Intempestivo Lorenzo Lotto
El maestro veneciano ha estado en la letra peque?a de los manuales de la historia del arte
?Qui¨¦n conoc¨ªa, en nuestro pa¨ªs, antes de su reci¨¦n inaugurada exposici¨®n en el Museo del Prado, la existencia del pintor veneciano Lorenzo Lotto (h. 1480-1556/7)? Seguramente muy pocos, me atrevo a conjeturar, al margen de los especialistas o muy aficionados a la historia del arte. Dentro de los pa¨ªses de nuestra misma ¨¢rea cultural, tambi¨¦n hasta hace escasos a?os, ocurr¨ªa otro tanto, porque este excelente maestro cay¨®, si no en el olvido, en algo as¨ª como en la letra peque?a o la nota a pie de p¨¢gina de los manuales generalistas de esta disciplina.
En realidad, Lotto fue cobrando progresiva importancia en la esfera p¨²blica a lo largo del siglo XX y, en especial, durante su ¨²ltimo cuarto. ¡°?Y eso por qu¨¦?¡±, quiz¨¢s se pregunten ustedes. Pues porque, como afirm¨® Vittorio Sgarbi, fue ¡°un pintor totalmente del siglo XX¡±; esto es: porque, como tantos otros entre los maestros antiguos, tuvo que esperar varios siglos, para hacerse comprender de una forma cabal. De hecho, si repas¨¢semos cu¨¢les son los artistas del pasado que m¨¢s se han estimado en nuestra era contempor¨¢nea, ver¨ªamos que la mayor¨ªa hab¨ªan sido olvidados, menospreciados o incluso ignorados, ya en vida o poco despu¨¦s de haber muerto. Tales fueron los casos, entre otros, de Caravaggio, El Greco, Georges de La Tour, Vermeer, Vel¨¢zquez, Zurbar¨¢n y un largo etc¨¦tera.
Hay muy variadas razones en cada caso para explicar este desajuste cr¨®nico entre la producci¨®n de una obra y su aprecio p¨²blico generalizado, pero la principal es, a mi juicio, que el arte posee un caudal significativo tan rico y profundo que tarda a veces siglos en ser parcialmente desentra?ado. En el caso de Lotto, se ha necesitado casi cuatro, y todo apunta a que ocurrir¨¢ algo parecido mientras exista el arte. En este sentido, una obra se hace entender y, por tanto, alcanza la plenitud de significado, no frente a sus contempor¨¢neos, sino en el momento hist¨®rico en que es redescubierta. As¨ª que los maestros antiguos antes citados a t¨ªtulo indicativo nos pertenecen m¨¢s a nosotros que a quienes convivieron con sus creadores. Esta es la causa para que consideremos al arte como esencialmente intempestivo, que es lo que se orienta al margen o contra las locuras del d¨ªa a d¨ªa.
Lorenzo Lotto naci¨® cuando empezaba a destacar la escuela veneciana y justo al inicio de la era de los genios, denominaci¨®n esta ¨²ltima que apunta al surgimiento del culto a la personalidad individual de los artistas. Formado, directa o indirectamente, bajo el amparo de Giovanni Bellini, Antonello da Messina o Durero, su arranque art¨ªstico fue muy brillante y reconocido, pero, de car¨¢cter en exceso sensible y vulnerable, le toc¨® competir con personalidades muy poderosas, como Tiziano, Tintoretto o Veron¨¦s, lo cual le oblig¨® a buscarse la vida fuera del marco urbano de la todav¨ªa exultante Venecia, una senda err¨¢tica que le sac¨® del principal foco de atenci¨®n. Aun as¨ª, haciendo de la necesidad virtud, desarroll¨® un estilo muy original, que se plasm¨® en su fascinante obra, particularmente brillante en el g¨¦nero del retrato, donde hizo aportaciones cruciales, pero tambi¨¦n las complejas composiciones religiosas, donde dramatizaba la acci¨®n desplegando y replegando sus figuras con la armon¨ªa con que se abre y se cierra una flor. Los rostros y las manos de sus retratados, personajes a veces vulgares, tienen un aire tan moderno que se parecen a los que hoy se nos cruzan por la calle; en suma: que nos reconocemos en ellos.
Su brillante paleta crom¨¢tica, atizada por la libre extravagancia manierista, ahora nos fascina m¨¢s que nunca. En fin, que si aprovechan la ocasi¨®n para visitar su exposici¨®n en el Museo del Prado, comprobar¨¢n que, gracias a la intempestividad del arte, son precisamente todos ustedes los privilegiados destinatarios de ese genio veneciano que, aun siendo radicalmente de su ¨¦poca, ha encontrado su aut¨¦ntico hogar en la nuestra.
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