Grandeza sin decadencia
La biograf¨ªa de Felipe IV firmada por Alfredo Alvar es un solvente perfil humano del rey pese a que magnifica los aspectos positivos de su figura y amortigua los negativos
Alfredo Alvar tiene bien asentado su prestigio como buen conocedor de la historia de la Espa?a de los Austrias, a la que ha dedicado varias obras de consideraci¨®n, como Felipe II, la Corte y Madrid en 1561; El duque de Lerma. Corrupci¨®n y desmoralizaci¨®n en la Espa?a del siglo XVII, o El embajador imperial Hans Khevenh¨¹ller (1538-1606) en Espa?a. Ahora cambia de reinado y nos propone un ensayo biogr¨¢fico sobre Felipe IV, del que justifica su sobrenombre cortesano del Grande, por mucho que su reinado estuviese atravesado por graves calamidades econ¨®micas (terribles hambrunas y epidemias de mediados de siglo), financieras (aparatosas suspensiones de pagos), pol¨ªticas (revueltas de Catalu?a, Portugal, N¨¢poles y Sicilia) e internacionales, con severas derrotas militares (Rocroi, Gravelinas) y enormes p¨¦rdidas territoriales en Europa y en Am¨¦rica. Lo que dio lugar a que su presunta grandeza fuera comparada (a partir de unos versos atribuidos con dudoso fundamento a Francisco de Quevedo) con la de los hoyos, que son mayores cuanta m¨¢s tierra pierden.
Se?alar estas realidades quiz¨¢s nos pueda atraer la desaprobaci¨®n de nuestro autor y querido colega, que nos tildar¨ªa de noventayochista, de contumaz pesimista en la valoraci¨®n de nuestra historia e incluso, aunque menos probablemente, de inconsciente propalador de la leyenda negra. Cosa esta ¨²ltima que, dicho sea de paso, nos achacar¨ªa sin duda la autora de un reciente y virulento best seller contra la supuesta imperiofobia y otras perversas man¨ªas de ciertos historiadores que, seguidores de Antonio P¨¦rez y de Bartolom¨¦ de las Casas, solo tratan de comprometer el glorioso pasado de Espa?a. Sin embargo, no puedo dejar de se?alar que en el libro que nos ocupa la magnificaci¨®n de los aspectos positivos camina en paralelo con la amortiguaci¨®n de la magnitud de la decadencia en todos los terrenos, o que (posiblemente por una tentaci¨®n presentista) se aplica una diferente connotaci¨®n a las rebeliones de la d¨¦cada de los cuarenta, que pasan de la imperdonable y ¡°abyecta traici¨®n¡± de Catalu?a a la mera ¡°revuelta y guerra¡± de Portugal y a las cualitativamente menores ¡°alteraciones de N¨¢poles y Sicilia¡±.
El libro se circunscribe a los hechos m¨¢s notables de su vida privada o a algunas iniciativas que denotaban una mayor implicaci¨®n personal, como su defensa encarnizada del catolicismo
Alfredo Alvar se ha valido de su profundo conocimiento del periodo y de su reconocida inteligencia historiogr¨¢fica para soslayar el obst¨¢culo mayor que presentaba escribir una biograf¨ªa de Felipe IV. En efecto, en su dimensi¨®n pol¨ªtica, el soberano ha aparecido siempre a la sombra de sus grandes validos, los aut¨¦nticos gobernantes de la Monarqu¨ªa, el conde duque de Olivares y Luis de Haro. Y para colmo, ambos personajes disfrutan, el primero de una biograf¨ªa definitiva de John Elliott y el segundo de un trabajo de altos vuelos firmado por Rafael Valladares. De esa forma, si las grandes decisiones estuvieron en manos de estos encumbrados personajes, la biograf¨ªa del monarca no pod¨ªa referirse a los grandes hitos del reinado, sino ocuparse, seg¨²n las palabras del propio autor, de ¡°los aspectos humanos del rey¡±, es decir, deb¨ªa circunscribirse a los hechos m¨¢s notables de su vida privada o a algunas iniciativas que denotaban una mayor implicaci¨®n personal, como su defensa encarnizada del catolicismo (y del futuro dogma de la Inmaculada Concepci¨®n) o su vocaci¨®n de coleccionista de obras de arte, a la que debemos un singular enriquecimiento de nuestro patrimonio, al tiempo que los acontecimientos mayores de esos a?os se trataban pr¨¢cticamente s¨®lo en cuanto pod¨ªan influir en el estado de ¨¢nimo del rey. As¨ª se dejaba para mejor ocasi¨®n la valoraci¨®n de la acci¨®n de gobierno y se recurr¨ªa a dos res¨²menes realizados por dos grandes especialistas, Jos¨¦ Alcal¨¢-Zamora y Antonio Dom¨ªnguez Ortiz, para se?alar los periodos en que por razones intr¨ªnsecas pod¨ªa distribuirse un reinado tan prolongado en el tiempo.
