Otra de jur¨¢sicos

Es muy corta la filmograf¨ªa de un director llamado J. A. Bayona, pero su cr¨¦dito comercial impresiona. Hasta el punto de que el imperio Spielberg haya recurrido a ¨¦l como conductor del fil¨®n dinosauril para que las arcas contin¨²en gordas y felices. Creo que Jurassic World: el reino ca¨ªdo es la quinta criatura que ha parido la saga. No llevo la cuenta, mi memoria se resiste a ello en nombre de la higiene mental. Le ocurre lo mismo con las cansinas guerras gal¨¢cticas (qu¨¦ horror la prescindible juventud de Han Solo en medio de una fotograf¨ªa oscura que agrede a la vista), los superh¨¦roes de cart¨®n (que el diablo se cebe con los vacuos, ruidosos e insoportables Vengadores) e incluso la estrat¨¦gica inmersi¨®n del sabio Spielberg en realidades virtuales, videojuegos y otras cositas modernas y al parecer imprescindibles en la mareante Ready Player One. Tambi¨¦n constato que en la mayor¨ªa de ese cine los planos no duran m¨¢s de diez segundos. Imagino que en la certeza de que los espectadores desertar¨ªan de todo lo que no sea fren¨¦tico.

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As¨ª es ¡®Jurassic World: el reino ca¨ªdo¡¯

Y, como cualquier cin¨¦filo sensato, me he enamorado desde que era un beb¨¦ (o antes) del cine de aventuras. El que mi intransferible sentido del gusto considera bueno. Crec¨ª con maravillosas pel¨ªculas de aventuras firmadas por gente que dominaban todos los g¨¦neros, directores como Walsh, Tourneur, Hawks, Fleischer, Lean (s¨ª, Lean, son apasionantes las legendarias aventuras en el r¨ªo Kwai, las del visionario coronel Lawrence en Arabia o las del tr¨¢gico doctor Zhivago en la convulsionada Rusia) y tantos otros. Y no puede ser casual que el inmenso Sean Connery protagonice las tres inmarchitables pel¨ªculas de aventuras de los a?os setenta, o sea, El hombre que pudo reinar, El viento y el le¨®n y Robin y Marian. Tambi¨¦n disfrut¨¦ con la admirable Tibur¨®n. Y a partir de ah¨ª mi memoria se torna d¨¦bil, aunque reconozca los muchos m¨¦ritos de Indiana Jones y del arranque gal¨¢ctico. Cuesti¨®n de gustos, repito.

Tengo la sensaci¨®n de que el guion es lo que menos importa en el actual cine de aventuras. Incluyo a Jurassic World: el reino ca¨ªdo. Tampoco es trascendente la personalidad del director. Yo creo que las realizan una lista interminable de ejecutivos. O simplemente, los ordenadores. Y, c¨®mo no, es fundamental el trabajo de los publicistas, merchandising y creadores de videojuegos. El resultado final no me otorga ni fr¨ªo ni calor. No he seguido las ¨²ltimas movidas de los lagartos prehist¨®ricos en la isla Nublar. Ahora, como siempre, est¨¢n en peligro. Debido al inmenso negocio que sus facultades pueden generar, a la voracidad y a la falta de escr¨²pulos morales que caracteriza al mercado. Pero la exgerente del parque tem¨¢tico y su antiguo novio se empe?aran en proteger su supervivencia. Todo ello acompa?ado de incesantes rugidos de los velocirraptores (hay dinosauritos y dinosauritas, dinosauriazos feroces y dinosauriazos templados) y de la abusiva m¨²sica con la que Bayona impregna siempre sus im¨¢genes.

Me ocurre algo lamentable con la casi totalidad de los actores y actrices j¨®venes y es que no los recuerdo de una pel¨ªcula a otra. Tampoco me sugieren nada especial. Ni percibo su presunto magnetismo. Y como tantos espectadores, siempre me ha parecido fundamental el im¨¢n y la credibilidad de los int¨¦rpretes. Solo me distraigo un poco cuando aparecen brevemente actores de toda la vida, como los siempre mod¨¦licos James Cromwell y Toby Jones. Pero el consuelo es m¨ªnimo.

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