Cien a?os de la plaza Monumental de Sevilla: ?por qu¨¦ se clausur¨® en 1921?
El libro 'La dignidad de un proyecto' analiza la desaparici¨®n del sue?o de Joselito el Gallo
El 6 de junio de 1918 se inaugur¨® la plaza de toros Monumental de Sevilla, so?ada y promovida por Joselito el Gallo, construida en unos terrenos del barrio de Nervi¨®n, con capacidad para 23.055 espectadores.
Tres a?os despu¨¦s, el 8 de abril de 1921, -fallecido ya el rey de los toreros- el Gobierno Civil de la capital andaluza orden¨® su clausura, y una d¨¦cada m¨¢s tarde se procedi¨® a su demolici¨®n.
Han pasado cien a?os y las razones del cierre siguen siendo un misterio. En su d¨ªa, se esgrimi¨® como causa principal la falta de solidez estructural del edificio, argumento que no se sostiene despu¨¦s de que la plaza funcionara con toda normalidad durante tres temporadas.
?Qu¨¦ pas¨®, realmente, en Sevilla para que, una vez muerto Joselito, su sue?o se convirtiera en pesadilla, y quedara hecho a?icos su deseo de que la ciudad se erigiera en la capital mundial del toreo?
La plaza de toros no sufr¨ªa ning¨²n problema de solidez estructural, seg¨²n los autores
A este apasionante asunto han dedicado varios a?os de investigaci¨®n Fidel y Julio Carrasco junto a Carmen del Castillo, profesionales de la arquitectura, aficionados a los toros y sevillanos de adopci¨®n, aunque residentes en Madrid. Lo que comenz¨® como un interrogante que plasmaron en dos sesudos art¨ªculos publicados en revistas especializadas ha germinado en un libro ¡°Plaza de Toros Monumental de Sevilla. La dignidad de un proyecto¡±, en el que analizan t¨¦cnicamente la construcci¨®n del edificio y concluyen que ¡°la estructura estaba bien hecha¡±.
El edificio fue sometido a dos pruebas de carga; la primera, en abril de 1917, a¨²n en obras, durante la cual se hundi¨® una cuarta parte de lo ya construido, y otra en 1918, plenamente satisfactoria, que permiti¨® la inauguraci¨®n de la plaza y su funcionamiento hasta 1921, cuando el Gobierno Civil proh¨ªbe la celebraci¨®n de espect¨¢culos y ordena el cierre.
La Monumental -las plazas monumentales- fue una idea de Joselito el Gallo con el doble objetivo de abaratar las entradas por el mayor aforo y aumentar los beneficios de toreros y empresarios. Jos¨¦ Julio Lissen, un rico industrial sevillano y ferviente partidario del torero, compra unos terrenos en la zona de Nervi¨®n y decide financiar el sue?o de su admirado torero.
Pero en Sevilla ya funcionaba la plaza de la Real Maestranza, propiedad de la corporaci¨®n nobiliaria del mismo nombre que, en aquellos a?os, gozaba de un prestigio social y pol¨ªtico de primer orden y ostentaba un peso decisivo en la ciudad.
La nobleza maestrante, representante de un poder agrario hegem¨®nico, defend¨ªa su privilegio frente a una incipiente burgues¨ªa industrial que, de alg¨²n modo, se abr¨ªa camino con la construcci¨®n de una plaza que no solo le har¨ªa competencia econ¨®mica a la Maestranza, sino que pondr¨ªa en entredicho el escaparate de esta como escenario de las clase pudiente sevillana.
Aunque nada se ha podido demostrar, como bien indica el escritor Manuel Grosso en el ep¨ªlogo del libro, ¡°a nivel popular, la idea fue que la Real Maestranza de Caballer¨ªa hizo todo lo que pudo para que no se llevara a cabo el proyecto de una segunda plaza de toros en la capital hispalense¡±. De hecho, el sue?o de Joselito -siendo quien era- cont¨® con la firme oposici¨®n de las instituciones pol¨ªticas provincial y local y los medios de comunicaci¨®n de la ciudad.
