El piano que vuela
Pierre-Laurent Aimard hace realidad el sue?o de Olivier Messiaen: convertir su instrumento en un desfile de p¨¢jaros que cantan sin cesar
Al comienzo de su famosa Conferencia de Kioto (1988), Olivier Messiaen confes¨® a su auditorio: ¡°Me he chocado siempre con cuatro dificultades, que son la desgracia de mi vida y a las que s¨®lo el tiempo ha podido aportar algunas soluciones. La primera dificultad es que yo soy un m¨²sico r¨ªtmico y las personas a quienes me dirijo confunden el ritmo con los valores iguales y los tiempos regulares. La segunda es que veo colores mentalmente mientras oigo o leo la m¨²sica, y que tanto mis alumnos como mis oyentes no ven colores en absoluto. La tercera es que soy ornit¨®logo, que he transcrito multitud de cantos de p¨¢jaros, que utilizo constantemente en mis obras, y que el p¨²blico de los conciertos est¨¢ integrado generalmente por habitantes de ciudades que no han o¨ªdo jam¨¢s el canto de un p¨¢jaro. La cuarta, la m¨¢s grave, y la m¨¢s terrible, es que soy creyente, cristiano y cat¨®lico, y que hablo de Dios, de los misterios divinos, y de los misterios de Cristo, a personas que no creen, o que conocen mal la religi¨®n y la teolog¨ªa¡±. Ritmos, colores, p¨¢jaros, Dios: estos cuatro v¨¦rtices acotan toda la est¨¦tica musical de Messiaen, un pac¨ªfico creador de tintes medievales condenado a vivir en el brutal y moderno siglo XX.
El compositor no bromeaba. En un lugar preferente de su tarjeta de visita, y en un cuerpo sensiblemente mayor que el resto del texto, se autoproclamaba ¡°ornithologue et rythmicien¡±. Su pasi¨®n ornitol¨®gica impregn¨® muchas de sus obras, pero en ninguna lo hizo de forma tan sistem¨¢tica, tan concienzuda, tan cient¨ªfica casi como en su Catalogue d¡¯oiseaux, protagonizado nominalmente por los 13 p¨¢jaros que dan t¨ªtulo a otras tantas piezas de hechuras y concepci¨®n muy diferentes, pero por el que desfilan muchas otras aves, a menudo con varias gorjeando de forma simult¨¢nea. Yvonne Loriod, la esposa del compositor, fue quien dio a conocer este incomparable aviario musical en 1959, y fue ella tambi¨¦n quien ense?¨® a Pierre-Laurent Aimard c¨®mo dar vida a estos compases de una complejidad endiablada, que el franc¨¦s toc¨® en su totalidad en cuatro conciertos de una jornada memorable del Festival de Aldeburgh, el 19 de junio de 2016, desde el amanecer hasta la medianoche, al aire libre y a cubierto, con luz artificial o natural y a oscuras. De aquella experiencia cat¨¢rtica para todos, ¨¦l incluido, ha nacido este ¨¢lbum, que marca el inicio de su relaci¨®n con el sello Pentatone. Aimard no da puntadas sin hilo: en su primera grabaci¨®n para Deutsche Grammophon, hace 10 a?os, eligi¨® tocar El arte de la fuga, de Bach.
Para interpretar a Messiaen hay que creer fervientemente en ¨¦l: no valen medias tintas. Aimard lo hace, es desde hace a?os su mejor ap¨®stol, su evangelista m¨¢s asiduo, y esa fe se percibe en la forma en que traduce lo que ¨¦l mismo llama el ¡°naturalismo radical¡± del Cat¨¢logo. Porque no solo desfilan ante nuestros o¨ªdos (y casi ojos) chova, orop¨¦ndola, collalba, c¨¢rabo, busardo o zarapito, sino tambi¨¦n sus circunstancias: esa naturaleza omn¨ªmoda que Messiaen ve¨ªa siempre envuelta en un halo divino. Los portentosos dedos de Aimard y su piano se convierten as¨ª en traductores precisos y preciosos de toda una cosmolog¨ªa visual y sonora.
Un DVD adicional permite al pianista franc¨¦s explicarnos cada una de las piezas y explayarse sobre el modus operandi de su autor en esta obra ¨²nica. Y Pentatone nos reserva a¨²n una ¨²ltima sorpresa: al abrir la caja nos encontramos, junto a los discos, unas peque?as plumas de ave. Con Messiaen y Aimard, al cielo.
¡®Olivier Messiaen. Catalogue d¡¯oiseaux¡¯. Pierre-Laurent Aimard (piano). Pentatone (3 CD).
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