Otra mujer en la vida de Cervantes
Jos¨¦ Cabello, el archivero de La Puebla de Cazalla descubre pistas fundamentales para la biograf¨ªa del autor del Quijote en Andaluc¨ªa
En ese interminable juego de despistes y espejismos que es la vida de Miguel de Cervantes, Andaluc¨ªa queda como un pozo en el que hurgar. Fue en la c¨¢rcel de Sevilla donde acab¨® unos meses por un exceso de confianza en un usurero y all¨ª comenz¨® a imaginar el Quijote. Por el sur par¨® cuando decidi¨® dejar a su familia en Esquivias (Toledo) para buscarse la vida en una metr¨®poli m¨¢s excitante que aquel pueblo manchego, adonde lleg¨® en busca de mejor fortuna y m¨¢s animaci¨®n.
Fue un mago de las letras, pero tambi¨¦n de los n¨²meros. Lo apunta Jordi Gracia en la m¨¢s s¨®lida biograf¨ªa aparecida entre las nuevas. Ambas aptitudes configuraban su placer, su realizaci¨®n y su supervivencia. Cobr¨® como comisario y recaudador real por el campo. Y de lo que se iba topando en las diferentes rutas a lo largo de toda Andaluc¨ªa sal¨ªa la inspiraci¨®n de sus distintos libros. Pero, sobre todo, de ese manual de viajes y bestiario, aparte de novela total que es el Quijote. Entre sus paradas se encuentra La Puebla de Cazalla, a unos 70 kil¨®metros de Sevilla.
Por all¨ª pas¨® y desde hace a?os le sigue la pista Jos¨¦ Cabello (La Puebla de Cazalla, 1962), el archivero del pueblo. Gracias a eso ha aportado las ¨²ltimas novedades biogr¨¢ficas m¨¢s significativas sobre el autor. En su sencillo y oscuro despacho de la biblioteca municipal, Cabello trata de desentra?ar pistas. Lo hace pegado al archivo, donde guarda documentos carcomidos y difusos en los que queda constancia del paso de Cervantes por la zona. ¡°Por aqu¨ª anduvo entre el 21 de febrero y el 28 de abril de 1593. Su obligaci¨®n era recaudar trigo para hacer bizcochos¡±. No en el sentido actual y esponjoso. M¨¢s bien mazacotes de harina que se conservaran en largas traves¨ªas con que alimentar a la armada invencible.
Los paisanos de Cabello se portaron. ¡°Recogi¨® aqu¨ª y por los alrededores 998 fanegas y pag¨® al contado 19.500 maraved¨ªes¡±. No hubo altercados rese?ables, como en otras localidades donde hasta mand¨® apresar en rebeld¨ªa hasta sacristanes. O lo que le ocurri¨® en Castro del R¨ªo, donde le quisieron empurar a ¨¦l por venta ilegal de trigo. Tampoco tuvo que hacer frente a motines y revueltas. Tan s¨®lo fue fatig¨¢ndose por sus idas y venidas a lomos de una mula recaudando a mayor gloria del imperio su majestad y miseria de los paisanos.
Culo de mal asiento
Las provincias de Granada, Ja¨¦n, C¨®rdoba, C¨¢diz, Sevilla¡ Por ?cija recaud¨® trigo y aceite, pas¨® por Marchena, Mor¨®n de la Frontera, Arahal, Villa Mart¨ªn, ?beda, Baeza¡ Sufri¨® agravios, malentendidos y persecuciones. El oficio de recaudador levantaba muchos odios y resquemores. Cualquiera te la pod¨ªa jugar a la vuelta de la esquina. Gracias a Jos¨¦ Cabello queda certificado su paso por La Puebla de Cazalla, donde ha conseguido que entre en el circuito de la ruta cervantina y se le ha levantado una estatua. Otra de las sorpresas era Osuna. Y como si de una corriente pegadiza se tratara a la hora de hurgar en archivos, algunos investigadores han descubierto recientemente que tambi¨¦n anduvo por ah¨ª. Andaluc¨ªa, frontera de la Mancha, se agranda en los ¨²ltimos a?os como un puzle cervantino fundamental. Sevilla fue ciudad de referencia en su vida, tanto como Alcal¨¢ de Henares, Madrid, Valladolid, sus felices a?os en Roma y N¨¢poles o sus tormentos en Argel. Culo de mal asiento. Escritor de bagajes y experiencias. Si no hablamos de un aut¨¦ntico Ulises en la frontera entre el Renacimiento y el Barroco, ?qu¨¦ es Cervantes?"
