Chillida se planta en ?msterdam
El Rijksmuseum instala por primera vez en sus jardines nueve esculturas del artista espa?ol
Rodeados por una verja de metal, pero abiertos al p¨²blico durante el d¨ªa, los jardines del Rijksmuseum son la galer¨ªa de arte al aire libre de ?msterdam. Con cuidados parterres de tulipanes y otras flores de temporada, la exposici¨®n anual que acogen recibe esta vez al escultor espa?ol Eduardo Chillida (1924-2002). Todo un reto en un espacio renacentista y barroco, donde se exponen ahora nueve piezas monumentales y abstractas, que obligan a mirar con otros ojos al edificio que alberga el retrato figurativo y corporativo por antonomasia: La Ronda de Noche, de Rembrandt.
Chillida dijo en su d¨ªa que trabajaba el hierro ¡°de forma intuitiva¡±, y su geometr¨ªa tiene m¨¢s de artesan¨ªa que de matem¨¢tica. Como apunta Alfred Pacquement, antiguo director del Centro Pompidou (Par¨ªs) y conservador invitado de la muestra, ¡°su abstracci¨®n no es sistem¨¢tica; no es geom¨¦trica o expresionista sino que est¨¢ en medio¡±. ¡°Es un di¨¢logo con el material. Por eso cada trabajo es un nuevo experimento sobre la plenitud y el vac¨ªo; el exterior y el interior; la gravedad y el equilibrio¡±. Para el visitante, la sorpresa es que el museo anima a tocar las obras de hierro forjado, y una superficie en apariencia ¨¢spera resulta todo lo contrario. ¡°Es natural como una piel¡±, indica Ignacio Chillida, hijo del artista, presente en la inauguraci¨®n. Lo dice ante El arco de la libertad (1993) ¡°que invita ya desde el t¨ªtulo; hay que tocarlo¡±. La suavidad y el color del hierro responden al tiempo que pasan al aire libre los trabajos una vez terminados. Est¨¢n expuestos a los elementos hasta que adquieren una especie de costra natural. Y si como dice el conservador Pacquement, ¡°el arco es la creaci¨®n que conecta el arte con la arquitectura¡±, este de Chillida, que dej¨® la arquitectura por el arte, es doble. ¡°Un plano mira al cielo y el otro al horizonte¡±.
Las nueve esculturas, de diversas ¨¦pocas, se presentan por primera vez juntas en Holanda, y Peine del viento aparece al final del recorrido externo. ¡°Si se fija, el peine y los dedos de la mano son la misma cosa, y a mi padre esta serie le ocup¨® siempre. Empez¨® hacia 1952 y la ¨²ltima entrega es del 2000, dos a?os antes de morir. Hay 26 o m¨¢s. Incluida la de San Sebasti¨¢n, batida por las olas. Pero todo lo que hemos visto en estos jardines se enmarca en un enfoque humanista del arte¡±, insiste Ignacio. De ah¨ª los homenajes a Crist¨®bal Balenciaga, el modisto, [amigo de la familia paterna], al pintor Manolo Millares, y a Alexander Calder, el artista estadounidense. En un gui?o a las esculturas de piezas m¨®viles de su amigo, Homenaje a Calder (1979) cuelga en el atrio interno del museo.
Expuestas hasta el 23 de septiembre, las obras proceden de la colecci¨®n Peggy Guggenheim (Venecia), la Fundaci¨®n Eduardo Chillida- Pilar Belzunce (Hernani), la galer¨ªa Ordovas (Londres) y el MACBA (Barcelona). Al salir del Rijksmuseum, con un viento fr¨ªo y el agua siempre presente en ?msterdam, Peine del Viento se antoja ¡°el homenaje a la mar y el horizonte¡± buscados por el escultor.
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