El bruto, la bella y el raro
A$ap Rocky, Lykke Li y Oneohtrix Point Never mostraron su personalidad en la ¨²ltima noche del Primavera
S¨¢bado noche, el Primavera agota sus horas, pero en esa cornucopia musical propia de los festivales puedes a¨²n hallar personalidades curiosas. V¨¦ase la de A$ap Rocky, un recitador de ley, un hombre que, enfundado en un mono de los maniqu¨ªes usados en las pruebas de colisi¨®n de autom¨®viles, se comport¨® como si en el escenario escapase de un choque. Siempre dando botes, corriendo de un lado a otro del descomunal entarimado, que ocupaba ¨¦l solito, manteni¨¦ndose bajo el poderoso despliegue de luces que le distinguieron de los dem¨¢s recitadores del festival, todos con montajes menos hiperb¨®licos, descarg¨® su furia como si ri?ese al mundo a trav¨¦s de los espectadores, que le jaleaban montando un enorme pogo en una circunferencia sin p¨²blico de unos diez metros de di¨¢metro.
Concierto f¨ªsico y genuinamente masculino, sin asomos mel¨®dicos, con la palabra dicha, gargajeada m¨¢s bien, como eje, ritmos cortados y canciones interrumpidas como en un coitus ¨ªdem. Desde luego nada que ver con Tyler The Creator o Vince Staples, mucho m¨¢s sutiles y d¨²ctiles. Era el bruto, el artista que explota la fuerza f¨ªsica en el escenario, la cadencia r¨¢pida, la palabra como pu?o y el sudor como bandera.
Antes del bruto pas¨® por uno de los escenarios Hulk la bella, Lykke Li. La decoraci¨®n del mismo era preciosa, un juego de rostros estampados en unos telones situados en profundidad sobre las cabezas de los m¨²sicos. Ella compareci¨® vestida con un atuendo que le servir¨ªa tanto a Gary Glitter como al Gurruchaga de la Orquesta Mondrag¨®n, y movi¨¦ndose por escena como si Stanislavski le hubiese susurrado c¨®mo se debe comportar una artista que canta a lo emocional. En consonancia, Lykke Li, que exageraba el gesto desoyendo al maestro ruso, pec¨® de sobreactuaci¨®n, manteniendo una pose afectada que lastr¨® su concierto. El pop sint¨¦tico con retenci¨®n r¨ªtmica que dispens¨® en su escenario no acab¨® de conectar con la multitud, que asisti¨® curiosa pero no entregada a la presentaci¨®n de su ¨²ltimo disco, So sad, so sexy, del que sonaron cinco temas en un repertorio de doce. Adem¨¢s, y esto no es culpa suya, se vio muy perjudicada por la naturalidad que justo despu¨¦s mostr¨® en el escenario opuesto Lorde, una artista que reina con una sencillez, entrega e intenci¨®n asombrosas.
Y en el momento en el que actuaban Arctic Monkeys, unos 55.000 espectadores de los cerca de 62.000 que acudieron al Forum estaban vi¨¦ndolos. Pasearse entonces por el recinto era como deambular por Tossa de Mar fuera de temporada. En aquel ambiente casi solitario se pod¨ªa caminar con soltura, paseando la mirada m¨¢s all¨¢ del inexistente cuerpo que se aproxima en trayectoria de colisi¨®n y era f¨¢cil sentirse como uno de los pocos usuarios del lugar. Ni colas hab¨ªa en las barras. A medida que los pasos se acercaban al Primavera Bits, el aire regalaba acordes que parec¨ªan de clavicordio, se?al inequ¨ªvoca de que en uno de los escenarios electr¨®nicos actuaba Oneohtrix Point Never, el proyecto del inasible Daniel Lopatin, m¨²sico, productor y geniecillo de la electr¨®nica menos complaciente.
Escenario en penumbra que casi ocultaba a sus cuatro ocupantes, proyecciones desasosegantes en blanco y negro y un cancionero bell¨ªsimo expuesto con una concepci¨®n aviesa de la belleza. Hab¨ªa melod¨ªa, hab¨ªa voces con autotune, hab¨ªa polifon¨ªas, sonidos disruptivos, cuerdas y un sinf¨ªn de recursos que hac¨ªan pensar en la hipot¨¦tica m¨²sica religiosa de una sociedad alien¨ªgena. El p¨²blico, en buena medida sentado o tumbado sobre la h¨²meda hierba, se dejaba masajear en aquel buc¨®lico paisaje nocturno por esta suerte de electr¨®nica tan carnal como sint¨¦tica, en un juego de espejos donde belleza rimaba con extra?eza, donde lo raro se hac¨ªa asible y aun as¨ª extra?o. Y la t¨¦rmica del Bes¨®s de fondo, con ese aire Blade Runner tan apropiado. Fue el tercer v¨¦rtice de una noche en la que el Primavera encaraba su adi¨®s.
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