Tocqueville vs Trump (y Le Pen)
La igualdad de condiciones que alababa el pensador franc¨¦s es clave para desactivar los populismos
Subidos a los hombros de los titanes de la historia, a veces se observan mejor las vicisitudes del tiempo presente. La introducci¨®n de La democracia en Am¨¦rica, la obra maestra de Alexis de Tocqueville publicada hace casi dos siglos, arroja esclarecedora luz sobre las procelosas aguas pol¨ªticas actuales en buena parte de Occidente.
¡°Entre las cosas nuevas que durante mi permanencia en los Estados Unidos han llamado mi atenci¨®n, ninguna me sorprendi¨® m¨¢s que la igualdad de condiciones. Descubr¨ª sin dificultad la influencia prodigiosa que ejerce este primer hecho sobre la marcha de la sociedad. Da al esp¨ªritu p¨²blico cierta direcci¨®n, determinado giro a las leyes; a los gobernantes m¨¢ximas nuevas, y costumbres particulares a los gobernados. [...] a medida que estudiaba la sociedad norteamericana, ve¨ªa cada vez m¨¢s en la igualdad de condiciones el hecho generador del que cada hecho particular parec¨ªa derivarse¡±.
Muchos son los s¨ªntomas de que, hoy, hay serias aver¨ªas en esa igualdad de condiciones que Tocqueville consideraba como el motor de la sociedad que, pronto, se convertir¨ªa en l¨ªder mundial. Lo mismo pasa en otras del arco occidental (aunque no en todas). Pero los an¨¢lisis sobre la crisis que estas sociedades experimentan y el consiguiente auge populistas tienden a centrarse en otros asuntos y obvian la cuesti¨®n de la movilidad social.
La narrativa com¨²n indica que la globalizaci¨®n ha sacado de la pobreza a cientos de millones de personas en los pa¨ªses emergentes, pero precarizado la vida de amplios sectores de las ciudadan¨ªas occidentales; estos sectores anhelan otros tiempos, en los que hab¨ªa mayor estabilidad y perspectivas de progreso; recelan por tanto del libre comercio y del flujo migratorio que, a sus ojos, corrompen la armon¨ªa y homogeneidad cultural de esos otros tiempos; y lamentan la desigualdad social cada vez m¨¢s marcada, con ¨¦lites cada vez m¨¢s ricas, y cada vez m¨¢s gente en la precariedad.
Todo esto tiene mucho fundamento, pero no toca otro elemento clave: el deterioro de esa igualdad de condiciones de la que hablaba Tocqueville. La aver¨ªa en el ascensor social que permite ir de abajo hacia arriba a trav¨¦s del m¨¦rito (y de arriba hacia abajo). Varios estudios apuntan a que la movilidad social sufre.
Un interesante trabajo de dos investigadores de la Universidad de Massachusetts publicado el a?o pasado concluye que, en EE UU, la movilidad social se ha visto notablemente reducida a partir de los a?os ochenta, precisamente en coincidencia con un aumento de la desigualdad (es decir con la distancia entre renta y patrimonio de los m¨¢s ricos y de los m¨¢s pobres).
Otro interesante estudio de la Universidad de Stanford compara la fortaleza del v¨ªnculo entre los ingresos de los padres y los de los hijos en distintos pa¨ªses. En Estados Unidos (Trump) y Reino Unido (Brexit) es mucho m¨¢s acentuada que, por ejemplo, en Alemania, Espa?a o los escandinavos, donde la pujanza de posiciones populistas es menor. Es decir, quienes nacen en familias de ¨¦lite en EEUU o Reino Unido tienen muchas probabilidades de quedarse en ese c¨ªrculo social, m¨¢s de lo que ocurre en otros pa¨ªses occidentales.
La literatura cient¨ªfica en esta materia es vast¨ªsima, y los resultados llenos de matices. No es razonable extraer conclusiones tajantes. Pero s¨ª lo es pensar que la movilidad social es un factor clave, y los recortes en muchos servicios p¨²blicos tras la crisis econ¨®mica aten¨²an la capacidad de las sociedades de sobreponerse al estatus quo y maximizar la igualdad de condiciones.
Otros art¨ªculos del autor
El fen¨®meno es dif¨ªcil de abordar. Hoy d¨ªa padres ricos no solo transmiten el patrimonio a sus hijos, si no tambi¨¦n niveles educativos cada vez m¨¢s determinantes para el desarrollo de los individuos en la sociedad actual, en la econom¨ªa del conocimiento, donde el bagaje cultural/intelectual tiene un peso espec¨ªfico extraordinario. La paradoja, por tanto, es que en muchas ocasiones los v¨¢stagos de familias de elite no son cretinos que heredan latifundios, sino ciudadanos preparados y cosmopolitas que merecen permanecer en la elite por sus cualidades. Pero la percepci¨®n de que no solo hay desigualdad social, sino que las posibilidades de subir ¨Cy bajar- en la escala social se contraen, produce sin duda gran frustraci¨®n en amplios sectores sociales. Y, tambi¨¦n sin duda, es un factor que alimenta el auge populista.
¡°The system is rigged¡±, era uno de los leit motivs de la campa?a de Donald Trump. El sistema est¨¢ ama?ado (en favor de las ¨¦lites, claro est¨¢). Muchos vieron en ¨¦l un outsider que desatrancar¨ªa tuber¨ªas atascadas. La paradoja es que Trump encarna precisamente los problemas de la movilidad social en EE UU: ¨¦l empez¨® su actividad gracias a un generoso pr¨¦stamo de su padre.
En Francia, Marine Le Pen tambi¨¦n cosecha probablemente votos sobre la base de ese sentimiento. Pero ella tambi¨¦n es ejemplo perfecto del problema que hay que solucionar: su padre fue, antes que ella, candidato a la presidencia de Francia.
Desde el siglo XIX, Tocqueville muestra un camino para desactivar a los populistas.
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