Chutes de hierba y bal¨®n

¡°Un hincha al que conozco bastante, y que la temporada pasada fue a ver un partido entre los reservas del Wimbledon y del Lutton, en una tarde helada del mes de enero y por su cuenta, no con esp¨ªritu de colocarse en posici¨®n de superioridad (¡­) sino porque el partido le interesaba de veras, hace poco desminti¨® con insistencia que fuese un exc¨¦ntrico¡±, escribi¨® Nick Hornby en Fiebre en las gradas, la biblia del futbolero con inclinaciones culturales, la mejor reflexi¨®n sobre lo que significa vivir, oler y pensar el f¨²tbol hasta m¨¢s all¨¢ de la l¨®gica. Hasta, quiz¨¢, la adicci¨®n.

Un lugar, el de los yonquis del bal¨®n, en el que se han situado, con semejante ¨ªmpetu irrefrenable, pero con pretensiones m¨¢s c¨®micas y populares y menos trascendentes e introspectivas, los argentinos Marcos Carnevale, director y coguionista, y Adri¨¢n Suar, protagonista y tambi¨¦n escritor, deslig¨¢ndose de la relaci¨®n con cualquier equipo en concreto, como s¨ª hac¨ªa Hornby con su Arsenal, para jugar todos los partidos a la vez en El f¨²tbol o yo. Una pel¨ªcula en la que, como ocurre en su trama, si se sustituye la frase ¡°ver el f¨²tbol¡± por ¡°meterse unas rayas¡±, se puede alcanzar el mismo lugar en el socav¨®n de las conductas peligrosas para cuerpo y mente.

Comedia rom¨¢ntica de libro, como tambi¨¦n lo era, aunque de un modo m¨¢s sutil, Fiebre en las gradas, la pel¨ªcula de Carnevale es eficaz cuando acude al poder de identificaci¨®n, al costumbrismo y a la muestra de situaciones cercanas a lo cotidiano, y algo m¨¢s deficiente cuando se gira la manivela de la locura hasta llegar al estrambote. Y es en su corte de secundarios, con ciertos hallazgos de verdadera gracia, cuando el relato, con un meritorio armaz¨®n estructural, encuentra sus mejores instantes, con gui?os a otras m¨ªticas pel¨ªculas sobre adicciones y grupos de apoyo, como Trainspotting (el mon¨®logo de ¡°elige una vida¡­), y El club de la lucha (con ese padrino cuidador tan semejante al personaje de Meat Loaf).

El problema es que, con una desangelada fotograf¨ªa que le da a la imagen un aspecto tan descolorido como mustio, El f¨²tbol o yo acaba desentendi¨¦ndose de su base, que ver f¨²tbol como si no hubiera un ma?ana, descuidando los dem¨¢s aspectos de la vida, puede crear un serio desequilibrio, y termina solucionando el conflicto por la calle de en medio: con un deus ex machina sin consistencia, esfuerzo ni coherencia interna.