Joan Margarit y la arquitectura de los afectos
El poeta catal¨¢n celebr¨® sus 80 a?os rodeado de su familia y sus amigos de profesi¨®n
Joan Margarit es arquitecto, catedr¨¢tico de estructuras, y poeta. El 11 de mayo cumpli¨® 80 a?os y veinte d¨ªas m¨¢s tarde su hija M¨®nica y casi un centenar de amigos le montaron una sorpresa perfecta, un homenaje que parec¨ªa dise?ado por un especialista en estructuras. Fue en un lugar rockero de Barcelona, Luz de Gas, y debi¨® su ¨¦xito al afecto y al silencio: M¨®nica tuvo como c¨®mplice a Luis Garc¨ªa Montero, algo as¨ª como otro hijo de Margarit. El resto fue abrazo, m¨²sica y palabras.
El trato era que el poeta granadino simulara que necesitaba a su amigo Margarit para que lo acompa?ara a un recital en el que ambos ser¨ªan protagonistas. A la hora en punto en que deb¨ªan estar en Luz de Gas, las luces del local se apagaron, Margarit (con Mariona Ribalta, su mujer) fue conducido por Garc¨ªa Montero hasta el asiento que les correspond¨ªan en el supuesto recital y cuando de nuevo dej¨® de ser de gas la luz del sitio apareci¨® la periodista Pepa Fern¨¢ndez para decirle al arquitecto poeta, como en las pel¨ªculas: ¡°Esto no es lo que parece¡±.
Claro, era un homenaje que no fue tan solo eso: fue como un poema que otros hicieron, desde el estrado, con versos de Margarit y con la m¨²sica que ¨¦ste ha inspirado. En cuanto la luz le dio cuenta al poeta de que aquello iba de ¨¦l y de sus a?os, apareci¨® Joan Manuel Serrat cantando Mala mar (¡°la puta sale con una sonrisa, maquillada de luna, a la resaca de una mar gruesa¡±), y ya aquello fue enteramente un homenaje en el que intervinieron otros m¨²sicos (Paco Ib¨¢?ez, al que a veces confundieron por esos mundos con Margarit), Miguel Poveda, Carles Margarit (hijo del poeta, cuyo saxo rindi¨® homenaje, como otros, a su hermana Joana, a cuya muerte su padre public¨® Joana, un memorial de hond¨ªsimo afecto), los violonchelistas Lluis Claret y Anna Mora¡ Amigos de siempre, Emilio Lled¨®, Lola Larumbe, Jim¨¦nez Mill¨¢n, Josep Pons¡, enviaron sus mensajes para completar el techo del homenaje.
El escenario fue una sucesi¨®n de amigos hablando o leyendo sus poemas: Josep Cun¨ª (el periodista acababa de llegar de San Petersburgo, donde comprob¨® que en ruso Margarit se dice "Mapzapum"), Josep Lluch, Jordi Gracia, Ram¨®n Andr¨¦s, Jos¨¦ Carlos Mainer, Estel Sol¨¦, Joaquim Marco, el propio Luis Garc¨ªa Montero¡ ?ste hizo la cr¨®nica: fue f¨¢cil enga?arlo, la complicidad es antigua, y a veces ¨¦l necesita a su maestro para corregir los poemas que va haciendo. ¡°Y Joan jam¨¢s se niega a la poes¨ªa¡±. En la primera fila, junto a su mujer, el poeta asist¨ªa at¨®nito y en silencio a aquella arquitectura de afecto que parec¨ªa un bosque de palabras y besos. Paco Ib¨¢?ez le cant¨® Els que venim, que versa sobre ¡°los emigrantes que hallaron en Catalu?a, una de las canciones m¨¢s hermosas que haya dado la humanidad¡±. Y lo hizo en catal¨¢n, ¡°?atreverme a cantar aqu¨ª en catal¨¢n!¡±. Antes de rasguear su antigua guitarra, el m¨²sico le pregunt¨® al poeta: ¡°?Qu¨¦ tal, Joan¡±. Y Joan le respondi¨®, alzando las manos:
-?El asombro!
Le esperaban asombros a¨²n mayores. Sus nietos Pol (24 a?os, economista, a punto de hacer un master de sostenibilidad en Columbia, Eduard, 27, Bachelor of Arts and Sciencies, profesor en Maastrich) se alzaron de la oscuridad de la sala para decir que todo estuvo muy bien, los amigos te quieren, ¡°pero nadie nunca podr¨¢ decir que te quiere m¨¢s que nosotros¡±.
A Margarit le result¨® dif¨ªcil salir del asombro. Pero se fue adaptando. As¨ª que dijo, cuando ya las luces le permitieron ver del todo al gent¨ªo que hab¨ªa permanecido an¨®nimo, que no todo el mundo nace siendo buena persona. Para ¨¦l ha sido un duro aprendizaje. Ver a toda aquella gente junta, completando la arquitectura de los afectos que tramaron su hija M¨®nica y Luis Garc¨ªa Montero, ¡°parece que no hice mal el aprendizaje¡±.
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