?Por cu¨¢nto se vende un museo?
El v¨ªdeo rodado por Beyonc¨¦ y Jay-Z en el Louvre es un nuevo ejemplo de la tendencia creciente a la m¨¢xima rentabilizaci¨®n de los centros de arte
?En qu¨¦ consisti¨® el acuerdo firmado entre Beyonc¨¦, Jay-Z y el Museo del Louvre para rodar el videoclip de Apeshit, avance de su primer ¨¢lbum a cuatro manos, que en las ¨²ltimas 48 horas ha superado los 13 millones de reproducciones en YouTube? ¡°Ambos han visitado el Louvre cuatro veces en los ¨²ltimos diez a?os. La ¨²ltima vez, en mayo de 2018, nos propusieron esta idea. Los plazos eran muy cortos, pero el proyecto convenci¨® r¨¢pidamente al Louvre, porque su propuesta demostraba un verdadero v¨ªnculo con el museo y con las obras que les hab¨ªan marcado¡±, respondi¨® ayer un portavoz de la pinacoteca a EL PA?S.
Si la dimensi¨®n afectiva cont¨®, no fue la ¨²nica raz¨®n para decantar la balanza. El v¨ªdeo del momento reproduce un fen¨®meno igual de actual: el alquiler creciente de espacios en los museos p¨²blicos de todo el mundo, obligados a encontrar recursos propios ante la ca¨ªda de las subvenciones de la ¨²ltima d¨¦cada. En el caso del Louvre, sin ir m¨¢s lejos, solo la mitad de su presupuesto procede de las arcas p¨²blicas, lo que le obliga a diversificar sus fuentes de ingresos, que ya no pueden depender exclusivamente de la taquilla. Entre otras cosas, porque nadie est¨¢ a salvo de un mal a?o: tras los atentados de 2015, el museo perdi¨® un 13% de visitantes, al ser especialmente dependiente del turismo (el 70% son extranjeros).
Lo expres¨® en los a?os ochenta el soci¨®logo Paul DiMaggio, especialista en instituciones culturales: si la mayor¨ªa de museos son non-profit (sin ¨¢nimo de lucro), ya no pueden permitirse el lujo de ser non-market (ajenos al mercado). La tendencia llega, como tantas otras, de Estados Unidos, donde los museos son de titularidad privada y las subvenciones resultan escuetas (seg¨²n datos de 2006, solo el 24% de sus fondos eran p¨²blicos, de media). Durante los noventa, la irrupci¨®n del marketing y de las estrategias de rentabilizaci¨®n en el museo hicieron aparecer las visitas privadas a precios desorbitantes, el alquiler de espacios para eventos o presentaciones y una pol¨ªtica m¨¢s robusta para favorecer los rodajes de cine y publicidad. En general, durante los d¨ªas de cierre o en horario nocturno.
El fen¨®meno se expande por Europa desde hace una d¨¦cada, coincidiendo con la llegada de la crisis y la liquidez menguante de los presupuestos culturales. ¡°Falta el dinero y los edificios estatales sirven para recaudarlo¡±, apunta Sophie Rastoin Sandoz, responsable de la agencia parisina L¡¯Invitation, que encuentra localizaciones en todo el continente para rodajes y actos de marcas de lujo, bancos, aseguradoras o agencias de comunicaci¨®n. ¡°Hubo mucha resistencia al cambio, pero est¨¢ desapareciendo. Ahora todo es alquilable. Solo es una cuesti¨®n de precio¡¡±, a?ade. A comienzos de esta d¨¦cada, el Louvre empez¨® a potenciar estas actividades. ¡°Nos preguntamos c¨®mo valorar el patrimonio inmaterial del Estado y consideramos que el cine era una buena manera de reforzar nuestra imagen¡±, sostuvo Jo?lle Cinq-Fraix, a cargo de las filmaciones en el Louvre, en un congreso celebrado en 2014. Entonces el museo acog¨ªa poco m¨¢s de un centenar de rodajes. En 2017 fueron 500, cerca de la mitad de los que pasaron por Par¨ªs. Hay que sumarles tambi¨¦n las iniciativas virales como la que protagonizan Beyonc¨¦ y Jay-Z, fuente de publicidad gratuita que le permite conectar con p¨²blicos dif¨ªciles de alcanzar, como los visitantes m¨¢s j¨®venes. Se trata, en el fondo, de una inversi¨®n de futuro.
