Jeffrey Eugenides: ¡°He visto el sue?o americano alcanzado y luego echado a perder¡±
El escritor publica ¡®Denuncia inmediata¡¯, su primera colecci¨®n de cuentos, donde retrata la ansiedad econ¨®mica del estadounidense medio
?Qu¨¦ tiene un cuento que no tenga una novela? A Jeffrey Eugenides (Detroit, 1960), la diferencia le resulta cada vez m¨¢s imperceptible. ¡°Mis cuentos m¨¢s recientes fueron escritos como si fueran novelas que hubieran encogido¡±, confiesa el escritor, cort¨¦s y algo taciturno, en una sala de reuniones de la Universidad de Princeton, campus ahogado en la naturaleza y repleto de carteles que anuncian veladas de poes¨ªa queer o defensas de tesis doctorales sobre la mujer afroamericana en la ficci¨®n televisiva, en el que ense?a escritura creativa desde hace una d¨¦cada. El autor de Las v¨ªrgenes suicidas y Middlesex acaba de publicar su primer libro de narrativa breve, Denuncia inmediata (Anagrama), que recoge todos sus relatos desde 1988 e incluye tambi¨¦n un pu?ado de textos in¨¦ditos. Casi todos est¨¢n centrados en las miserias cotidianas de personajes inmersos en crisis existenciales y tormentas econ¨®micas, que cre¨® a partir de una aguda observaci¨®n de su interioridad y la de sus semejantes.
P. Casi todos sus personajes se enfrentan a las mismas dificultades. ?Podemos verlos como un mismo individuo con diferentes m¨¢scaras?
R. Estar¨ªa de acuerdo, en parte. En especial, los personajes masculinos, variaciones de un mismo tipo de persona: un hombre blanco, estudioso y culto, no muy distinto de m¨ª mismo. En los cuentos de Alice Munro sucede algo parecido: en un relato, la protagonista es una librera ad¨²ltera, que se transforma en la encargada de una tienda de ropa en la siguiente historia, pero la fuente suele ser la misma. Cuando entregu¨¦ el manuscrito a mi editor, me dijo que lo hab¨ªa le¨ªdo como si fuera una novela, porque los distintos cuentos recorren un arco temporal que abarca toda una vida.
P. Los personajes de sus ficciones largas son m¨¢s novelescos y rom¨¢nticos. En cambio, los de sus cuentos parecen personas corrientes. ?Por qu¨¦?
R. Siempre concibo mis personajes como personas corrientes, aunque en mis novelas parezcan m¨¢s ¨¦picos y dram¨¢ticos, tal vez por una cuesti¨®n de espacio. Muchos de estos cuentos fueron escritos en tiempos de una gran ansiedad econ¨®mica. Por eso los personajes se enfrentan a asuntos prosaicos: tienen problemas financieros, no saben qu¨¦ hacer con sus vidas, les cuesta encontrar trabajo¡
P. No debe de ser su experiencia, habiendo crecido en una familia adinerada de Michigan¡
R. En realidad, mis padres nacieron pobres. Mi madre, hija de una mujer soltera, creci¨® en una miseria abyecta. Y mi padre era hijo de inmigrantes griegos, tambi¨¦n bastante pobres, aunque despu¨¦s se meti¨® en los negocios y gan¨® mucho dinero. Cuando yo llegu¨¦ al mundo, se hab¨ªan convertido en una familia pudiente de Detroit. Pero luego ¨¦l perdi¨® su fortuna y termin¨® muriendo en la ruina¡ En los primeros 30 a?os de mi vida, vi el sue?o americano alcanzado y luego echado a perder. Si me fascina el dinero es porque conozco la importancia que tiene en mi pa¨ªs, pero tambi¨¦n su evanescencia.
P. ?Es este su libro m¨¢s cr¨ªtico respecto a su cultura?
¡°Me fascina el dinero porque conozco su importancia y su evanescencia¡±
R. No fue mi intenci¨®n, pero es posible. Muchos de los cuentos fueron escritos durante la presidencia de George W. Bush, esos a?os dorados¡ [sonr¨ªe con sorna]. Pero creo que todos mis libros han dado cuenta de la realidad pol¨ªtica de su tiempo. Nac¨ª en una ciudad que simboliza el declive estadounidense y crec¨ª convencido sobre su existencia. En los noventa lleg¨® Bill Clinton y todo el mundo empez¨® a creer que ese declive se hab¨ªa detenido. Se hablaba incluso de hiperpoder. Recuerdo haberme preguntando si hac¨ªa bien en tener ese sentimiento elegiaco. Ahora s¨¦ que no me equivocaba¡
P. En algunos cuentos hay una correlaci¨®n entre la desilusi¨®n vital de sus personajes y la decepci¨®n que les inspira su naci¨®n. ?La comparte?
R. Uno de los relatos, Magno experimento, surgi¨® al releer a De Tocqueville. Me pregunt¨¦ qu¨¦ hab¨ªa cambiado desde su tiempo, qu¨¦ iba mejor y peor. Lo que va peor es que la disparidad de la riqueza nunca hab¨ªa sido tan grande como ahora. En cambio, en aquel tiempo se cre¨ªa que, para que la democracia funcionase, todo el mundo deb¨ªa tener m¨¢s o menos el mismo dinero, que entonces no era demasiado¡
P. ?Y qu¨¦ es lo que va mejor?
R. El progreso en la igualdad racial es esperanzador. S¨¦ que es un motivo de discusi¨®n y revaluaci¨®n constante, pero al tener 58 a?os s¨¦ lo mucho que ha cambiado desde mi infancia.
