante m¨¢s de la mitad de lo que ya se hab¨ªa filmado, pueda estar cerca de la excelencia. Lo f¨¢cil ser¨ªa decir que es improbable que un personaje inmortal alcance en una historia sobre su juventud la m¨ªtica de su ascendente y m¨¢s cuando su int¨¦rprete es una leyenda en s¨ª mismo. Pero solo hay que recordar lo que ocurri¨® en el rodaje de Lo que el viento se llev¨®, o lo que logr¨® Robert De Niro con el Vito Corleone de la segunda entrega de El padrino, para confirmar que en esto del cine nadie sabe nada y que incluso de los terremotos laborales puede surgir una obra maestra. ?Palabras mayores? S¨ª, por supuesto, pero la saga gal¨¢ctica tambi¨¦n forma parte de esa liga de palabras mayores, y Han Solo, como se ocupa de subrayar su subt¨ªtulo, es Una historia de Star Wars.
De modo que abordemos la pel¨ªcula que es, y no la que hubiera podido ser, y desprend¨¢monos de los prejuicios en torno a la aureola de un personaje fascinante, porque el trabajo de Alden Ehrenreich, sonrisa carism¨¢tica, gesto burl¨®n, heredero de Harrison Ford, quiz¨¢ sea lo mejor de la funci¨®n, Eso s¨ª, de una funci¨®n deste?ida, en tiempos de ausencia de riesgo, y de err¨®nea concepci¨®n art¨ªstica en relaci¨®n con su tono narrativo.
Al mando de un acad¨¦mico como Lawrence Kasdan, guionista de El imperio contraataca, el relato de Han Solo regresa a la linealidad temporal, y al clasicismo original de las aventuras espaciales que articulaban la primera trilog¨ªa de la saga. Aunque, como se ocupa de resaltar el texto del pr¨®logo, ataviado con un esp¨ªritu de salvaje Oeste, que lo hace entroncar con el g¨¦nero, en cierto modo, hermano del que inspiraba la concepci¨®n original de George Lucas: el cine de samur¨¢is.
As¨ª, pese a alg¨²n apunte inicial de corte social, con esas secuencias de colas de refugiados que podr¨ªan servir de met¨¢fora de la realidad contempor¨¢nea, la historia de Kasdan apela a la aventura y al western cl¨¢sicos para conformar una pel¨ªcula que, en su visualizaci¨®n posterior, Ron Howard y sus ayudantes art¨ªsticos se ocupan de emborronar. Porque, frente al romanticismo de la pareja de protagonistas, plena de qu¨ªmica entre Ehrenreich y Emilia Clarke, la imagen de Han Solo est¨¢ presidida por un infecto tono marr¨®n: en los escenarios, en la escala fotogr¨¢fica e incluso en el vestuario. Particularidades formales que podr¨ªan encajar en un western crepuscular, de tiempo que se agota, pero nunca en la desprejuiciada space opera que se supone que hab¨ªa escrito Kasdan, de ¨¦poca que comienza.
Mientras, Howard aporta su experiencia como narrador, pero, como nunca fue nadie en materia de cine de acci¨®n, despliega en las secuencias de lucha y combate una puesta en escena y un montaje a?ejos, sin chispa ni garra. Un aire frustrante del que solo se escapa en la media hora final, gracias a la ambig¨¹edad de dos de sus personajes ¡ªuno en el sentido m¨¢s macarra del t¨¦rmino, al estilo del salvaje Oeste que deber¨ªa ser toda la pel¨ªcula; y un segundo en un sentido m¨¢s trascendente¡ª, y a un escenario que sin ser nada del otro mundo, un simple cielo azul, acaba otorgando luz a una innecesaria oda al color marr¨®n gris.
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