La juez condena a un hombre por intentar subastar miles de diapositivas de fot¨®grafos como Navia o Gervasio S¨¢nchez
Un juzgado de Barcelona ordena devolver las obras a los seis creadores denunciantes y castiga al vendedor por un delito contra la propiedad intelectual
El anuncio los citaba expresamente. Sus nombres, al fin y al cabo, eran el gran reclamo. ¡°Enorme conjunto de diapositivas, procedente de una publicaci¨®n madrile?a, compuesto por miles de im¨¢genes realizadas, mayoritariamente, en Madrid entre 1990 y 1994 por fotoperiodistas como Paco Elvira, Navia, Mar¨ªa Espeus, Gervasio S¨¢nchez, Juantxu Rodr¨ªguez, Carlos de Andr¨¦s, Quim Llenas, Marcos Gonz¨¢lez, Carlos Carri¨®n [¡]¡±, rezaba el texto que anunciaba, en noviembre de 2011, la subasta, en Barcelona, de 17 cajas de material fotogr¨¢fico.?Precio de salida: 10.000 euros. Valor estimado: el doble. Pero los fot¨®grafos nada sab¨ªan de aquella operaci¨®n, ni mucho menos del vendedor. Lo descubrieron solo por la publicidad. Y empezaron una batalla legal que, casi ocho a?os despu¨¦s, les acaba de dar la raz¨®n: el Juzgado de lo Penal n? 2 de Barcelona ha reconocido su autor¨ªa sobre las diapositivas y ha condenado al vendedor por un delito contra la propiedad intelectual ¡°en grado de tentativa¡± a cinco meses de prisi¨®n.
Termina as¨ª la primera ronda del pleito. La sentencia, emitida el 3 de abril y notificada recientemente a las partes, tambi¨¦n condena al vendedor al pago de 5.000 € de indemnizaci¨®n por da?o moral a cada uno de los denunciantes, as¨ª como a devolver las obras. Aunque Marisa Castelo, abogada de los seis creadores (Gervasio S¨¢nchez, Jos¨¦ Manuel Navia, Juantxu Rodriguez, Javier Rodr¨ªguez, Juan Carlos Barber¨¢ y Carlos Carri¨®n) da por hecho que el condenado recurrir¨¢ el fallo.
Mientras, la letrada intenta conseguir que las obras ¡ªun reportaje de Navia en Bruselas sobre el ingreso de Espa?a en la OTAN o un retrato del joven Pedro Almod¨®var por Rodr¨ªguez¡ª vuelvan a sus autores y celebra la sentencia. En un comunicado, sus defendidos hablan de fallo ¡°pionero en Espa?a e hist¨®rico¡±. Ella, en conversaci¨®n con EL PA?S, aclara: ¡°Es muy importante porque es dif¨ªcil obtener condenas penales por temas de propiedad intelectual, m¨¢s all¨¢ de las redes de pirater¨ªa organizada; porque sobre las ventas de casas de subastas se suele pasar de puntillas. Y porque los derechos de los fot¨®grafos siempre generan complicaciones¡±.
Tambi¨¦n en este caso. El condenado asegur¨® durante el proceso que las obras eran copias y que, aunque fuesen originales, ¨¦l tan solo estaba vendiendo los objetos, no sus derechos de reproducci¨®n. ¡°Eran claramente originales. Y unas diapositivas est¨¢n destinadas precisamente a la reproducci¨®n¡±, rebate Castelo. Para la abogada, el condenado esperaba adem¨¢s convencer a la juez de que las obras ya eran suyas, al haberse cumplido los seis a?os necesarios para la usucapi¨®n. El t¨¦rmino esconde una forma peculiar de propiedad: quien adquiera un bien cuyo due?o no est¨¦ identificado ni lo reclame en ese momento y lo mantenga con justo t¨ªtulo ¡ªque la compra no haya incluido elementos criminales o ilegalidades¡ª y buena fe, se convierte en due?o leg¨ªtimo al cabo de un cierto periodo.
En concreto, el condenado compr¨® las diapositivas gracias a una ocasi¨®n. Una mujer vaciaba el inmueble madrile?o ocupado hasta entonces por un medio de comunicaci¨®n que se hab¨ªa marchado. Atr¨¢s, el peri¨®dico hab¨ªa dejado sobre todo maquinarias pero, tambi¨¦n, una habitaci¨®n repleta de cajas de fotos. La mujer tan solo quer¨ªa deshacerse de todo ello. As¨ª que el hombre adquiri¨® el lote por 26.000 pesetas, a finales del siglo pasado. En la subasta de 2011, ya val¨ªa al menos 10.000 euros.
Los denunciantes defienden que hab¨ªan dado por perdido el material. A la saz¨®n, en pleno ocaso del modelo anal¨®gico, ellos entregaban sus diapositivas a la agencia fotogr¨¢fica Cover; esta pasaba a su vez el material a los medios que lo necesitaran. Tras el uso, los peri¨®dicos devolv¨ªan a la agencia el material, junto con el pago. Entre el cierre de varios medios y la liquidaci¨®n de la propia Cover, sin embargo, miles de diapositivas jam¨¢s regresaron a sus autores: se volatilizaron. Hasta su reaparici¨®n en el anuncio de 2011.
Desde entonces, la pelea ha durado casi ocho a?os. El relato de Castelo sirve para reconstruir sus momentos claves. Los fot¨®grafos intentaron primero contactar con la casa de subastas, pero aseguran que fueron ignorados. La misma suerte tuvo Castelo, en una primera llamada: pidi¨® suspender temporalmente la puja, pero recibi¨® una negativa. ¡°Actu¨¢bamos contrarreloj, la venta se celebraba en unos d¨ªas¡±, explica la letrada. Por ello opt¨® por la v¨ªa penal, para congelar cuanto antes la transacci¨®n. As¨ª fue: tras la denuncia a la Brigada de Delitos contra el patrimonio y la propiedad intelectual de la Polic¨ªa Nacional, los agentes precintaron el lote entero, deteniendo su posible venta.
A partir de ah¨ª, intervino la justicia. Un perito independiente dio la raz¨®n a los denunciantes. La juez, tambi¨¦n.
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