Este sesgo del libro ha permitido, sin embargo, a su autor llevarnos por sendas poco transitadas y ofrecernos preciosas joyas extra¨ªdas de su inmensa erudici¨®n y buen gusto. Sin pretender una enumeraci¨®n exhaustiva de esos pasajes particularmente felices, destaquemos la atenci¨®n dedicada a la primera educaci¨®n del pr¨ªncipe a trav¨¦s de su preceptor catal¨¢n Galceran (Galcer¨¢n en castellano) Albanell, quien, si por una parte escrib¨ªa para su uso en 1612 una Instrucci¨®n de la doctrina cristiana, tambi¨¦n avisaba m¨¢s tarde a sus otros mentores de la necesidad de vigilar las salidas nocturnas del joven pr¨ªncipe y prevenir su frecuente b¨²squeda de compa?¨ªa femenina, ocupaci¨®n tan asiduamente cultivada durante toda su vida.
Felipe IV como padre se evoca especialmente en relaci¨®n con la corta vida del pr¨ªncipe Baltasar Carlos (1629-1646), esperanza de su progenitor y de todo el reino, fallecido de fiebres a temprana edad en medio de la general aflicci¨®n. El rey como escritor aparece aludido varias veces, pero particularmente a trav¨¦s de la famosa correspondencia mantenida con la monja concepcionista sor Mar¨ªa de ?greda (de la que se conservan 614 cartas) y, tambi¨¦n, con la menos conocida monja carmelita sor Luisa Magdalena de Jes¨²s (con 64 cartas recogidas).
Finalmente, el cap¨ªtulo tercero (de los cuatro de que consta la obra) se consagra en buena parte a exaltar al monarca como ¡°el rey del Siglo de Oro de las Letras¡±, y m¨¢s a¨²n como el gran coleccionista de arte que fue, con especial alusi¨®n a su trato con Vel¨¢zquez y con Rubens, as¨ª como a la mayor obra arquitect¨®nica del reinado, el palacio del Buen Retiro, construido para solaz del soberano, cuyo programa pol¨ªtico e ideol¨®gico se desgrana con fruici¨®n. Menos se dice de otras aficiones, quiz¨¢s no tan edificantes en estos tiempos: los autos de fe (con singular menci¨®n al celebrado en la plaza Mayor de Madrid en 1632) y los toros, poco tratados aqu¨ª salvo con ocasi¨®n de la visita del pr¨ªncipe de Gales pero estudiados con dedicaci¨®n por autores como Jos¨¦ Campos. En definitiva, un solvente perfil del rey en su vertiente m¨¢s personal y un retrato colectivo de la sociedad cortesana, basados en una asombrosa familiaridad con la documentaci¨®n de la ¨¦poca y vertidos en una prosa tan atractiva como desinhibida.
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Autor: Alfredo Alvar Ezquerra
Editorial: La Esfera de los Libros (2018)
Formato: eBook y tapa dura
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