?Cu¨¢nto se debe pagar por rodar en un museo? Los profesionales consultados afirman que los precios son variables y dependen del cliente y del proyecto. Por el rodaje de Apeshit, las tarifas que el Louvre manejaba en 2015 se?alan que se cobr¨® un m¨¢ximo de 23.000 euros por d¨ªa, aunque el museo no confirm¨® ayer esa cifra. Los profesionales consultados consideran que la tarifa real podr¨ªa ser el doble. Mientras tanto, por rodar un d¨ªa en Versalles se exigen 25.000 euros y por hacerlo en la Torre Eiffel, unos 10.000. Por su parte, la ?pera Garnier pide m¨¢s de 20.000 euros por filmar un d¨ªa entero en su foyer.
En Londres, muchos museos ofertan los mismos servicios. La National Gallery propone eventos que incluyen una cena entre obras de Delacroix y Tiepolo por 7.000 libras (8.000 euros). El Museo de Londres sube a 8.000 libras por velada (9.100 euros), mientras que el Victoria & Albert Museum organiza fiestas en la galer¨ªa de Rafael Sanzio por 17.000 libras (19.400 euros). Pese a todo, la situaci¨®n tampoco est¨¢ plenamente normalizada. En febrero, la National Portrait Gallery levant¨® cr¨ªticas al cerrar en d¨ªa laborable para acoger un desfile del dise?ador Erdem Moralioglu. El artista Patrick Brill, escondido detr¨¢s del seud¨®nimo Bob and Roberta Smith, denunci¨® una situaci¨®n "orwelliana". "Hay que cerrar para mantenerse abierto", dijo. En Nueva York, los alquileres tambi¨¦n son frecuentes. Y los precios, a¨²n m¨¢s elevados, aunque a veces vayan disfrazados de mecenazgo. Seg¨²n la prensa estadounidense, el Metropolitan Museum habr¨ªa recibido una donaci¨®n de un mill¨®n de d¨®lares (860.000 euros) por acoger el rodaje de la pel¨ªcula Ocean¡¯s 8 durante dos semanas y media.
?Y en Espa?a? La mayor¨ªa de museos espa?oles proponen estos servicios, si bien con relativa cautela. ¡°En el Reina Sof¨ªa se alquilan los espacios, pero nunca para organizar una intervenci¨®n que no queramos hacer. Uno no puede simplemente pagar por utilizar las salas. Tenemos que tener la certeza de que nos interesa el proyecto. Las salas no se alquilan para eventos, a no ser que acarreen una visita guiada¡±, explica su director, Manuel Borja-Villel, poco partidario de la iniciativa del Louvre con Beyonc¨¦ y Jay-Z. ¡°El problema que le veo al v¨ªdeo es que resulta muy conservador. Si lo que pretend¨ªan era descolonizar el museo, creo que el efecto es el contrario. No hay m¨¢s que ver las posturas que adoptan, tan mim¨¦ticas con las de los cuadros originales. Ratifican un poder m¨¢s que cuestionarlo¡±, a?ade. Tampoco el Prado es favorable a intensificar las cesiones de espacios ni los rodajes en su interior. Se alquilan los auditorios y los lugares de paso, pero nunca las salas con obras. Aunque existen excepciones a este comedimiento: en 2014, el Museo Nacional de Arte de Catalu?a lleg¨® a cerrar sus puertas un s¨¢bado para acoger la boda de la hija del magnate indio Lakshmi Mittal, por la que percibi¨® m¨¢s de 200.000 euros.
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