El arte con los pies descalzos
Visita a la Fundaci¨®n Carmignac, una isla con 300 obras contempor¨¢neas para vivir una experiencia espiritual
Para llegar a esta fundaci¨®n hay que subirse a un barco y luego cruzar un bosque delimitado por impresionantes acantilados y una playa de arena amarilla. Al cruzar la puerta, el visitante debe quitarse los zapatos e ingerir un brebaje medicinal preparado por un druida local. Solo entonces estar¨¢ listo para adentrarse en el vientre de esta morada provenzal situada en la isla francesa de Porquerolles, a solo siete kil¨®metros de la Costa Azul. La Fundaci¨®n Carmignac abrir¨¢ sus puertas este s¨¢bado en este remanso de paz id¨®neo para destierros voluntarios, conocido por su parque natural y sus rutas de senderismo. A partir de ahora, habr¨¢ que situarlo tambi¨¦n en el mapa del arte contempor¨¢neo.
¡°Hab¨ªa lugares m¨¢s f¨¢cilmente accesibles, pero no proporcionaban las mismas sensaciones¡±, explica su impulsor, ?douard Carmignac, sentado en una de las terrazas de esta particular pinacoteca. ¡°La idea es dejar atr¨¢s el mundo virtual, que es cada vez m¨¢s invasivo. Se trata de olvidar tel¨¦fonos y ordenadores. Es un sitio donde hacer una pausa y tomar contacto con uno mismo¡±, explica en un impoluto castellano, herencia de una infancia que transcurri¨® en Per¨². Este discreto millonario de 70 a?os, que hizo fortuna en la gesti¨®n de activos, so?aba desde hace d¨¦cadas con abrir un museo privado donde exponer su colecci¨®n, formada por unas 300 obras de primer nivel.
Setenta de esas obras se exponen en la muestra inaugural, a cargo de cl¨¢sicos como Warhol, Lichtenstein, Rothko, Calder o Basquiat y estrellas del arte de hoy como Maurizio Cattelan, John Baldessari, Cindy Sherman o Marlene Dumas. Adem¨¢s, Miquel Barcel¨® figura por partida doble en el recorrido: firma una capilla llena de sepias acr¨ªlicas y una escultura que representa al alicastro, un monstruo marino que, seg¨²n reza la leyenda, poblar¨ªa la isla desde tiempos inmemoriales. M¨¢s que esa concatenaci¨®n de nombres, es el acercamiento sensorial e incluso espiritual a la colecci¨®n lo que causa mayor sorpresa. ¡°Es mi forma de acercarme al arte: espont¨¢nea e instintiva, pero tambi¨¦n trascendental. El arte te aleja de tu vida cotidiana y de tus pensamientos habituales¡±, afirma Carmignac, que ve en su colecci¨®n un contrapunto necesario a sus actividades como empresario.
Por su ascetismo y su conexi¨®n con la naturaleza, la propuesta guarda parecidos razonables con la de ciertos museos japoneses, como los de las islas de Naoshima y Teshima, fundadas por el empresario Soichiro Fukutake con el concurso del arquitecto Tadao Ando. Aun as¨ª, la selecci¨®n de las obras y la puesta en escena escogida resultan m¨¢s convencionales que en esas pinacotecas asi¨¢ticas, donde existen salas con una sola obra y numerosas instalaciones en inmersi¨®n total. En cambio, en la Fundaci¨®n Carmignac la colecci¨®n est¨¢ dispuesta en una serie de microespacios tem¨¢ticos de t¨ªtulos algo rimbombantes ¨C¡°Desobediencia ed¨ªpica¡±, reza uno de ellos¨C, ante los que no siempre se entiende por qu¨¦ era necesario descalzarse. ¡°Se trata de romperte la c¨¢scara para estar en contacto directo con el suelo¡±, afirma Carmignac. ¡°Sin zapatos logramos sentir la piedra y las energ¨ªas de la tierra circulan mejor¡±, le secunda su hijo Charles, de 40 a?os, antiguo integrante del grupo de folk Moriarty, que asumi¨® la direcci¨®n del centro hace un a?o y medio.
Pese a todo, el espacio es un triunfo incontestable. Las salas son subterr¨¢neas, porque en este parque nacional est¨¢ prohibida toda construcci¨®n. En la galer¨ªa central, una piscina exterior filtra la luz y proporciona la ilusoria sensaci¨®n de que nos encontramos bajo el agua. En el exterior, el visitante puede perderse por un terreno de 15 hect¨¢reas repleto de olivos, eucaliptus y lavanda, adem¨¢s de un vi?edo que produce vino biol¨®gico. Distintas esculturas, encargadas por Carmignac para la ocasi¨®n, aparecen diseminadas por todo el per¨ªmetro. Por ejemplo, una valla publicitaria firmada por Ed Ruscha, un laberinto de espejos a cargo de Jeppe Hein, los huevos de m¨¢rmol ideados por Nils Udo y tres misteriosas efigies a cargo de Jaume Plensa, que los primeros paseantes comparan con las estatuas de la isla de Pascua. Si no es religi¨®n, se le parece. Desde el banco de piedra que ha colocado frente a ellas, Charles Carmignac dice aspirar a que el visitante realice en esta isla ¡°un viaje f¨ªsico, pero tambi¨¦n mental¡±. ¡°No tengo una mirada acad¨¦mica, pero puedo aportar cosas que he aprendido durante mis 20 a?os en la m¨²sica¡±, asegura el heredero. ¡°Voy a intentar alcanzar esos momentos de gracia que podemos sentir en un concierto. Estoy convencido de que el arte tambi¨¦n puede producir ese ¨¦xtasis colectivo¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.