P. ?Dir¨ªa que la de Trump es la peor presidencia de la historia?
R. Es la peor que yo haya visto, pero no creo que sea la peor de la historia, porque existen cosas terribles en nuestro pasado. En cierta manera, lo que vivimos hoy se parece a lo que sucedi¨® con Nixon, aunque ahora no tengamos la fuerza motriz de la guerra de Vietnam para unificar todas las luchas. Los objetivos son m¨¢s borrosos que entonces. Pero dir¨ªa que, si el movimiento sigue adelante y conquista un poder duradero, se terminar¨¢ pareciendo bastante a lo que sucedi¨® en los sesenta¡
¡°Trump es el peor presidente que haya visto, pero no el peor de la historia¡±
P. La vulva oracular es la g¨¦nesis de su novela Middlesex, protagonizada por un personaje hermafrodita, por la que gan¨® el Pulitzer en 2003. Las cuestiones relativas al g¨¦nero han cobrado, desde entonces, una visibilidad inimaginable.
R. Cuando fue publicada ten¨ªa que explicar a la gente lo que era la identidad sexual, porque no lo sab¨ªan. La idea de contar con un narrador intersexual causaba rechazo. Hab¨ªa gente que lo encontraba asqueroso... Tuve muy buenas cr¨ªticas, pero no fue un ¨¦xito en absoluto. Hoy se entiende mejor que cada persona se sit¨²a en un punto distinto de un espectro de g¨¦nero que va del hombre a la mujer. Toda mi novela estaba pensada como un argumento contra el determinismo gen¨¦tico y a favor del libre albedr¨ªo.
P. En el relato que da t¨ªtulo al libro introduce los mensajes de texto como parte de la trama. ?Reproducir las nuevas formas de comunicaci¨®n es una asignatura pendiente para la literatura actual?
R. Tal vez, aunque a veces exageremos un poco¡ No recuerdo ning¨²n periodo en que la literatura haya tenido una relaci¨®n ¨ªntima con la tecnolog¨ªa. Cuando se invent¨® la radio, la gran mayor¨ªa de escritores no se pusieron a escribir sobre el asunto y no pas¨® nada. Es gracioso ver las sitcoms de los 90 como Seinfeld: todos acuden al apartamento de Jerry a decirle algo. Eso hoy ya no suceder¨ªa: se limitar¨ªan a mandarle un mensaje. Y, si fuera as¨ª, no habr¨ªa interacci¨®n ni conflicto. Con la literatura tiene soluci¨®n, pero solo si aceptamos un cierto grado de artificialidad que nos permita que los personajes se sigan encontrando para que la acci¨®n siga teniendo lugar.
P. ?Cree que la pantalla ganar¨¢ la guerra contra la palabra escrita?
R. Acabo de leer un ensayo de Marilynne Robinson donde sostiene lo contrario: que Internet, pese a todos sus problemas, nos ha recordado que seguimos necesitando el pensamiento complejo. En la red hay cientos de espacios para una escritura extensa y coherente. La pantalla no ha hecho m¨¢s que revelar una propensi¨®n a leer, a escribir y a pensar que sigue estando viva en nuestros cerebros. Somos animales que leen y que piensan. Y seguiremos desarrollando esas actividades, aunque sea de nuevas maneras¡
¡°Internet nos recuerda que seguimos necesitando el pensamiento complejo¡±
P. ?Est¨¢ trabajando en una nueva novela?
R. S¨ª. Ser¨¢ una novela breve sobre dos adolescentes que se encuentran en un tren en 1978: un actor y un universitario muy confundido sobre su identidad y su sexualidad¡
P. Regresa, entonces, a sus obsesiones: la adolescencia y la configuraci¨®n de la identidad de g¨¦nero. ?Apoya la tesis de una crisis de la masculinidad?
R. Supongo que s¨ª, es lo que he vivido. Se remonta a mis a?os de juventud, la ¨¦poca del glam, de David Bowie y Lou Reed, cuando nos preguntamos qu¨¦ significaba ser un hombre. Fue algo que me afect¨® y que desemboc¨® en Middlesex, que hablaba sobre qu¨¦ significa ser hombre o mujer y hasta qu¨¦ punto est¨¢ determinado por la biolog¨ªa y por la cultura. Crec¨ª en un tiempo en que los hombres intentaban ser m¨¢s emocionales. En cambio, los j¨®venes de hoy crecen oyendo hablar de una ¡°masculinidad t¨®xica¡±. S¨¦ a qu¨¦ se refieren, a Harvey Weinstein y todo eso, pero debe de ser extra?o crecer con tantos mensajes negativos sobre lo que significa ser var¨®n.
P. ?Preferir¨ªa que la actual cr¨ªtica de la masculinidad fuera m¨¢s constructiva?
R. Nada de lo que digo se opone a lo que est¨¢ sucediendo ni al #MeToo. Pero, ya que hablamos de la adolescencia, me pregunto qu¨¦ efecto debe de tener en un chico de 15 o 16 a?os. El mensaje tiene que ser sobre comportamientos y actitudes que deben desaparecer, no sobre el hecho de que los hombres son inherentemente t¨®xicos. No creo que eso sea de ayuda para nadie.
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Autor: Jeffrey Eugenides
Editorial: Anagrama (2018)
Formato: versi¨®n Kindle y tapa blanda
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