Su cometido resultaba de lo m¨¢s ingrato, como cuenta Andres Trapiello en Las vidas de Miguel de Cervantes: pod¨ªa ordenar prisiones y embargos, secuestros de bienes, aprehensi¨®n de bagajes, carros y carretas, multar corregidores, pagar arrieros, carreteros, correos, escribanos. Pero lo peor era que ¨Cpese a ser decente lo que percib¨ªa- no se le adelantaba un c¨¦ntimo de su salario.
Una de las mejores maneras de desentra?ar esos pozos negros de su biograf¨ªa consiste en cercar a quienes lo rodeaban. Cabello, adem¨¢s del rastro de Cervantes, ha seguido el de su c¨ªrculo m¨¢s pr¨®ximo en Andaluc¨ªa. Y as¨ª es como ha llegado a una pista interesante. Si no cobraba por adelantado, a la hora de hacerlo deb¨ªa mostrar confianza ciega en alguien que lo hiciera por ¨¦l. As¨ª es como se encontr¨® con lo siguiente: ¡°?Qu¨¦ hac¨ªa una mujer, de nombre Magdalena Enr¨ªquez, yendo a por los 19.200 maraved¨ªes que le correspond¨ªan en su nombre y con un poder notarial?¡±.
De esta manera aparece una persona clave y desconocida hasta la fecha en la vida de Cervantes. As¨ª lo develan los documentos de Cabello ha hallado en el Archivo de Indias de Sevilla y a los que Jean Canavaggio, cit¨¢ndolo, alude en la revisi¨®n que hace de su biograf¨ªa can¨®nica reimpresa en 2015. Pero el investigador sevillano ha indagado m¨¢s desde entonces: ¡°Era una mujer fascinante. ?Por qu¨¦ aparece como una gota de agua en el oc¨¦ano que es su vida? Confianza entre ambos exist¨ªa. Mucha¡±. Viv¨ªa en la calle Bayona, que comunicaba con las gradas de la manceb¨ªa. Era bizcochera. Fabricaba grandes cantidades para la armada¡±.
Controlaba o al menos ten¨ªa acceso a los n¨²meros de Cervantes. Pero hay algo que tambi¨¦n la conecta con las letras e induce a pensar a¨²n m¨¢s en una ¨ªntima proximidad: ¡°En 1592 su firma indica que era pr¨¢cticamente analfabeta¡±. Un a?o despu¨¦s estampa documentos con una caligraf¨ªa cristalina. ¡°?Qui¨¦n fue su maestro?¡±, se pregunta Cabello.
M¨¢s datos de su biograf¨ªa. Controlaba el gremio bizcochero, muy en alza por las provisiones a la armada. Era de confianza de algunos influyentes en el ¨¢rea como Crist¨®bal Berm¨²dez, que le da poderes para hacer negocios. Era una experta en cobros. Viva, perspicaz, eficiente. ¡°Se cas¨® a los 11 a?os con un hombre junto al que tuvo siete hijos y al que a?os despu¨¦s describi¨® como viejo y peque?o. Contrajo segundas nupcias con otro, Francisco Montesdeoca, tambi¨¦n h¨¢bil para hacer dinero. Pero en ¨¢mbitos dispares. Adem¨¢s del pan, ten¨ªa nav¨ªos, boticas y un prost¨ªbulo¡±, asegura el investigador.
Y as¨ª es como Magdalena Enr¨ªquez irrumpe en una de las biograf¨ªas m¨¢s enigm¨¢ticas y fascinantes de la Historia de la Literatura Universal¡ Otra mujer que a?adir a la lista de un hombre que se encontraba m¨¢s c¨®modo entre ellas que con los de su mismo sexo.
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