En la c¨¢rcel expresionista de Emmy Hennings
El libro autobiogr¨¢fico de los d¨ªas en prisi¨®n de la olvidada reina dad¨¢ se edita en espa?ol
Cada noche, el paso del tranv¨ªa ilumina las rayas marcadas en la pared de la celda con una aguja de hacer punto. Son los d¨ªas de encierro cumplidos, quedan ya pocos para deshacerse del uniforme de arpillera gris, de la sopa y el fr¨ªo carcelarios. La artista y escritora alemana Emmy Hennings (Flensburgo, 1885-Lugano, 1948) pas¨® dos meses de su vida en prisi¨®n por haber robado cuatro perras a un cliente cuando ejerc¨ªa la prostituci¨®n. Porque fue prostituta, s¨ª, y morfin¨®mana en su juventud para cerrar el agujero que le abr¨ªa en el est¨®mago el oficio de cabaretera. La joven Emmy proven¨ªa de una familia humilde y su formaci¨®n fue escasa, pero en aquellos ambientes de m¨²sica y humo se rode¨® de algunos grandes nombres del momento que pulieron sus aristas y sacaron todos los destellos: fue una gran actriz, cantante, poeta en los a?os en que el mundo estaba poni¨¦ndolo todo patas arriba.
Con su marido, Hugo Ball, fund¨® el Cabaret Voltaire en Z¨²rich, al que prest¨® todo su magnetismo y donde ambos dieron origen al movimiento Dad¨¢, del que ella fue figura indiscutible. Y olvidada. Su vida azarosa y descocada, de pionera, moderna y admirada artista le dej¨® tiempo tambi¨¦n para escribir. Esta semana se edita por primera vez en espa?ol C¨¢rcel (El paseo), librito autobiogr¨¢fico de su paso por la prisi¨®n en 1914, que ha traducido Fernando Gonz¨¢lez Vi?as y que recoge tambi¨¦n algunos poemas y un buen n¨²mero de fotos. El a?o que viene, esta editorial sevillana publicar¨¢ su segunda novela Das Brandmal (La marca), escrita en 1921 y tambi¨¦n autobiogr¨¢fica.
Con el lenguaje descarnado y sin adornos del expresionismo alem¨¢n, este libro es un relato amargo (con toques de humor) de la injusticia y la impotencia que se viv¨ªa en las c¨¢rceles de mujeres de entonces. Hennings dibuja un friso de presas que se cuidan y protegen entre ellas porque se saben inocentes. Una rob¨® unas monedas, la otra no pag¨® la licencia para su miserable puesto ambulante y otra fue acusada por la familia de un amante adinerado.
Un referente
Emmy Hennings fue una ni?a con alma de artista, hija de un pescador y una mujer sin profesi¨®n remunerada, que lleg¨® a la ciudad y la llen¨® de estilo. ¡°Era un referente para los literatos de su generaci¨®n, que le dedicaban poemas y la admiraban como a una Juana de Arco¡±, asegura Gonz¨¢lez Vi?as. En aquellos primeros a?os del siglo pasado, la creaci¨®n era efervescente, como si todo estuviera por inventar. La pintura, la escultura, el teatro, la poes¨ªa vapuleaban los usos y costumbres establecidos y Emmy Hennings particip¨® con ganas de aquel club de ¡°locos nihilistas y ca¨®ticos¡± que eran los dada¨ªstas.
¡°Ella¡±, prosigue Gonz¨¢lez Vi?as, ¡°no se preocupaba mucho del estilo literario, su expresionismo era crudo y estridente como la realidad que viv¨ªa¡±. Pero su prosa fluye y atrapa, acongoja a la vez que divierte: ¡°?Oh, mi pobre cuerpo! Nada firme queda ya en m¨ª. No me levanto y no llevo ni dos d¨ªas en este lugar. Mi fuerza ya ha sido quebrada. Si este es el objetivo de la c¨¢rcel, mi paso por aqu¨ª ha sido un ¨¦xito¡±, dice uno de los p¨¢rrafos.
El texto es, desde luego, una larga cr¨ªtica al sistema policial, judicial y carcelario, que a los espa?oles lo mismo les recordar¨¢ a una celda espiritual de Teresa de Jes¨²s como a los presidios franquistas donde hacinaban a mujeres sin m¨¢cula. Hennings se queja en un largo discurso, de ritmo sincopado como el resto del texto, de la desfachatez de su denunciante, a quien le est¨¢ permitido no asistir al juicio contra ella. ¡°Mi acusador no acudi¨®. Se disculp¨®, no ten¨ªa tiempo. Envi¨® a un representante. ?Pero c¨®mo puede dejarse representar si se siente damnificado, violentado u ofendido? No logro entender tal dislate. ?Y en qu¨¦ tribunal puedo quejarme del dislate de otro tribunal?¡±.
Con las cr¨ªticas, la escritora saca la cara por las muchachas que, como ella, han ejercido la prostituci¨®n: ¡°En el patio de la prisi¨®n preventiva vi la sonriente superioridad de los rostros de las mujeres y muchachas que hacen la calle; de las muchachas que vencen y son suficientemente gallardas como para declararse vencidas. Tama?a amabilidad parece ser peligrosa, pues se la encierra entre s¨®lidos muros¡±.
Si estos p¨¢rrafos no fueran suficientes para despertar el gusanillo, sepa el lector que Emmy Hennings muri¨® ¡°pobre como las ratas¡± tratando de reeditar la obra de su marido, que ¡°fue como un padre para ella¡±. Y solo ahora, el tiempo, que se est¨¢ encargando tozudo y perseverante de exhumar el trabajo de tantas mujeres, pone en sus manos esta joya de una artista total.
'Performers' en tiempos del blanco y negro
En el explosivo y dislocado movimiento Dad¨¢ tuvieron una participaci¨®n crucial muchas mujeres que han ca¨ªdo en el olvido y que cultivaron m¨¢s de un arte a la vez. Eran escultoras y poetas, bailarinas y pintoras, cantantes y dise?adoras. Sophie Taeuber-Arp, Elsa von Freytag-Loringhoven, Clara Tice, algunas hab¨ªan sido disc¨ªpulas de Mary Wigman, bailarina alemana propulsora de la danza expresionista. Hennings fue tambi¨¦n una gran "performer avant la lettre",sostiene Estrella de Diego: "Cambiaron la danza y siguen medio ocultas... Eran muy vanguardistas, y m¨¢s s¨®lidas que los hombres dad¨¢. Sin ellas no se puede explicar este movimiento".
Las im¨¢genes muestran coreograf¨ªas, vestuarios y performances que si no estuvieran en blanco y negro podr¨ªan ser de ayer mismo. Fueron semilla para las artes de vanguardia que surgieron d¨¦cadas despu¨¦s, a?os de creaci¨®n sin freno.
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Autor:?Emmy Hennings.
Editorial: El Paseo (2018).
Formato:?tapa dura (160 p¨¢ginas).
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