El proyecto cont¨® con la oposici¨®n de la Real Maestranza, el gobierno municipal y los medios de comunicaci¨®n
Pero, a pesar de todo, el inc¨®modo proyecto sigui¨® adelante. Liss¨¦n contrat¨® los servicios de Francisco Urcola, arquitecto de San Sebasti¨¢n, el m¨¢s reconocido especialista de la ¨¦poca en la t¨¦cnica del hormig¨®n armado, -material utilizado para su construcci¨®n dada su versatilidad y rapidez de ejecuci¨®n-, y del ingeniero sevillano Jos¨¦ Espiau, que asumi¨® la direcci¨®n de la obra.
As¨ª, en el inicio de 1916 comienza la edificaci¨®n de la plaza de toros Monumental de Sevilla, con la esperanza de inaugurarla el 1 de abril del a?o siguiente, Domingo de Ramos, y no el de Resurrecci¨®n, como es tradicional en la capital andaluza.
Ya en diciembre de 1916 se produjo un hundimiento parcial de las obras a causa de un fuerte temporal que sufri¨® la ciudad, y a la retirada prematura del encofrado de los tendidos de sol, y tambi¨¦n, parece ser, al ritmo acelerado de la construcci¨®n.
El 1 de abril de 1917, cuando el edificio a¨²n no estaba concluido, la Junta Provincial de Espect¨¢culos inici¨® la primera prueba de carga y, poco despu¨¦s, se produjo el hundimiento de una cuarta parte de la estructura.
A juicio de los autores del libro, esta prueba no fue rigurosa por diversas e importantes cuestiones t¨¦cnicas referidas, entre otras, a la consistencia de las vigas, y a que no se respet¨® el plazo exigido para que el hormig¨®n alcanzara la solidez necesaria; y no se descarta, tambi¨¦n, la posibilidad de que se produjera un sabotaje.
Entre el 20 de marzo y el 8 de abril de 1918 se lleva a cabo la segunda y definitiva prueba de carga, dirigida por dos expertos, Juan Manuel Zafra, ingeniero de Caminos y precursor del uso del hormig¨®n armado, y el arquitecto Carlos Gato. Esta prueba, que result¨® positiva, se realiz¨® ¡°con el debido rigor, respetando tanto la normativa como el modo habitual de proceder en este tipo de ensayos¡±, explican los autores del libro. ¡°Con esta garant¨ªa resulta dif¨ªcil entender que la plaza tuviera problemas estructurales tan solo tres a?os despu¨¦s¡±, concluyen.
La plaza Monumental de Sevilla celebr¨® festejos desde el 6 de junio de 1918, fecha de la inauguraci¨®n, hasta la feria de San Miguel de 1920, varios meses despu¨¦s de la muerte de Joselito.
El 8 de abril de 1921, el diario La Uni¨®n public¨® la noticia de que el gobernador civil hab¨ªa recibido un informe negativo sobre la solidez del edificio y, seguidamente, procedi¨® a su clausura.
Ah¨ª acab¨® su corta historia. La Maestranza se hab¨ªa visto obligada a bajar los precios por la competencia de la Monumental; Belmonte continu¨® fiel a los maestrantes, y Joselito perdi¨® su batalla despu¨¦s de muerto.
Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, economista, autor de un blog taurino en ABC de Sevilla y del pr¨®logo, a?ora la plaza derruida y se pregunta: ¡°?Qu¨¦ pasar¨ªa hoy si la juventud hubiera podido ir a los toros por el precio de un billete de autob¨²s? Puede que se hubiera aficionado a los toros mucha m¨¢s gente joven¡±.
¡°No queremos molestar a nadie¡±, comentan los autores, pero ¡°no hay dudas de que la plaza estaba bien construida¡±. Una prueba de ello es que la actual plaza de Pamplona se dise?¨® en la misma ¨¦poca, por el mismo arquitecto y con los mismos materiales, y¡ ah¨ª sigue.
En conclusi¨®n, la plaza Monumental de Sevilla no fue un experimento de un visionario del toreo, sino un edificio muy representativo de su ¨¦poca, v¨ªctima de la lucha entre el poder establecido y la ingenua nueva clase industrial emergente. Y, otra vez, ganaron los poderosos.
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